3

86 8 0
                                    

Ya era viernes, el glorioso y último día de clases.

Toda la semana Kate estuvo como un grano en el trasero sobre mí.

Estaba emocionada porque, además de que iríamos al concierto de su banda favorita, mi padre había conseguido boletos VIP, y estábamos en la primera fila.

La verdad es que yo también estaba emocionada, tampoco soy una amargada, pese a que no conocía las canciones de la tal banda, no quitaba que me emocionara de ver a mi amiga felíz.

Estábamos en receso, conversando de cómo creemos salir en los exámenes finales.

-...bueno, cambiando de tema, ¿cómo irás vestida? -me preguntó.

-No tengo ni idea, algo sencillo y cómodo, supongo.

-¡Estás loca, Au! No puedes ir a un concierto de BTS vestida como si estuvieras en tu casa -la miré mal.

-Lo importante es que este cómoda. Además, la que se muere por ellos eres tú, no yo, yo sólo cumplo mi papel de buena amiga acompañándote.

-El concierto es a las 9, iré a tu casa a las 6 y nos arreglaremos juntas. -me sonrió forzosamente.

-Anda ya.

Sonó el timbre para continuar con las clases, me despedí de mi amiga y me fuí a mi clase.

Estaba sentada escribiendo en mi libreta algunas cosas de mis debéres cuando inevitablemente escuché la plática de unas rubias que estaban a un costado de mí.

-¡Está súper guapo! Parece modelo -exclamó la rubia uno.

-¡Lo sé! Me lo como con la mirada, aunque quisiera comérmelo de otra forma -exclamó la rubia dos.

Hice una mueca de asco, ¿cómo podían ser tan putas?

-Necesito su número de teléfono, dicen por ahí que vivía aquí hace tiempo, pero se mudó muy pequeño y acaba de regresar -exclamó rubia tres.

Mi corazón dió un vuelco. Me congelé en mi lugar, ¿era posible que...?

No, no podía ser David. Más bien, no quería que fuera él.

Estaba muy avergonzada, ¿se acordaría de nuestro beso?

¿Se acordaría de mí?

Las clases terminaron como de costumbre, no pude concentrarme, sólo pensaba en David. No quería verlo, no quería que me viera. ¿Estudiaría aquí?

La cabeza me daba vueltas con tantas preguntas que me hacía sin una posible respuesta.

Cuando estaba llegando a casa, vi un camión de mudanza frente a la casa de mi ex amor. Me carcomía por dentro la sensación de que fuera él.

Tenía que averiguarlo.

Me baje del auto y caminé sigilosamente hacia donde estaba el camión. No veía nada, sólo habían muchas cajas, pero ninguna persona.

Continué mirándo la casa, por si en alguna de las ventanas veía a alguien.

Sentí un escalofrío que me recorrió toda la columna vertebral.

-¿Audrey?

Por segunda vez, mi corazón se congeló.

Me paralizé y me giré lentamente, mirando a mi madre, quien me miraba de forma extraña.

-¿Qué estás haciendo?

-Nada, madre, sólo me llamó la atención algo y quería venir a ver. -no podía hablar bien, por lo que esperaba que no me preguntara nada más.

-¿Por qué estás tan pálida? -seguía mirándome inquisitivamente.

-No lo estoy. Bueno, me voy a mi habitación, hasta luego.

No esperé una respuesta de mi madre y corrí a mi habitación.

Mi corazón latía a mil por segundo, estaba muy agitada, como si lo hubiese visto a él.

Pero ahora que lo pieso, agradezco que no haya sido él, si no mi madre. Vaya saber qué me hubiese dado en ese momento.

No tenía apetito, por lo que no cené. Seguía estando alterada, no lo podía creer, jamás pensé que ese imbécil regresaría.

Me dormí, soñé que lo veía y él a mí, estábamos en un lugar tranquilo, ambos sonreíamos y poco a poco nos íbamos acercando para unir nuestros labios en un dulce beso, aquel que había arruinado nuestra amistad cuando niños.

Mi novio es un IdolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora