No hables

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— Amigo, creo que esto se está saliendo de control.—opinó Stan, observando como Kenny prácticamente se había quedado dormido abrazado a Kyle, ambos sentados y unidos como si fueran...Pareja. — Quiero decir... ¿No te incomoda?—el judío se alzó de hombros y siguió subrayando algunos textos para el examen de mañana.

— Después del tercer mes, comencé a acostumbrarme. — explicó sin mayores problemas, como si no tuviera a McCormick roncando por lo bajo cerca de su oído.

— Pero no es normal.—siguió el moreno, sorprendiéndose de repente al notar que su amigo no llevaba sus guantes puestos. — ¿...Y tus guantes?

— Los dejé sobre la cama. — comentó nuevamente con una falta de interés enorme Broflovski. Stan sintió que Kyle le ocultaba algo, sobre todo al notar que Kenny tampoco los llevaba puestos, por lo cual siguió atacando con preguntas.

— ¿Por qué?

— No tenía frío en las manos.

— Pero hoy hizo un frío terrible.—argumentó Marsh, resaltando la palabra "terrible" con algo de molestia. — ¿Por qué Kenny llegó antes que nosotros?

— No lo sé. Llegó directo a mi casa después de la escuela. Se quedó a comer y luego...

— ¿Luego?...—Kyle pestañeó incómodo, desviando la mirada sin cambiar su semblante "relajado". Stan percibió aquel detalle rápidamente, y agudizó la mirada en torno a él.

— Jugamos video juegos. Nos quitamos los guantes para lavarnos las manos, para comer. Y olvidamos ponérnoslos de nuevo — terminó, enfrascándose más en su libro. Kenny, entre sueños, balbuceó alguna palabra confusa que no llegó a ser comprendida, y se aferró con más cercanía a Kyle, como si de un gato en busca de mimos y comodidad se tratase.

— Ya deja al judío y al pobre en paz, hippie. — gruñó Cartman, sorprendiendo al pelirrojo por la repentina ayuda. — Mejor aprende de Kenny y aplícalo con la puta de tu novia.

— ¡No es puta, culo gordo!

— Sí, sí, como sea.

— ¿En serio soy el único que piensa que es raro que Kenny ande todo el día pegado a Kyle? Es decir, míralos.

— Creo que eres el único a quien le molesta. Por mi parte, no quiero una paliza de los pro homosexuales. ¿No es así, YoCupido?

— No soy homosexual—corrigió Kyle rápidamente, frunciendo el entrecejo y mirando con cierta molestia a Cartman. — ¿YoCupido?

— Yo no dije que tú lo fueras. YoCupido es mi yo, pero Cupido. Me ayudó a unir a Craig y Tweek. Quizás pueda darle una mano a Kenny.

— ¿Eh? ¿Con qué? ¿Kenny es homosexual? ¿Qué carajo?—Kyle miró a Eric como si le hubiese salido una segunda cabeza de la frente, a lo cual el gordo susurró un "los judíos mierdosos no entienden de amor. " Por su lado, Stan fijó su atenta mirada en Kenny, tratando de encontrar alguna señal de peligro para su amigo. Dijesen lo que dijesen, a él no le parecía normal que McCormick actuara así.

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— Creo que es bastante obvio, jijiji.—susurró el angelito obeso, revoloteando con sus alitas alrededor de Cartman.

— Lo sé, solo que el idiota de Stan no capta las indirectas y Kyle es un judío pendejo.

— Puedo flecharlo si quieres, y mearle la boca, jiji—Cartman continuó con sus pasos en medio de la acera, con las manos en los bolsillos y la vista gacha.

— No lo sé, YoCupido. Sheila enloquecería.

— Puedo mearle la boca también, si quieres.

— Carajo, YoCupido. Esto es serio.

— No hay nada más serio que el amor. – declaró el angelito, haciendo virar los ojos a Eric.

— Sí, como sea, esta vez no quiero meterme. Tus flechitas no siempre funcionan.—recordó, haciendo memoria de las veces que había mandado a su YoCupido para flechar a Heidi y recuperarla, obviamente obteniendo la nada absoluta. A veces no se podían forzar sentimientos. — Además, es cosa de Kyle. No me apetece ayudarlo porque sí y ya.

— Pero el se ha arriesgado en ocasiones para ayudarte.—Eric paró su andar en seco y mostró rabia en su rostro. Su YoCupido supo que estaba por armar un berrinche.

— ¡Kyle nunca me salvó el culo, nunca! ¿Entendido? ¡Nunca, nunca, nunca!

— Bien, bien. Ay, que enojón...

— ¡Al carajo! Yo me voy.

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Sus suaves manos pasaron a través de la ropa, masajeando sus senos y obteniendo como resultado un suave jadeo. Kenny sonrió con satisfacción al sentir las frágiles manos de la chica en cuestión tomar su rostro y plantar una serie de besos por su cuello y pecho. Se acomodó mejor en el sillón, y tan ciego como lo estaba a causa de una corbata firmemente atada a sus ojos, tomó de las caderas a la chica y la sentó sobre su regazo, ambos sobre el sillón de una casa perdida en Denver. Una serie de mimos hicieron a la chica suspirar encantada, siendo la primera vez que un chico la trataba con tanto cariño. La ropa de la joven fue retirada con facilidad, dejando todo su torso y senos relativamente pequeños al aire. Kenny acarició sus glúteos con especial firmeza, y decidió atacar los labios de su pareja sexual sin tapujos.

Pronto la situación fue ganando temperatura en ambos, provocando que la parka de Kenny fuera retirada, así como la camisa que llevaba debajo.

— Eres tan atento.—susurró ella en su oído, riendo pícara al sentirse en la gloria. Kenny hizo una ligera mueca de desagrado, y detuvo sus caricias.

— No hables.—ordenó, dejando a la joven extrañada.

— ¿Qué no hable?—preguntó sin entender el porqué de la petición.

— Sí, por favor. Me excito más así.—explicó vanamente. La muchacha no pareció muy convencida, pero finalmente susurró un "está bien", más alegre y cooperativa por el hecho de la especial atención en su cuerpo que por otra cosa. Kenny aprovechó la situación para cambiar de posición y recostar a la joven, mientras él la aprisionaba en contra del sillón con su cuerpo.

Todo se volvió más salvaje y enérgico cuando empujones, mordidas y chupetones comenzaron a emerger entre ambos, reclamándose con lujuria y necesidad. Kenny desabrochó sus pantalones y bajó su ropa interior para dar paso a su erección, la cual la muchacha no dudó en tomar entre manos y lamer.

"Kyle...Ah, Kyle..." su mente solo podía recrear la imagen del pelirrojo haciéndole el oral en aquel lugar que en realidad, una chica cualquiera que había conseguido seducir ocupaba. Todo marchaba como de costumbre en su imaginación, hasta que por un error, la muchacha tomó su mano y comenzó a lamerla. Kenny, alarmado, la retiró enseguida y se quitó la venda de los ojos, dejando desorientada a la muchacha.

— ¿Hice algo mal?—preguntó sin entender. Kenny la admiró: labios carnosos, cabello castaño y lizo, unos ojos caramelo bajo pobladas pestañas y finas cejas, con una nariz respingada y sutil. Ella era muy linda, preciosa en realidad. Pero cuanto más la observaba, su erección moría más.

— Me voy.—dijo rápidamente, levantándose del sillón y dejando a la chica aun más confundida. Se vistió a la velocidad de la luz y salió apurado a la calle. Nunca era buena idea excitar a una desconocida y finalmente negarle sexo. Ya había muerto siete veces a causa de mujeres despechadas y enojadas por ese tipo de acciones. Se alejó con paso rápido hacia un local, y entró en la sección de revistas. El pesimismo que sentía era terrible, marcando un temblor ligero en sus manos enguantadas. Cogió los últimos números de play boy y pagó, dispuesto a volver a casa. Solo quería desnudarse y dormir en calzoncillos en su destartalado colchón, hasta que Kevin llegara con la cena y Karen le contara como había estado su día.

Salió de la tienda y divisó el bus. En cuanto caminó unos pasos, un poste de luz cayó sobre él, destrozando su cerebro y mandándolo directo a la muerte. Genial.

Hug me, Kyle...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora