A solas

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Llevaban quizás una hora ahí, juntos, provocando que Kyle comenzara a sentirse incómodo. Cuando en la tarde del sábado Kenny tocó a su puerta, en realidad no le importó subir hasta su cuarto con él y encerrarse mientras el rubio lo abrazaba por la espalda en completo silencio y escondía el rostro en su hombro, como ya se había vuelto costumbre. Quizás sintió ciertas ansias cuando él comenzó a retirarle los guantes, tan callado como se había vuelto, y comenzó a frotar sus manos contra las de él con cariño. Mentiría si no dijese que luego de unos minutos, comenzó a tener calor. La parka de Kenny era muy abrigada, y tenerla pegada a su cuerpo en medio de su cuarto cálido no era cómodo, por lo cual se quitó la ushanka y suspiró, como un niño, centrándose en las caricias que Kenny se empeñaba en prolongar. Luego de un rato, finalmente no pudo seguir guardando silencio.

—Kenny.—El aludido murmuró un suave " ¿Hum?" sin parar ni un poco con su jugueteó de manos, entrelazando sus dedos de vez en cuando y esparciendo caricias demasiado perezosas y detalladas para el gusto del pelirrojo. —Estás extraño. Ya sabes, más marica de lo normal. Además, muero de calor.—el ambiente comenzó a tornarse tenso, para desgracia del rubio. ¿Por qué tenía que arruinarlo? Al fin comenzaba a sentir paz, y Kyle salía con aquellas palabras. ¿Qué le respondería?

—Me lo hubieras dicho antes.—trató de ignorar el tema anterior, soltando a regañadientes el cuerpo de su amigo. Cierta presión dolorosa inundó parte de su pecho, escalando hasta su cuello. Si bien no era un jodido adicto al sexo, sí que era una costumbre en él mantener relaciones por lo menos más de una vez a la semana. Y desde aquella rotunda mierda que cometió en la casa de aquella muchacha al rechazarla, no había cogido ni una vez. Por ello su ir y venir por los barrios, el nivel cien de su psp y las constantes pajas le estaban quitando la cordura. Ya ni siquiera podía meterse LSD o cocaína sin tragarse de lleno la imagen de Kyle, sus sentimientos no correspondidos, la mierda de tener que conformarse con unir su mano silenciosamente a la de Kyle. Deseaba más. Mucho más. No podía escapar de lo que sentía ni reprimirlo, y la próxima orgía se realizaba dentro de cuatro días. Estaba muriendo de abstinencia.

Bueno, sí, quizás estaba exagerando con lo de la abstinencia. Pero, vamos, él era una persona realmente apegada a lo corpóreo, al placer y el éxtasis del sexo. Experimentar con roces en sus manos era jodidamente nuevo y extrañamente satisfactorio, sin embargo... Siempre deseaba más. Besos, caricias, mordidas y... Oh, dios. Si seguía así, tendría una erección.

El chico de la ushanka se sentó enfrentado a él, cosa que incomodó a Kenny. Ya no traía la capucha puesta, por petición de Kyle, así que se sentía expuesto y vulnerable ante sus ojos verdes intensos. Con lentitud y obvio desinterés, Kyle se quitó el abrigo y la ushanka para quedar un tanto más a temperatura, sin asfixiarse. Kenny cerró los ojos por el bien de su salud mental, porque sí bien el pelirrojo no realizaba nada con dobles intenciones, su ansiosa mente y cuerpo transformaban la simple acción de quitarse la ropa en algo que obviamente le causaría una erección. Una erección que cagaría todo: que haría que Kyle lo viera con asco, lo rechazara o incluso se burlara.

Mierda, solo quería morirse y renacer sin sus jodidos sentimientos.

—¿Kenny?—tembló por dentro al escuchar su nombre de nuevo, pero los ojos que había cerrado.— ¿Estas cansando?—Asintió con algo de gravedad, a lo que Kyle miró por la ventana. A pesar de que afuera nevaba, dentro de la habitación todo era cálido y placentero. Observó el rostro de McCormick descansar con fingida paz, haciendo que algo en sus pensamientos se retorciera con molestia. – Sabes, no es que me moleste toda esa mariconeria barata. Es sólo que no sé que diablos pretendes. ¿Es que quieres que las asiáticas nos emparejen o Stan pierda su lugar de súper mejor amigo? -- Él no cedió. Seguía con los ojos cerrados y respirando lento, pero cortadamente, como si aguantara algo invisible encima de él. – Vete a la mierda, Kenny. Se supone que somos amigos y te cierras de este modo. En cuanto termine esta tormenta, te vas.

Kyle no era muy partidario de manipular a la gente. Eso iba en contra de su moral. Pero cuando se cansaba de intentar hacer hablar a Kenny, siempre podía fingir estar molesto para sacarle información o hacer que hiciera lo que el quisiese. Por algún motivo, el rubio no soportaba que él estuviera enojado en su contra, lo cual le daba una gran ventaja.

—Solo estoy cansado. — ahí estaba su respuesta. Escueta y pobre, pero era algo. Ahora solo debía presionar.

—¿De qué?—intentó indagar, escuchando como el viento violento arremetía con nieve y fiereza contra su ventana. Seguramente cancelarían las clases.

—No tengo una vida muy fácil—simplificó McCormick, con tan poco entusiasmo que Kyle terminó por tragarse ese cuento.

—Vamos, eso nunca pareció ser un impedimento para ti.

—Ahora lo es.

—¿Por eso vienes a mi casa tan seguido?

—En parte. Me gusta estar contigo. —Por fin abrió un ojo, como tanteando el terreno a su disposición. Kyle se había sentado en frente de él de manera en que ambas piernas quedaban enredadas sobre sí, y se inclinaba ligeramente en su dirección. Unos rizos rebeldes y rojizos caían por uno de sus ojos, lo cual le pareció lo más hermoso del mundo, además de tierno e incitante.

—Sé que has estado en drogas.

—...Sí.

—Y en orgías.

—También.

—Mierda, deja de joder tu vida.—McCormick suspiró con desgano, ganándose la molestia de Kyle. — ¿Es que no sabes que puedes enfermarte? ¿O hacerte adicto? De nuevo. Fue una mierda lo del queseo, no quiero algo así de loco otra vez.

—No necesito un sermón, Kyle.

—Lo sé. — desistió el judío, con una obvia mueca de decepción en el rostro. Kenny se permitió observar cada detalle de su rostro con mal disimulo, a lo que Kyle enarcó una ceja, haciéndole temblar. — ¿Entonces que necesitas?

Kenny podría ser muchas cosas: pervertido, idiota, insensato, insensible, tonto, pendejo, drogadicto, pobre y un largo etcétera. Pero dentro de todos sus males y mierdas que no hacían más que empañar todas sus cualidades y profundos sentimientos, se escondía un tipo tan humano como el resto ( quizás, incluso más bueno que el resto), que simplemente, en ocasiones, se dejaba llevar ante sus deseos sin ganas de pensar en lo mucho que se jodería luego. Por ello, ante la pregunta sincera de su amigo, no atinó a contener los desbordantes impulsos que nacieron en él.

Kyle ni siquiera pudo salir del asombro cuando se vio atrapado entre el colchón y Kenny, sorprendido y súbitamente nervioso. ¿Debería patearle las bolas y mandarlo a cagar? Las ganas no le faltaron, pero por algún motivo extraño, sus brazos no respondían, y su mente se había quedado en claro. El suave peso de McCormick sobre su pecho le obligó a respirar profundamente en busca de paz, debido a que comenzaba a notar como su piel se erizaba y sus piernas temblaban ligeramente. Oh por Moisés.

—Abrázame, Kyle...

Más que una orden fue un pedido que lo estremeció de pies a cabeza. El peso de Kenny sobre su cuerpo y sus piernas chocando con las ajenas le producían ciertas ansias que no supo reconocer como nada más que un desorden hormonal. Antes de darse cuenta, sus brazos ya encerraban al rubio, mientras su mano acariciaba los cabellos de su rubio amigo.

En aquel silencio cómodo pero total, Kyle llegó a entender, por fin y como todo un iluminado, lo que Kenny trataba de decirle. Sintió las mejillas arder y cerró los ojos. No sentía una real repulsión ante la cercanía pero tampoco una aceptación entera y devota. Suspiró en total calma, adormeciéndose, por más idiota que sonara. La presencia de Kenny lograba calmarlo, sobre todo cuando lo tenía tan cerca y se encontraba recostado sobre su propia cama.

Al despertar tendría una mierda seria entre manos. 

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Algo corto, lo sé </3 

Siento la demora con este capítulo. No, no lo abandoné (?) Solo me tardo milenios :'( 

En fin, espero les haya gustado <3 

Hug me, Kyle...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora