*Narra Sandra *
Me desperté por los rugidos de mi estómago, tenía un hambre terrible, me comería a cinco Nagores, por cierto donde estaba? Mis pies descalzos se toparon con el suelo y vi un recorrido de pétalos que me guiaba, el camino terminaba en el cuarto de baño, abrí la puerta y la vi allí, sentada en la esquina de la bañera, con un albornoz y nada por debajo, en sus manos sostenía una fresa y en la otra nata, agitó el bote con fuerza y se lo echó encima de la fresa.
-Tienes hambre?? Me dijo mirando con cara de depredadora.
- Bastante, si
Me acerqué y le mordí la fresa, no me había fijado en el gran cambio que había pegado el baño, se respiraba paz, y bueno un poco de lujuria al tenerla a ella allí.
Se levantó lentamente y me cogió de la cintura, empezó a desabrochar el pantalón, a quitarme el cinturón, después la camisa, y bueno ya lo que iba debajo.
Si boca fue al cuello, y mientras yo le quitaba el albornoz, sus manos exploraban mi cuerpo, bastante bien, y en ese momento era la descripción de felicidad.
Me cogió la mano, entro a la bañera, se sentó para ser exactos, y yo me senté delante, nuestras pieles se tocaban y me tumbe de espaldas a ella. Su boca volvió otra vez a mi cuello, era una de sus partes favoritas.
Me sirvió un poco de champán y me iba dando alguna fresa, mientras me manchaba la cara de nata, aunque no tardaba mucho en quitármelo.
Después de caricias, algún lametón, y unos cuantos chupetones que se quedaron marcados en mi piel, su mano fue directa a mi zona más sexual, haciéndome temblar en apenas unos minutos . No se como lo hacía, pero cada vez mis gemidos eran más altos y mis orgasmos más duraderos .
