❝ᴇɴᴛɪᴇɴᴅᴇ... ¡ᴍᴇ ɢᴜsᴛᴀs!❞ // © ¦[ᴍɪᴋᴇ ᴡʜᴇʟᴇᴇʀ ｙ ᴛᴜ]¦

CAPÍTULƆ I

[1983]

En el pueblo de Hawkins, Indiana.

Vive una chica, llamada Jade Anderson.
Una niña de doce años de edad, siendo considerada rara, y siendo apartada por niños y niñas.

Sin embargo, esto no le importaba, ya que tenía a sus amigos, su equipo, más que eso, familia.

El primero es Michael Wheeler, mejor conocido como “Mike” ellos se conocían desde la infancia, lo apreciaba y le tenía un gran cariño, siendo prácticamente su mano derecha y apoyo en cada momento, aunque había algo oculto, así es, sentimientos de ambas partes, tanto de ella como de él.

Luego está William Byers, con su apodo “Will”, normalmente son los más propensos a sufrir del abuso, las críticas y burlas. Mejor conocidos como “Los raros”.
Ella también le tiene un gran aprecio, no tanto como Mike, pero sí siendo importante y constante para Jade.

Luego está Dustin Henderson, él siendo el gracioso del equipo y animando todo, siendo constante para Jade y gran apoyo escolar.

Y finalmente Lucas Sinclair, siendo algo apartado con ella, pero considerándola parte esencial del equipo y una gran amiga, sólo que no solía ser tan expresivo como los anteriores.

Una noche, estaban todos reunidos en la casa de Mike. Para ser precisos, en el sótano.
Jugando su típico juego de mesa, mejor conocido como “Calabozos y Dragones”, definitivamente, su juego favorito. Y era lo que normalmente hacían a diario.

— Algo se acerca... Algo que quiere sangre, una sombra que crece en la pared detrás de ti que te traga en la oscuridad, casi está aquí... — El chico pecoso hacía suspenso mientras jugaban.

Todos prestaban atención ante sus palabras.

— ¿Qué es? — miró Will hacía el tablero.

— ¿Es lo que creo que es? — Jade miró hacía la dirección a Mike.

— ¿Y si es un demogorgon? — Preguntó algo alertado Dustin.

— Agh. — Will y Jade bufaron a su vez.

Comenzaban a sentir ansiedad de lo que pudiera ocurrir en su sueño.

— Si es un demogorgon estamos fritos. — Dustin comenzaba a rezar mentalmente.

Vaya, y eso que sólo eran unos niños jugando.

— No es un demogorgon. — Lucas los miraba incrédulo.

— ¡Un ejército de trogloditas entró en la recámara! — Mike captó su atención colocando la pieza sobre el tablero.