5.

80 6 2
                                    

~A veces quisiéramos volver atrás y cambiarlo todo, sin darnos cuenta que más adelante nos espera algo mejor~

Nada podría haberme preparado para este momento. Estaba sorprendida, confundida y maravillada. Saber finalmente un poco más sobre quien es Jackson, era un alivio; pero ahora se había vuelto en una preocupación e inseguridad.

En momentos como estos es donde odiaba ser tan antisocial. Si siquiera leyera las noticias o viera un poco de televisión, habría sabido a que me enfrentaba. Pero aquí estaba ahora. Sentada en mi restaurante favorito de sushi sentada junto al hijo de Nicholas Scott. El dueño y presidente de la Industria Textil Scott.

Continúo mirando a Jackson con incredulidad. Aun sin poder asimilar quien es el.

Él me mira expectante, ansioso. Llevo unos minutos sin decir nada, solo lo observo.

—Dime algo, Madison.

—Dame un segundo, Jackson... —suspiro, abanicando mi rostro con mis manos. —Joder, no lo puedo creer. ¿Tienes idea de cómo me siento? O sea, mierda Jackson, crecí escuchando a mi madre admirando las telas que tu familia fabrica. Ella era así como una gran fan, una fan muy loca porque tenía como un enamoramiento absurdo por tu padre. Siempre decía que, si no hubiera conocido a mi padre, habría ido a por el tuyo. ¿Es eso estúpido, cierto?

Verlo, escucharlo y ser quien provocaba esas risas y sonrisas en el me tenían atolondrada. Y poco a poco iba cayendo más prendada por este hombre. Seguía sin conocerle mucho, pero no podía negarme a mí misma que Jackson me gustaba. Me gustaba mucho.

—Pues déjame decirte que agradezco mucho que tu madre conociera a tu padre... —dijo con una sonrisa torcida en sus labios.

—¿Por qué lo dices? —acomode los palillos en mi mano derecha y tome un trozo de sushi, untándolo en la salsa de soja. Gemí y cerré mis ojos, disfrutando de lo que comía. Definitivamente amaba el sushi.

Jackson carraspeo y volví a realidad. Abrí mis ojos justo a tiempo para verlo acomodarse en su silla, mientras suspiraba.

—¿Está todo bien? —le pregunte, mientras volvía a tomar otro sushi con mis palillos. Asintió, mordiendo su labio inferior.

—De verdad disfrutas del sushi. —sonrió, tomando esta vez él un trozo de sushi, pero en vez de untarlo en la salsa de soja, lo hizo en la salsa agridulce, arrugue mi nariz. — No te gusta la salsa agridulce —declaro, negué. — Te pierdes el mundo —guiñó un ojo y volvió a tomar otro sushi, esta vez untándolo en la salsa de soja, pero en vez de llevarlo a su boca, lo guio a la mía. Mis ojos se abrieron de la sorpresa. —Déjame alimentarte, Madi... concédeme ese honor, por favor —abrí mi boca lentamente hasta que el sushi estuvo en mi boca.

Sus bellos ojos brillaban de placer y su rostro fue iluminado por su sonrisa. Podía asegurar que mis mejillas estaban rojas de la vergüenza. ¿Íbamos demasiado rápido? Probablemente. ¿Pero que más podía hacer? Con Jackson las cosas surgían así.

—Ahora respondiendo a tu pregunta... si tu madre no hubiera conocido a tu padre y hubiera ido tras el mío, tu no estarías aquí... no existirías —susurro, mirándome a los ojos. — Y si tú no existieras no podrías haber cuidado de mi todo ese tiempo en el hospital cuando tuve el accidente; y hoy... hoy no estarías aquí, sentada junto a mí, dejándome alimentarte. —termino de decir eso y llevo otro trozo de sushi a mi boca. Me observo comer, en realidad observo mis labios, relamiendo los suyos a la vez, terminando por morder su labio inferior.

—Deja de mirarme así, Jackson —le pedí, sonrojada.

—¿Así como?

—Como... como si quisieras comerme...

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora