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~Soy el único responsable de mi propia felicidad. Nadie más tiene derecho de decir lo que es bueno o malo para mí. 

Paulo Coelho~

Si hace un año me hubieran dicho que me encontraría trabajando en la empresa familiar y que además lo estaría haciendo con gusto y con una sonrisa en el rostro, me habría reído y obviamente no habría creído absolutamente nada. Pero era mi realidad al día de hoy. Aún no podía creer como mi vida había cambiado en un periodo tan corto de tiempo.

Por primera vez sentía que encajaba en un lugar y me sentía a gusto en mi trabajo.

Sabía que en gran parte, Madison tenía mucho que ver en mi cambio; pero tenía que reconocer que el mayor responsable era yo. El accidente había activado algo en mí que me hizo despertar del sueño que estaba viviendo y darme cuenta de que estaba desperdiciando mi vida. Había alejado de mi lado lo más importante para mi... mi familia. Les hice daño y eso era algo que lucharía por no volver a hacer.

El accidente me había dado una gran lección de vida, pero lo que más rescataba de esa situación era el haber conocido a Madison. Que ella hubiera llegado a mi vida.

No sabía lo que era sentir estos sentimientos por una mujer. No voy a negar que he tenido muchas mujeres en mi vida, negarlo me haría un hipócrita. Pero por ninguna de esas mujeres sentí lo que siento cuando Madison Tyler está a mi lado.

Ella es esa luz que vez al final del túnel. La estrella que alumbra y te guía por el buen camino.

Habían pasado unas semanas desde que nos reencontramos y no había pasado un día sin que no nos viéramos. Esperaba impaciente a que llegara el término de su turno en el hospital para ir a buscarla y poder disfrutar de su compañía. Ni siquiera nos habíamos besado aún, pero me bastaba con poder mirarla, tomar su mano y lo más maravilloso de todo... hacerla sonreír.

Vivía para escuchar la risa de Madison Tyler.

Sonreí mirando la pantalla de mi celular. Mirando a Madi que era mi nuevo fondo de pantalla. La noche anterior habíamos ido a cenar con Sarah y su novio. Y mientras ellas reían le había sacado una fotografía a Madison, de la cual ella ni cuenta se dio. Y allí la tenía ahora. De algún modo la sentía un poquito más cerca de mí.

—¿Sabías que cuando conocí a tu madre vivía con una sonrisa idiota en la cara? —pregunto papá, apoyado en el marco de la puerta de mi oficina —La misma que tienes ahora mientras miras tu teléfono —sonrió.

—Hola papá —lo salude, dejado el teléfono en mi escritorio —No sé de qué hablas, viejo. No tengo sonrisa de idiota.

—Oh la tenías, Jackson... es la sonrisa que los Scott ponemos cuando una mujer maravillosa se ha adueñado de nosotros. —camino hacia la silla frente a mi escritorio y se sentó. —Recuerdo a tu abuelo sonreír del mismo modo cuando miraba a tu abuela. Así que dime, hijo... ¿Quién es esa mujer que ha puesto esa sonrisa en ti?

Le sonreí

—No es....

—No trates de negarlo Jackson. Te conozco y sé que ella existe. ¿Quién es? ¿La conocemos?

Mire a papá en silencio, mientras el me devolvia la mirada con una ceja levantada. Viejo zorro, no se hiría hasta que le dijera la verdad.

—Se llama Madison... Madison Tyler —dije. Tome el teléfono una vez más, desbloquee la pantalla y se lo extendí a mi padre. Lo tomo en sus manos y sonrió al verla.

—Una mujer muy bella.

—Lo es, viejo... la más hermosa de todas. —dije con una sonrisa. La sonrisa idiota de la que hablaba mi padre. — No sé qué me pasa con ella papá. Es... no lo sé, no lo puedo explicar.

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora