Capitulo 2

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Yoongi sonrió a su abuelo y ce acercó al potro. El animal se había puesto rígido al verlo acercarse.
      -Deja las manos quietas. No lo toques y deja que se acerque a ti primero.
Yoongi le hizo caso y siguió sus instrucciones. Cada vez era más consciente del buen instinto de su abuelo. Había discutido con los entrenadores con los que había trabajado en el extranjero hasta hartarse de sus procedimientos anticuados. A algunos de ellos les gustaba obligar a los caballos hasta someterlos, algo que nunca se hacía en el rancho de los Min. La mitad de los entrenadores de polo pensaban que estaban locos por practicar la doma natural y no estaban dispuestos a cambiar de opinión. Era una de la una de las razones por las que se había cansado de vivir en el extranjero, uno de los motivos por los cuales había decidido romper los lazos con los tipos con los que tanto tiempo había estado trabajando para volver a casa.
      -Bien. Una vez que incline la cabeza, acarícialo y colócale la soga alrededor del cuello.
Yoongi hizo lo que le decía. El caballo se movió suavemente, pero el momento se rompió una vez le puso la cuerda.
      -Sujétalo aunque se aleje.
Su frente empezó a cubrirse de sudor, pero mantuvo la fuerza. Aquella era la parte más difícil, y no le gustaba porque animales y fuerza eran dos palabras que no le gustaba utilizar en la misma frase.
El caballo dejó de cabecear y dar voces y se quedó quieto, sin dejar de mirarlo a una distancia prudencial.
      -Buen chico -dijo suavemente antes de acercarse al animal-, buen chico.
      -Acarícialo y ponle el ronzal -le indico su abuelo.
Yoongi avanzó, sonriendo al caballo. Lo acarició entre las orejas y luego alzó el ronzal. Con cuidado, Yoongi pasó la correa de cuero por el hocico y por detrás de las orejas. El caballo permaneció tranquilo y con las orejas en punta mientas lo escuchaba, aceptando lo que hacía.
Yoongi se apartó y sonrió. Merecía la pena haber vuelto a casa solo para pasar una mañana con su abuelo
      -Buen trabajo, hijo, bien hecho.
Acarició una última vez al caballo y abrió el portón que daba al picadero, dejando que se uniera al resto de potros. Luego se acercó a su abuelo, feliz de ver una sonrisa en su rostro curtido.
      -Lo llevas en la sangre.
La voz de su abuelo era grave y profunda, pero la palmada que le dio en el hombro no fue tan fuerte como solía ser. Sus manos curtidas y nudosas empezaban a fallarle después de tantos años de duro trabajo. Min Baekhyun había sido un hombre fuerte, pero ahora usaba bastón y caminaba lentamente por la hierba. Seguía estando tan lúcido como siempre, pero el cuerpo empezaba a no responderle. Yoongi se sintió culpable. Se había marchado de Corea en pos de de sus sueños y, ahora que había vuelto, lamentaba haber dejado a su abuelo tanto tiempo.
      -¿Has sabido algo de aquel chico Park?
Yoongi se puso rígido.
      -¿Jimin? Sí, bueno -dijo tratando de mostrarse indiferente-, fui a verlo justamente ayer.
     -Un chico estupendo. Deberías haberte casado con él, lo sabes ¿verdad?
Sí. Lo sabía. Pero Jimin era Jimin. Por supuesto que se había sentido atraído por él y lo había deseado, pero siempre había sabido que nunca podría ofrecerle lo que se merecía. Sentar la cabeza nunca había formado parte de sus planes porque siempre se había concentrado en lo que quería. Después de dejar el polo, estaba más confundido que nunca acerca de lo que deseaba en la vida.
     -Dejó de contestar mis correos electrónicos, abuelo. Ya sabes que nunca fuimos más que amigos.
No tenía por que contarle a su abuelo que habían pasado una noche juntos. Además, solo había sido eso, una noche y una relación.
     -Buen jinete y muy trabajador, por no mencionar lo guapo que es.
     -Si –convino Yoongi.
     -Traelo algún día. Necesito que un gladiador pruebe una potra, y ya por aquí no queda ninguno.
Yoongi pensó en volver a tener a Jimin por ahi,. ¿Iría si se lo pedía? Cuatro años no habían aplacado su deseo por el, pero las cosas habían cambiado, empezando por él.
     -Hace tiempo que no monta –replicó, no muy seguro de que accediera a ir allí–. Además, nuestra relación no pasa por un buen momento.
A pesar de que le había gustado volver a verlo, la situación había sido tensa.
Baek se detuvo de pronto y se quedó apoyado en el bastón.
      -No importa el tiempo que haya pasado. Es una tan auténtica como tú –dijo e hizo una mueca–. Y a menos que se haya casado, no te des por vencido, hijo. No renuncies a el si lo quieres.
Yoongi carraspeó. Su abuelo era increíble. Acababa de volver a casa y ya le estaba dando consejos sobre su vida amorosa.
     -No me queda mucho –prosiguió el viejo–. El médico dice que unos seis meses. Esta vez no voy a vencer al cáncer, hijo. –dijo encogiéndose de hombros–. Dile a Jimin que quiero verlo. ¿Que chico le diría que no a un viejo moribundo?
Esta vez fue él el que le dió una palmada a su abuelo en el hombro. No quería pensar en que se estaba muriendo y si el viejo quería ver a Jimin, ¿Quien era el para negárselo?
     -Todo irá bien abuelo. El cáncer no podrá contigo.
Pero ambos sabían que no sería asi.

****

     -¡Mesa seis! Todavía no tienen la carta.
Jimin corrió a la cocina al oír la campana. No le gustaba tener a los clientes esperando, en especial a los que iban habitualmente todas las semanas.
     -Tienes una llamada, Jimin.
     -Que te dejé el mensaje.
     -¿Estás seguro?
Le dedicó una mirada fría al joven camarero y este se encogió de hombros. ¿Quien demonios lo llamaba en pleno turno de comida?
Dejo los platos sucios y volvió fuera.
     -¿No era Ha-neul, verdad Jungkook? –dijo  sonriendo al chico, lamentando su reacción anterior.
     -No, era un tipo llamado Suga. Ha dicho que sabrías como localizarlo.
Al oír su nombre, sintió como si recibiera un puñetazo en el estómago. ¿Por qué lo había llamado? Miró a su alrededor y comprobó que todo estuviera controlado, antes de salir de la barra.
     -Voy a tomarme un momento –dijo dirigiéndose a la puerta trasera, deseando tomar un poco de aire fresco y ver la luz del sol.
Obvió el ruido de la cuidad, la calles llenas de gente yendo y viniendo, y respiro hondo mientras sacaba el móvil del bolsillo. Debería ignorar la llamada, dejar de pensar en lo que había tenido con Yoongi antes de que se marchara, pero era una tarea imposible y lo sabía.
Al volver a verlo, había recordado lo que ambos se estaba perdiendo, lo agradable que sería tener un hombre a un lado. Y no cualquier hombre, si no uno como Yoongi. Pero había tomado la decisión de dejarlo marchar sin decirle lo que sentía y, por mucho que lo lamentara, nada iba a cambiar eso.
Tenía que decidir si devolverle la llamada o no. A la vez, tenía que encontrar la manera de decirle que tenía una hija.
Se mordió el labio inferior y marcó el número a toda prisa, como si la velocidad fuera a marcar alguna diferencia. Seguí teniendo aquel número grabado en la cabeza. Había sido su número favorito y nos lo porque al otro lado se encontraba Yoongi, sino porque Baek había sido su tabla de salvación.
Siguió repitiendo el número en su cabeza mientras daba señal.
     -Rancho de los Min.
No era Yoongi.
 
 

  -¡Baek! –exclamó sin disimular su alegría de dar con él–. Te eh hechado mucho de menos.
     -Pocos jóvenes me llaman, así que supongo que eres tú, Jimin.
Su voz era fuerte, aunque sonaba más cansada que el tomo suave que empleaba siendo el un niño. Siempre había deseado que fuera su abuelo.
     -¿Cómo lo has sabido?
     -Supongo que tiene que ver qué le haya pedido a ese nieto mío que te traiga aquí antes de que estire la pata.
     -¡Baek, no hables así!
     -Pero es cierto, cariño.
     -Baek –dijo, sin saber qué más decir a aquel hombre al que tanto apreciaba.
     -No nos pongamos melodramáticos. Prométeme que vendrás a vernos.
Esta vez se quedó en silencio. No esperaba ser invitada a la casa de los Min. De hecho, nunca había pensado en regresar ahí. Pero la idea de volver al pasado, aunque sólo fuera por unas horas, le resultaba tentadora.
     -¿Vas a venir o no?
Siempre había sido un hombre directo.
     -Yo, bueno...
Había mantenido el secreto durante tanto tiempo tiempo que lo último que quería era revelarlo sin más, y tendría que pedirle a sus padres que cuidarán de Ha-neul.
     -¿Jimin?
Un nudo en la garganta le impedía hablar.
     -Bueno.... Sí.
     -¿Si?
     -¿Qué te parece si voy este sábado? –pregunto Jimin.
     -Mete unas cuantas cosas en una maleta de viaje enano. Quiero que pases aquí el fin de semana. Necesito tu ayuda con un caballo.
La idea de volver en el tiempo, a los caballos, a Baek... Era emocionante, apasionante, pero a la vez aterrador.
      -Le diré al gruñón que vas a venir.
Oh, oh. Aquel viejo zorro con pico de oro lo había convencido para que fuera a pasar el fin de semana, haciendo que se olvidará de Yoongi. Sería un reencuentro entre viejos amigos para ponerse al día. Cómo en los viejos tiempos, le había dicho. Pero era imposible que las cosas entre Yoongi y él fueran como antes.
En lo que a Ha-neul se refería, no tenía que sentirse culpable, ya que la niña solía dormir los sábados en casa de sus abuelos mientras el trabajaba. Aún así, tomarse una noche libre no le parecía bien. Nunca antes en los tres años de vida de su hija lo había hecho.
Pero se merecía un fin de semana libre y no podía arriesgarse a llevarla con él.
Un escalofrío recorrió su espalda. Se trataba de Yoongi e ir al rancho suponía viajar atrás en el tiempo. La idea de volver a verlo... Sacudió su cabeza como si así pudiera apartar sus preocupaciones.
Tenía que hacerlo, tenía que ir. Ya pensaría la forma de darle la noticia porque ahora que había vuelto a casa, si iba a quedarse para siempre, todas las razones por las que le había ocultado a Ha-neul habías desaparecido.
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Hasta aquí en le capítulo 2, esta completo así que el siguiente será igual...

Besos :3

Toda Una Sorpresa. [Yoonmin *P.J x M.Y*]Where stories live. Discover now