Desayuno

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-¡Eh! ¿Pero qué es esto? Cómo llegaste aquí.- Sólo estaba comenzando el día y ya las cosas no iban tan bien para Jin. Una rata, sí, una rata se había metido en uno de sus zapatos. Aunque no era algo inusual, estaba acostumbrado a vivir "lo que merecían los flojos", y es que después de que Mörberer llegara al poder lo poco y nada que se había logrado en años y años de lucha se habían ido al carajo, Mörderer llegó al poder democráticamente, sólo bastó un Gobierno a favor del pueblo para que el Kapital se estableciera nuevamente y con su libertad vendida más fuerte que nunca.
Jin se arregló un poco la ropa, el cabello, sacó cuidadosamente la rata de su zapato, a cualquiera le habría causado un tanto de repulción aquella acción pero él creía que todos piensan y sienten, hasta las ratas, y no quería hacer sentir mal a la "compañera" aunque pensandolo bien, debía dejar de llamar así a los animales (podían tacharlo de ärgerlich), era extraño y contradictorio que en el Gobierno de Mörderer se pudieran comer a los animales pero no dejaran a las mujeres abortar, en las dos situaciones habían vidas (si es que al feto se le puede llamar vida) e incluso la vida del animal debía pesar más que la del feto, el animal ya estaba vivo, ya sentía ¿no? Además, su pro-vidad no implicaba la vida ni de la mujer ni del feto después de nacer. Era algo totalmente estúpido pero al parecer todos acataban, nadie en contra, ni una sola persona.
Era imprescindible no salir a la calle bien arreglado, es que esa era otra estúpida regla establecida, no estaba escrito pero si impuesta por la misma sociedad dominante.

Estos últimos días casi todo le estaba saliendo mal, había terminado con su novia, su cocina se había descompuesto por lo que debía ir a una cafetería a alimentarse, y por más mal que suene él estaba en calma, esa calma que lo caracterizaba "con calma y perseverancia se logrará tener mejor resultado en lo que hagas" esa frase se la repetía la mayoría de las veces en que todo parecía perdido. Luego de aquello se terminó de poner sus zapatos, tomó dinero, su tableta, las llaves y salió a buscar a su gatito que ayer por la tarde había escapado y claro de paso pasaria a comprar algo para llenar el estómago, luego tendría que buscar a alguien para que le repara la cocina.

A Jin le encantaba mirar a su alrededor, le recordaba su vida antes de esto, de Mörderer. No había mucho que mirar, todos caminaban con la cabeza gacha, los ojos plasmados en sus tabletas con luz e información nueva a cada segundo, información que obviamente olvidarían en menos de 3 segundos. Nunca, nadie levantaba la cabeza, Jin era el único y por ende temía, temía que algún día la polizei o incluso Mörderer le hiciera algo, nunca se vio algo así, nunca se vio que la polizei le hiciera algo a algún civil ni menos Möderer, pero Jin sabía, sabía que algo pasaba con las personas que se atrevían a levantar la cabeza, que se atrevían a siquiera a levantar la voz para entonar una canción.
Siempre concentrado en que no lo pillaran mirando por sobre su tableta con luz e información momentánea y rápida llegó a la cafetería. Pidió lo que había que pedir, (la hamburguesa de plástico, llena de transgénicos) y se ubicó en una mesa a esperar a que se la sirvieran. Esa mañana no era diferente, todos cabeza gacha, los ojos en la tableta, riendo o enfadándose por algún viral y es que eso era lo otro, hasta las emociones eran controladas, sólo podías estar bien o mal, pero el intermedio no existía, se habían convertido en una especie de sociedad psicótica que había normalizado cada una de las enfermedades que alguna vez los psicólogos o psiquiatras trataron, justificando aquello en su moral y en su "nuevo mundo".

Jin levanto más la cabeza, este día se sentía más curioso de lo normal, aunque quizás era más preocupación, su gata no había vuelto y necesitaba encontrarla, pero en vez de eso se encontró con algo que quizás nunca se le había pasado por la cabeza, allá, en la mesa del centro había otra cabeza levantada, observando, igual que él. Sus ojos se encontraron ¿dos segundos serían? el otro chico tenía la misma mirada, mirada de miedo, sabía que observar y disfrutar algo que no fuera lo impuesto estaba mal, mierda, los dos lo sabían y aquello se debía denunciar "aquel que vea o sorprenda a algún ciudadano infringiendo las leyes deberá dar aviso inmediato a las autoridades" tenían miedo, ¿el otro iba a denunciar?

Jin se levantó de la mesa, pagó la hamburguesa (la que ni siquiera retiró) por medio de su tableta y salió de la cafetería, tratando de aparentar estar preocupado por su gato y por el echo de que aún debía encontrar a alguien que le reparara la cocina.

El chico del desayunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora