Día 28 de Mayo, todo estaba bien, ya me había acostumbrado a las criticas por parte de mis "compañeros", las miradas de asco y los continuos cotilleos que difundían para hacerme quedar mal, pero ya estaba acostumbrada y tenia claro que eso no me derrumbaría.
En esa misma clase que tanto odiaba y la cual no quería ni pisar también se encontraba un chico de ojos verdes, ese chico era lo que me hacia seguir sacando las fuerzas casi inexistentes de mi ser, cada vez que lo veía un rayo de luz me iluminaba la cara. Muchas veces en las que me insultaban yo lo que hacia era mirar su cara y observar su expresión, mi cuerpo se tensaba hasta el momento en el que me daba cuenta de que el no lo había oído o simplemente no era como los demás y no se burlaba de mi.
Cada vez que llegaba a casa, comía lo que mi madre preparaba y me tiraba la tarde hablando con cuatro chicas las cuales hicieron que mi vida cambiase mucho, tanto para bien como para mal, pero en ese momento yo era feliz.
