Cenas familiares y juegos de mesa

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Este... hola... ¿me recuerdan? Primero que nada, sé que les debo una gran, gran, gran disculpa, cosa que se sobreentiende debido a que estoy publicando este trabajo casi una semana después. No tengo una buena excusa, pero se las diré de todas formas. Sucede que empecé a escribir esta historia el domingo mismo que se entregaba. Ya saben que no sé manejar mi tiempo y que soy un desastre andante.

Paralelo al poco control que tengo sobre mi vida, resultó ser que tuvimos visitas. En realidad, lo más común es que pase tanto Navidad como Año Nuevo solo con mi familia inmediata, es decir, mis padres, mi hermana y mi abuela. Este año, para las dos celebraciones recibimos a unos amigos y bueno... En realidad, yo creí que tendría suficiente tiempo como para escribir el resto de la historia una vez que se fueran. La velada se alargó y para cuando se retiraron ya eran las diez de la noche.

Así que tenía dos horas para escribir, editar, corregir y publicar la historia. Sentí mi karma y mi déjà vu perseguirme mientras mi mente regresaba al especial de Navidad. Así que tenía dos opciones, o repetía la hazaña del domingo pasado y publicaba una historia escrita a la carrera y cuya idea general me gustaba pero con cuyo resultado me sentía algo inconforme (por la vaga sensación de que "pudo haber sido más"), o sencillamente escribía la historia que quería compartir con ustedes.

Además, como esta era la última historia de la Semana Solangelo quería que fuera especial, ¿saben? Incluso más que las otras.

Después de eso se fue el internet un par de días y yo tuve que salir de la ciudad, lo cual quizás no hizo una diferencia muy grande porque terminé esta historia apenas hoy.

Así que... me disculpo de nuevo, pero espero que esta historia larga sea más convincente que mis excusas. Les prometo que sí me esforcé e incluso hubo algo de investigación para que este capítulo llegara a ustedes de esta forma.

Este es su regalo de Reyes... ¡felicidades!

Domingo-Especial Año Nuevo

Cenas familiares y juegos de mesa

De entre todas las cosas que Will había planeado hacer ese año, viajar al Mundo de los Muertos no era una de ellas. Y quizás el ser semidiós le impedía pensar en la muerte como algo lejano, puesto que incluso llevar al parque a sus hermanos mortales podía convertirse en algo peligroso, si para su mala fortuna un monstruo captaba su legado divino.

Sin embargo, en ese momento el verdadero peligro no eran las empusas con las que pudiera encontrarse.

Resultó que su primer viaje al Inframundo no fue tan... tétrico. Por lo menos, Will no había muerto. Bueno, no en el sentido literal de la palabra, porque lo cierto era que se sentía morir de vergüenza.

Había cometido el error de llamar a Lou Ellen dos días antes, sólo para que su fiel amiga se riera a carcajadas de su triste situación. Si se hubiera tratado de un teléfono mortal, Will estaba seguro de que hubiera tenido que apartar el auricular de su oído para no quedar sordo. Con los gritos que daba esa mujer... Dado que era un mensaje Iris, todo lo que Will pudo hacer fue rodar los ojos y esperar a que Lou terminara.

―¡No lo puedo creer! ―consiguió articular la muchacha después de un rato―. Ay, sí, ahora no sabes qué hacer, pero todo el bendito año no pudiste cerrar la boca. Todo era "Lou, ¡es que es tan guapo!", "Lou, ¿ya lo viste invocando zombies en la arena?", "Lou, le voy a pedir que salga conmigo".

―Bueno, era un poco diferente invitarlo a salir que ser invitado a la cena de Año Nuevo con su familia que, cabe resaltar, ¡va a ser en el Inframundo!

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