Capítulo 5: Buscando un motivo.

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Habían transcurrido ya un par de semanas desde que visitaba la casa de Camila todos los días, y aún no podía comprender cuando las cosas comenzaron a ponerse extrañas entre ella y yo.

Ahora mismo la observaba de pie desde el otro extremo del pasillo. Camila lucía tan feliz abrazada a su novio, y yo, recargada en la puerta de mi casillero, yacía tan miserable como siempre.

Suspiré y tomé mi libro de Español. Cuando lo abrí, sus hojas desprendían un viejo aroma, y buscando entre páginas, la encontré... La rosa que Camila me había regalado, ahora marchita. Tan marchita como mi corazón.

¿En qué momento las cosas habían cambiado tanto?


*2 semanas atrás*

Una rosa roja. ¡Jamás nadie en el mundo me había regalado una rosa roja!

Mi corazón palpitaba con tanta fuerza que, por un momento, me asusté. ¿Me estaba dando un ataque cardiaco? No. Tenía que intentar controlarme. Pero, ¡Camila Cabello me regaló una rosa roja!

¡Y su beso! ¿Qué decir de ese hermoso beso que ella dejó en mi mejilla? Me sentía en el paraíso. ¡Estaba en el paraíso!

Cuando llegué mi casa apenas abrí la puerta, y corrí directo a mi habitación para derrumbarme sobre mi cama. Acerqué la rosa a mi nariz, e inhalé profundamente el dulce aroma que desprendían sus pétalos. Cerré mis ojos, y sonreí ampliamente. Me sentía en un sueño, y todo gracias a Camila.

Después de unos minutos de pensamientos y fantasías románticas con mi amor platónico, decidí levantarme e ir rumbo a la cocina.

Busqué uno de los antiguos floreros de mamá, y puse la rosa en éste, con un poco de agua. Sabía que tarde o temprano se marchitaría, pero no la dejaría morir tan pronto, significaba tanto para mí.

Puse el florero en el centro de la mesa, y me dispuse a prepararme unos deliciosos macarrones con queso. Y no, no era una experta en cocina, pero usualmente el horno de microondas se volvía mi amigo más fiel en estos casos. Me hubiera gustado que mi madre me enseñara a cocinar, pero nunca tiene tiempo para mí, al igual que mi padre.

Como de costumbre, me senté a la mesa sola, y terminé mi cena rápido mientras sonreía de vez en cuando mirando la rosa. Después de unos minutos, lavé mi plato, y tomé el florero para llevarlo hasta mi habitación y ponerlo cuidadosamente en mi mesita de noche. Mis párpados comenzaban a pesar y me vestí rápidamente con mi pijama roja de cuadros y una camiseta negra de mi grupo favorito, para posteriormente recostarme sobre mi cama pensando en que libro leer esta noche, pero tuve una mejor idea.

Esta noche no la dedicaría a leer, esta noche quería hacer algo diferente. Decidida, me levanté de la cama y corrí hasta en donde se encontraba mi mochila, tomé un bolígrafo y una de mis libretas, y regresé a sentarme sobre el cómodo colchón. Y justo ahí, apoyando mi libreta sobre mis piernas, comencé a escribir una historia de amor. Una historia en donde Camila era la protagonista más hermosa de mi propio cuento de hadas.

Sonreí apenas terminé de escribir el primer capítulo. No podía decir si tenía talento para la redacción o no, pero la historia  tenía pinta de ser perfecta simplemente porque mi amada Camila era parte de ella.

Un largo bostezo salió de mi boca, y cerré mi libreta. El sueño se estaba apoderando completamente de mí, y decidí que era la hora perfecta para dormir. Así que guardé mi cuaderno y bolígrafo en el primer cajón de mi mesita de noche, y rápidamente me recosté sobre la cama, y casi de inmediato pude quedarme dormida.

A la mañana siguiente, cuando el despertador sonó, abrí pesadamente mis ojos, y me levanté corriendo directamente hacia la ducha. No demoré mucho en salir para después vestirme, tomar mi bolso, y casi salir corriendo directo al colegio, montada en mi vieja bicicleta.

Sabía que el camino era muy corto, y que no debía de tener ninguna prisa, pero después de mi tarde anterior en compañía de Camila, no podía evitar sentirme demasiado hiperactiva, y aproveché mi tiempo y mi camino para dar un breve paseo y disfrutar del excelente y fresco clima de esta mañana. Sin embargo, decidí cambiar un poco mi rumbo, y repentinamente me encontré de camino a casa de Camila. No sabía si ella estaría ahí todavía, pero quise arriesgarme y probar suerte.

Me estacioné en una de las esquinas, y a los pocos minutos observé que la puerta principal de la casa de Camila se abría, para dar paso a su silueta. Ella lucía hermosa como siempre, robándome mil y un suspiros.

En ese momento, rondó por mi cabeza la idea de acercarme y saludarla. O quizás... ¿Ofrecerle un viaje exprés en bicicleta? No sabía exactamente si debía de acercarme, pero mis tontos pensamientos fueron rápidamente opacados cuando vi un lujoso automóvil doblar por la calle y estacionarse justo delante de la puerta de mi amada.

Y con ustedes: ¡El sapo feo de mis pesadillas!

—Hey, Mila. ¿Ya estás lista para ir al colegio? —Murmuró Austin casi gritando.

No quería escuchar la conversación, así que apenas vi que Camila subía al automóvil, tomé el manubrio de mi bicicleta, y me alejé lo más rápido que pude. En definitiva, venir hasta aquí había sido una mala idea, pero por lo menos había podido contemplar a la chica de mis sueños, y eso bastaba para alegrar mi día.

Minutos más tarde llegué a la escuela. Aún no había señales del automóvil de Austin, y por ende, tampoco de Camila.

Aparqueé mi bicicleta junto a la de otros estudiantes, y a paso lento me encaminé hacia las aulas. Mi primera clase del día era Matemáticas, así que seguramente el tiempo se me pasaría demasiado rápido. O no.

Para mi mala fortuna, un aviso de que el profesor estaba enfermo y de que no se presentaría en los próximos días, indicaba que tendría las dos siguientes horas libres, y como consecuencia, los minutos más largos de mi vida, ya que ni siquiera podía pensar en ir a la biblioteca, que a esta hora aún se encontraba cerrada.

Sin saber exactamente que hacer,  fui directo al patio a sentarme sola como de costumbre, y estuve escuchando música, mientras que con los audifonos puestos, mi mente recreaba el día anterior con Camila. No sabía si hoy volvería a su casa a continuar con el trabajo, pero ya extrañaba su presencia. ¿Ella me extrañaría a mí? Sonreí tristemente ante mi ilusa pregunta, y apagué el reproductor de música, antes de comenzar a deprimirme.

Aún me quedaba una hora para la siguiente clase, así que fui directo al área de casilleros para consultar mi horario.

Pero, apenas abrí mi casillero, me quedé con la boca abierta al encontrarme con una nueva nota de Camila Cabello:

“¡Hola, Ojitos!
¿Podemos vernos hoy después de clases? Tengo deseos de seguir haciendo el trabajo de Historia, y sobre todo, de compartir mi tiempo contigo.

PD. No me culpes por invadir la privacidad de tu casillero, tan sólo quiero que pienses en ...

Disfruta tu día, Laur.”


No tenía idea alguna de cuantas veces releí la nota, pero una gran sonrisa no podía irse de mis labios.

Guardé la nota en el bolsillo de mi pantalón, y cerré mi casillero para después girarme aún sintiéndome en estado de trance. Y entonces, la vi. A lo lejos, Camila iba acompañada de su grupo de amigas, pero por unos segundos me miró y me sonrió, agitando su mano para saludarme.

Ok, Camila Cabello. No te culpo por invadir mi privacidad, te culpo por enloquecerme. Y esto, me lo pagarás.


Para todos aquellos que creyeron (y no creyeron) en el regreso de esta historia, gracias. ¡Estamos de vuelta!

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⏰ Última actualización: Apr 09, 2022 ⏰

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LA NERD (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora