Capítulo I

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-Karla Camila, ¿estás segura de esto?

Camila observaba los orbes que con atención la miraban, suplicantes, casi vidriosos por las lágrimas que estos contenían, forzó una media sonrisa sin mostrar sus dientes y le abrazó, fuerte, enterrando la cara en el hueco entre su cuello y hombro.

-Claro que lo estoy, cariño.

-Te quiero, flaca, gracias por ser mi novia, no podría ser más feliz, gracias.- susurró viéndole los orbes chocolate, entristecidos igual a los de él.

-También te quiero, Christopher, ya verás que todo saldrá bien.- murmuró la castaña también, mientras lagrimas salían de ambos pares de ojos.

Un año después...

Camila POV.

-¡Karla se te está haciendo tarde, mija!

Ese era el segundo grito que mi madre soltaba aquella fría mañana. Estaba terminando de colocarme mis botas para poder bajar. Me vi al espejo, estaba un poco más flaca, mi cabello no tenía tanto brillo y mis ojeras cada vez eran más profundas. Suspiré, todo este esfuerzo seria para algo bueno, lo sabía, sabía que obtendría recompensas de estos trasnochos y bostezos continuos, sabía que sería para bien. Bajé con la mochila a cuestas, pasando por detrás de mi hermana Sofía y revolviendo su cabello antes de sentarme a su lado.

-Vas a llegar tarde, Karla.- sentenció mi madre, con una mirada inocente le vi, sin un gramo de maquillaje en mi rostro demacrado por la falta de descanso-. ¿Te meto un bocadillo en el bolso?

-No, mamá, tomare algo en la universidad, tranquila, Christopher pasará hoy por mi.- Ella arrugó el ceño y luego lo ablandó, soltando el aire de sus pulmones.- Me ha ayudado muchísimo, mamá.

-No digo que no lo haga, sólo que no veo felicidad en tus ojos cuando estas con él, ¿por qué, mija? Si ya no lo quieres no pienses en las facilidades que tienes a su lado, piensa en tu felicidad.- Se acercó hasta mí, masajeando mis hombros a lo que cerré los ojos ¿cómo le explicaba eso a mi madre?

-Soy feliz con él, mamá, me quiere y me respeta, no puedo pedir más.- El sonido de un auto me alertó que seguro ya había llegado, mi teléfono vibro en mi bolsillo del sweater.
- Me tengo que ir.- tomé el jugo de golpe y tome el sándwich con una servilleta, besé la mejilla de mi madre y la cabeza de mi hermana.- Salúdame a papá cuando venga. Las amo.- Y sin más, salí de casa enfrentándome al frio de la ciudad.

Monté en el auto de mi novio, Christopher, y la calefacción me arropó apenas cerré la puerta, daba gracias al cielo por personas como él. Me acerqué besando tímidamente su mejilla, él tenía su cara roja, seguro por el frío.

-Te ves horrible, cielo.- murmuró juguetón aunque dándome una mirada de resignación y soltando un suspiro, yo sonreí colocándome el cinturón.

-Oh, gracias, amor mío, qué sería de mi autoestima si prestara atención a todos tus lindos comentarios.- Ambos reímos mientras avanzábamos juntos hasta la universidad, que quedaba a una distancia no tan larga de mi casa. - Ganaste lo que apostamos anoche, sólo dormí 2 horas.

-Tienes que cambiar de trabajo, Karlita, así sea el mejor pagado, ¿por qué no aceptas el que te ofrezco en la cafetería de mis padres?- murmuró mientras estacionaba.

-No es porque no quiera, Chris, de verdad necesito todo ese dinero para mi casa y las propinas del casino valen las horas de sueño que pierdo.- Caminamos dentro de la universidad, Chris siempre me acompañaba hasta mi primera clase, todos nos veían cuando veníamos, por algo nos llamaban los "homonovios".- Hasta más tarde, novio.- reí dándole un leve pico en los labios, lo que lo hizo reir y abrazarme.

Look at Me. || CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora