Me era imposible adivinar lo que él pensaba en aquel entonces. No podía obtener ni la más mínima pista en su mirada, dos pozos rojos de aguas indescifrables. Yo tenía el frágil cuerpo de una humana y los inagotables poderes de un vampiro de sangre pura. Pero dejando todo lo que yo era, lo que más anhelaba era poder vivir una vida feliz a su lado... algún día. Pero eso era imposible, según me susurraba el té que acababa de servirme. Nunca dejaré de preguntarme por qué, pero espero que él haya podido encontrar su lugar en este mundo, la felicidad que se merece.
............
Le serví el té en una delicada taza de porcelana banca esculpida a mano. Un regalo de unos viejos amigos de la familia, contaba. Estaba sentada en frente mío, una rosa blanca enfundada en terciopelo negro. Miraba su té sonriendo suavemente, sus ojos parecían mirar una época lejana en el tiempo, recuerdos que se evaporaban al ardiente fuego de la realidad peresente; todavía no había tocado la taza.
Yo me esforzaba por mantener mi expresión actual, serena y calmada. No habían problemas, todo estaba bien. Había tomado una decisión repentina, pero aquella era una oportunidad única. Su cuerpo era débil y vulnerable. Conociéndola, estaba seguro de que ya estaba buscando la manera de recuperar su inmortalidad. Quizás no era el momento, quizás debería haberlo planeado más, pero era ahora o nunca, me encargué de repetírmelo mentalmente cada vez que dudaba. ¿Pero quién no se pondría nervioso? Ella miraba su taza, seguía sin tocarla siquiera.
- ¿Te desagrada el té negro?- pregunté con cautela
Negó con la cabeza y me miró. Sonreía, pero sus ojos reflejaban la más gélida tristeza. Mi corazón se encogió sentí la boca seca. Se había dado cuenta, lo sabía. Se había dado cuenta de que ese no era un té corriente.
- Es un aroma cítrico delicioso. Pero no viene de una fruta conocida, ¿verdad?
Sentí el frío de su mirada. Ya sabía que usar un veneno aromático era peligroso, pero esperaba que su olfato lo confundiese con naranja o limón, que pueden mezclarse perfectamente con el té negro. Ojalá se hubiese bebido el té sin hacer preguntas. Empezaba a arrepentirme de todo.
- ¿Es mi trono lo que deseas?
Sus ojos, sus palabras, su porte, su aparente delicadeza... Ella era la reina perfecta para los vampiros, pero yo no quería que lo fuera. No porque yo quisiera usurpar el trono, sino porque quería que fuese feliz e inocente, como lo solía ser en la adolescencia. Recordé los días en la academia, cómo venía corriendo para abrazarme. Pero, hasta para nosotros, quinientos años es mucho tiempo, era normal que su alma hubiese perdido brillo. Había tenido que ver como la vida abandonaba a nuestra hija en sus brazos; había tenido que gobernar a todos los vampiros mientras criaba a una niña por su cuenta.
Le sonreí, me ardía el corazón. Todo era mi culpa, aun así era yo quien quería llorar.
- No es necesario que contestes- dijo-. Debes tener tus propias razones, no tiene sentido que el asesino le diga sus motivos a la víctima.
Acercó las manos a la taza y se deleitó con su calor.
- He vivido mi vida entera esperando por ti. Todos estos siglos que has desaparecido yo todavía guardaba esperanza de que volvieras junto a mí. Y ahora que por fin apareces veo que me quieres muerta. Toda mi existencia está dedicada a ti, así que no tiene sentido seguir existiendo si tú ya no me necesitas.
No daba crédito a lo que veía cuando apuró la taza y bebió hasta la última gota del líquido. Quise detenerla, pero entonces recordé que había sido yo quien había desencadenado la situación.
- Es realmente una pena que una hierba tan sabrosa como esta sea tan venenosa- susurró-. Tal es su potencia que hasta podría ocasionarle problemas a un vampiro, ¿lo sabías?
Se levantó, el único sonido era el crepitar de los troncos en la chimenea. Caminó hasta mí con infinita gracia, su rostro estaba a apenas unos centímetros del mío. Nuestros alientos se mezclaban, olí muerte y destrucción emanando de ella, dolor y pena.
- Me iré, pero cumple mi último deseo: no me veas morir.
Me besó la frente con cariño y acarició mis cabellos una última vez. Desfiló hasta la puerta como si estuviese frente a sus súbditos: erguida y grácil, imponente y delicada. Sus órganos estaban siendo rápidamente destruidos por el veneno, pero ella se las arreglaba para mantener la compostura, aun destruida seguía siendo una magnífica rosa. Comprendí que todos aquellos años de soledad habían hecho mella en ella, tanta que su cuerpo no se retorcía ante el dolor físico de tal destrucción. Era admirable, una hermosa criatura legendaria.
Abrió la puerta de la sala unos centímetros y se giró hacia mí.
- Te esperaré una eternidad si hace falta.
Una lágrima rodó por mi mejilla y me quedé solo con el estruendo de la puerta. Su sonrisa y su voz en aquellas palabras habían sido las de hacía quinientos años, verdaderamente alegres y cariñosas. Pude escuchar el crujido de sus rodillas al estrellarse contra el suelo y su respiración entrecortada. Sus latidos eran más débiles a cada segundo; hasta que desaparecieron.
Aquella flor cuya vida había controlado acababa de marchitarse
8-1-2018
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Pensamientos escritos
Short StoryRealmente no sé qué escribir aquí. Esta es una recopilación de simples pensamientos que se cruzan por mi mente en momentos en los que mi mente loca y yo nos encontramos solas. Historias cortas, cartas de rabia, amor o despecho. Una ensalada mal com...