A cinco años p.2

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Después de la muerte de Karenn, Nevra había tomado una actitud distinta, derrotada...
...como si de un alma en pena se tratase. Con la muerte de la unica integrante de su familia que quedaba, se había quedado solo...
¡Ja! que asunto tan divertido...
No había pensado en eso hasta ahora, pero los tres jefes de la Guardia perdieron a su familia, tal como a mi me paso gracias a ellos, aunque por mi parte después de tanto tiempo pude superarlo sabiendo que fue lo mejor...
Gracias a ellos tuve lo que nunca imaginé...

En fin, el tiempo pasó, y con este mi embarazo, faltaba aproximadamente un mes para que mi hijo naciera; fue como cualquier embarazo humano, incluso algunas noches cuando dormía junto a Leiftan, el bebé me despertaba por los movimientos y pataditas que daba en mi vientre, a Leiftan le encantaba poner la mano sobre el lugar para sentirlo, una sonrisa tierna invadía su rostro cada vez que esto pasaba, pues eso significaba que su familia estaba a salvo.
Algunas otras veces incluso tenía antojos extraños de alimentos que preparabamos en mi mundo. Chrome y Karuto (que sabía nuestras intenciones contra la guardia, y realmente le daba igual lo que pasara con ella) aprendieron a prepararlos con los pocos recursos que teniamos. Digamos que mi embarazo fue una travesía que, incluso me atreveria a decir, nos hacia olvidar los rencores que llevábamos en nuestro corazón. Sólo esperábamos el nacimiento del bebé, pero no tomamos en cuenta que con él varios problemas llegarían...

Después de hablar con la enfermera que me cuidaba, se nos explicó a Leiftan y a mi que, ya que nuestras razas tienen características en común, sería inevitable que nuestro hijo naciera con ellas, ¿El problema? Eran características muy visibles: ambas razas presentaban cornamenta y alas...

Ambas características serían difíciles de explicar, ya que se suponía que ni Leiftan, ni yo poseiamos esos rasgos... para ellos seguíamos siendo un lorialet y una faery indeterminada; tal vez podríamos justificar la cornamenta, ya que al ser yo una raza indeterminada podríamos decir que eso viene de mi parte, era muy común ver personas con diferentes tipos de cuernos...

Pero las alas...

Las alas sólo eran pertenecientes a las tres grandes razas de eldarya, y dos de ellas se suponía que estaban extintas, la otra sólo podía obtener sus alas una vez forjado el fénix, y eran exclusivamente para él, y no es necesario mencionar que los fénix no tienen cuernos, esa opción quedaba descartada...

Por su parte, Leiftan investigaba alguna manera de poder esconder las alas del bebé. Él al ya ser consciente de sus actos, podía adapatar su forma escondiendo tales rasgos, sin embargo para un bebé sería imposible, ya que aún no estaba consiente más que de sus instintos naturales, y aparentar ser otra cosa no estaba dentro de ellas.
Otra opción era utilizar una posión, así como la que usaba Alajea para tener piernas, podría haber una para esconder los rasgos de Aengel, aunque encontrarla sería un verdadero reto; el único lugar en donde podría haber información era en la antigua biblioteca de Eldarya que había sido destruida, milagrosamente no por nosotros...

Aún no se resolvía el problema, y fue entonces que el día más anhelado y a la vez más temido llego...

Caminaba tranquilamente por el Cerezo, Leiftan estaba en reunión con Miko, una reunión importante para nosotros, ya que basándonos en las tácticas que implementaria la Guardia en esa reunión, los aliados atacariamos.
Era extraño para mi pensar en todo lo que pasaba, independientemente de todo lo que decían sobre los aliados en la Guardia, nunca me creia todo lo que decían, al contrario de lo que alegaban, los aliados eran personas que si tenían motivos en específico para odiar a la Guardia. No éramos inocentes, también había sangre en nuestras manos, incluso sangre de inocentes al igual que la guardia, pero nosotros sólo terminamos lo que ellos empezaron...

De pronto algo me saco de mis pensamientos, Ezarel estaba parado al lado del Cerezo, viéndome fijamente con una mirada extraña.
Me quedé quieta, no era la primera vez que él hacia eso, así que no me preocupé y seguí caminando; al mismo tiempo él avanzo hacia mi lentamente, no había nadie más al rededor.

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