Vivir Escondidos.
Los días pasaron, llegaron a ser meses en los que la relación de Minato y Hinata se mantuvo en secreto y probablemente sería así por mucho tiempo más.
Minato iba los fines de semana a casa de la pelinegra.
— ¡Buenos días! — dijo un día Minato luego de que Hinata abriera la puerta principal de su casa. En su mano derecha llevaba un ramo de flores, y en la izquierda llevaba un peluche que sujetaba una pequeña almohada, en la cual se leía un "Te Amo"
— ¡Buenos días, Minato-san! Es hermoso. — Dijo Hinata abrazándole, al tiempo que tomaba el peluche y lo dejaba con suavidad sobre el sofá de su casa. Jaló con suavidad a Minato de la camisa en dirección al ya nombrado sofá y cerró con una tranquila lentitud la puerta de su linda casa.
Minato se sentó sobre el sofá y Hinata se sentó sobre el regazo del rubio, acercando su rostro al e él y plantando un beso, uniendo así finalmente sus labios.
Tras unos segundos el beso se intensificó, por lo cual Hinata se separó riendo.
— Ah, ah, ah. — negó con su cabeza, al mismo tiempo que con sus palabras — Sabes que no podemos hacer nada. Esta situación no me agrada lo suficiente, Minato.
— Lo... Lo sé, Hina-chan. — dijo, separándose de ella, mas aún mantenía su mirada fija en aquellos ojos color ópalo — Lo siento, ¿te molesté?
— En lo absoluto — negó Hinata, mas aún así se levantó del sofá y se dirigió a su cuarto con Minato siguiéndola, quien aprovechó para llevar el peluche y dejarlo sobre la cama de la pelinegra.
Tras unos segundos de hacer nada, Hinata y Minato se sentaron en el suelo de la habitación. Estaban despreocupados ya que sabían que los padres de la joven no llegarían en un buen rato.
— Me siento joven contigo, Hinata. Siento que haces que vuelva a la vida siempre que te veo... — Tras decir esto acarició el rostro de la chica con una de sus manos y dejó un pequeño beso en la mejilla de esta — Deseo que esta situación acabe pronto.
Hinata se sintió súbitamente de mal humor.
No le gustaba que Minato hablara de la "situación". Él podría acabar con facilidad esta, aunque al parecer no quería.
Esta era una de las cosas que a Hinata le disgustaban de su relación, mas había cosas que amaba, como el día que fueron juntos a un parque de diversiones.
— ¡No, Minato! Me dan miedo las montañas rusas.
— Vale, entonces primero iremos a la rueda de la fortuna.
El rubio tomó su mano y la guió en dirección a la rueda, en la cual se montaron y tomaron varias fotos, tanto de ellos como del paisaje.
— Hay una leyenda, Hina-chan... — empezó a decir Minato, capturando la atención de la pelinegra, la cual se giró a mirarlo y dejó de tomar fotos. — la cual dice que las parejas que se besen cuando estén en la cima de la rueda... Tendrán un amor infinito.
Su pequeña cabina estaba a punto de llegar a lo más alto, por lo cual Minato se acercó a ella, quien estaba con un gran sonrojo recorriendo su rostro.
— ¿Me darías el honor, linda?
Segundos después la pareja se unió en un apasionado beso, la cabina se encontraba en la cima y como si de una película se tratase pasó una estrella fugaz, lo cual selló el destino de los dos amantes, el hilo rojo del destino había sido amarrado.
Los minutos pasaron y ambos se bajaron de la atracción, tomados de la mano.
Se dirigieron a bastantes juegos de estrategia y habilidad, donde Minato ganó un peluche de oso, el cual le regaló a Hinata.
— Querida... Creo que es hora de complacerme. — dijo el rubio guiñándole un ojo y señalando la montaña rusa. Hinata negó con rapidez. — Oh, ¡vamos!, no será tan malo, estaré junto a ti en todo momento.
— Minato, ¡me da mucho miedo! No quiero, móntate tú sólo.
— No iría a ningún lugar si tú no estuvieras en él.
Sólo eso bastó para convencer a Hinata
Ambos se montaron a la montaña rusa, tomados de sus manos en todo momento. Al final ambos lo disfrutaron y en la foto que se toma en el recorrido ambos salieron gritando y riendo de la emoción, era algo sorprendente debido a como se rehusaba la pelinegra al principio de la noche.
— Te dije que te iba a gustar.
Le dijo el rubio riendo tras oír a Hinata insistirle en que se montaran nuevamente en la atracción. Desafortunadamente el pase que la pareja había comprado solo le permitía montarse una vez a cada atracción por lo cual Minato tuvo que sacar esa idea de la cabeza de Hinata comprándole un par de caprichos.
Fueron a comer helados, compraron ropa en algunas tiendas, pasearon en un parque y finalmente dejó a Hinata en su casa, donde el día terminó, o al menos para Minato.
Hinata entró a su habitación, en la cual entraron sus padres segundos después con una expresión seria y los brazos cruzados, Hinata sabía que lo que venía era un regaño de parte de ellos, por lo cual se puso cómoda para oír el típico discurso, pero esta vez no era lo que ella suponía.
Le querían hablar de Minato.
Minato Namikaze.
Los ojos de la pelinegra se abrieron de par en par, nunca creyó que esta situación fuese a pasar, un sonrojo cubrió en gran parte su rostro y las palabras no podían salir de su boca, le era imposible poder pronunciar alguna debido a la vergüenza.
Sus padres únicamente le preguntaron acerca de la relación que tenían ambos y Hinata tuvo que mentirles, a pesar de que le doliese.
No le gustaba ocultarles la verdad a sus padres, por lo cual tras ellos salir de la habitación mordió una almohada con rabia, mientras las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos.
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Vivir Escondidos [MinaHina]
FanfictionHinata se ha enamorado de quién no debía, mas nada va a impedir su imposible amor.