Extra 1 [XXIII] Tetsurō.

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«Querido Kuroo:

Te escribo esta carta para que sepas que siempre, por siempre y para siempre, vas a ser mi mejor amigo.

Tu me ayudaste cuando me sentía mal, me diste palabras de aliento cuando estaba triste.

Son muchas las cosas divertidas y graciosas que he pasado contigo, y lloro sólo con recordar que no volverán a suceder.

Kuroo, mi bro, te quiero.

Eres una de las personas más importantes de mi vida, de mi mundo, de mi todo.

Si me dijeran que me dan 100 amigos si te entrego, les diría que no, me negaría y evitaría por sobre todas las cosas que te vayas, porque tu vales más que 100 amigos.

Tú, Kuroo, me ayudaste a salir adelante.

Perdón por romper esa promesa de hace meses.

Aún recuerdo cuando en segundo grado me fuiste a visitar al hospital, cuando me hice el quinto de los cinco cortes que hay en mis muñecas (tal vez pronto sean más).

Me dijiste infinidad de cosas hermosas ese día, fuiste de gran ayuda. Gracias a ti, a Akaashi y al vóleibol pude ver lo bonito de éste mundo, pude salir de mi negra burbuja de alquitrán que yo llamo "mi vida", para ver la hermosa pompa de chicle que a veces se vuelve el mundo.

Kuroo, amigo, hermano de otra madre, bro, compañero en las buenas y en las malas.

Jamás me olvides, porque, dónde sea que yo esté, aún pasados 10 años, voy a recordar cada travesura que hicimos.

Kuroo Tetsurō fuiste, eres y serás por siempre:

Mi mejor amigo».

- Bokuto Kōtarō.

Una de las tantas lágrimas que Kurō derramó leyendo la carta cayó sobre el papel, corriendo la tinta en la palabra "cortes".

Él no podía soportar el dolor que lo invadía, acababa de ver a su mejor amigo del alma irse de su lado, no podía soportarlo.

Él también recordaba las palabras que a Kōtaro le dedicó.

~ 4 meses antes de la graduación de 2do grado~

Kuroo había recibido un mensaje de la madre de su mejor amigo.

Era la quinta vez que el Búho iba al hospital por tal causa.

Llegó en el momento justo, cuando empezó la hora de visita, aunque era un hospital privado.
Preguntó por su amigo en recepción, dándole la enfermera las indicaciones y llevándolo hacia el cuarto. La madre del hospitalizado lo dejó pasar antes que ella, consciente de que le levantaría los ánimos a su hijo más de lo que ella iba a lograr.

- ¿Kuroo?– Habló Bokuto, que al parecer recién despertaba.

- Hola.– Se arrodilló al lado de la cama.– Es la quinta vez que me llaman por esto.– Mencionó, con una profunda seriedad.

- Lo lamento, Kuroo...

Su voz sonaba apagada. No vestía la típica vata de hospital, sino más bien un pants casual gris y una camiseta blanca. Su cabello no tenía el aspecto habitual de cuernos, al contrario, estaba hacia abajo, con algunos mechones salvajes cayendo en el rostro del rematador. Alrededor de sus muñecas había vendajes, las ya antes vistas vendas por sus intentos de suicidio.

- Dame espacio, por favor.– Bokuto, evitando apoyarse en las manos, se movió hacia adelante lo más que pudo.– A ver...– Lo tomó de la cintura y dejó espacio para sentarse detrás de él.

Extendió las piernas en la cama, dejando a Bokuto sentado entre ellas.

- Sé lo que vas a decir, Kuroo. Sé que está mal, pero no me siento bien nunca.– Abrazó sus rodillas, dejando su espalda pegada al abdomen de su mejor amigo.

Éste pasó sus brazos por debajo de los de Kōtaro, apretando su cuerpo contra él, sumiéndose en un cariñoso abrazo.

- Bokuto, voy a hablar contigo en este momento, y quiero que me escuches con atención.– Le advirtió.

- Está bien.– Le dijo, poniéndose de lado y hundiendo su rostro en el cuello de Kuroo.

Una lágrima cayó al
recordar.

- Bokuto. Tú más que nadie sabe que todos nosotros te queremos. Eres consciente de que nosotros, tus amigos, y ellos, tu familia, están aquí para ti.
Si tienes algo que te está lastimando solo necesitas decirnos, nosotros vamos a ayudarte, no nos negaremos. Y no lo haremos precisamente porque sabemos a lo que puedes llegar, Bokuto.
Sé que la depresión es muy mala, muy, muy mala, y no quiero verte sufrir más.
Bokuto, eres mi mejor amigo. Eres una de las personas que más quiero, sé que lo sabes.– El mayor asintió.

- Lo sé, Kuroo, lo lamento tanto.– Sollozó.

- No necesito tus lamentos, bro.– Secó sus lágrimas con la mano.– Eres una persona muy especial, muy buena. Tienes tanto potencial, amigo.
Te aseguro que si tú te vas dejarás un enorme hueco en el corazón de muchas personas.
Necesito que me prometas, Bokuto, que jamás vas a volver a hacerlo.
No por mí, no por nadie más.
Por ti y sólo por ti.– Enredó sus dedos en el veteado cabello de su amigo.

- Kuroo, lo siento.– Lloró.

- Sé que lo sientes. Pero prométeme que no lo harás de nuevo. Prométeme que harás todo lo posible por salir adelante, Bokuto, por favor.– El de ojos ámbar asintió.– Estás a punto de entrar a tercer grado. Tienes que ser un ejemplo para tus Kouhai.– Le dio un beso suave en la frente.

- Lo prometo. Prometo que haré lo que pueda para ser un sempai respetable, Kuroo...

- ¿Lo otro también?

- No volveré a lastimarme de éste modo. Lo prometo.

Ambos se quedaron abrazados, hasta que la madre de Bokuto entró y los encontró durmiendo a ambos.

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«Me lo prometiste»
Una lágrima surcó por su mejilla, las demás se atoraron en el borde de sus ojos.

«Me lo prometiste, Bokuto»
Comenzó a hipar, dejando de lado la vergüenza de que sus lágrimas fueran vistas por Kenma.

«Bokuto, por supuesto que no te olvidaré»
Dejó las rosas y el balón de vóleibol en su lápida, para después tomar la mano de Kenma y salir del cementerio.

- Tranquilo, mi amor.– Le sobó la espalda, tratando de calmar al mayor.

- Kenma.– Le abrazó, buscando consuelo.

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«Cartas De Amor A Mi Armador» [Haikyuu!!-BokuAka] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora