Extra 3 [XXV] Post Mortem.

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¿Qué?

Abrí mis ojos, encontrándome de frente la oscuridad perpetua. Respiré por primera vez, recibiendo con fuerza el dulce y frío aire de aquel lugar. Mis ojos lucharon con fuerza por encontrar algo a su alrededor, pero sus desesperados intentos fueron fallidos. La confusión reinaba en mi mente, a la vez que las sombras se envolvían alrededor de mi cuerpo, acariciando suavemente mi piel.

"¿Dónde estoy?"– Dije para mí mismo, mientras sentía mi cuerpo flotar dentro del vacío.– ¿Qué está pasando?– Me atreví a decir en voz alta, convencido de que en la soledad que me abrazaba en la penumbra, no había nadie que pudiera escucharme.– Acaso yo... ¿He muerto?

Traté de girarme, pero el escenario a mi alrededor era idéntico en cada parte. Miré mi cuerpo, que brillaba tenue, sin lograr regalar luz a lo que sea que me rodeara. La incertidumbre se hizo presente en los rincones de mi mente, mientras trataba de ver mi propia nariz frente a mis ojos, sin lograrlo. Mis manos estaban, mis piernas también, pero mi rostro estaba... ¿Vacío?

Ella... ¿Nunca me encontró?– Sentí como mis pulmones lloraban, sufriendo al procesar el penetrado aire que a duras penas podía inhalar. La figura de mi madre, oscura y tétrica, se puso de pie, al lado del estante con mis recuerdos más oscuros. Mis muñecas brillaban en un aterrador color rojo, mientras el resto de mí apenas se distinguía.– Así que yo, realmente me he ido.

Suspiré, mientras esperaba pacientemente que algo sucediera a mi alrededor, cualquier cosa. Floté sin saber aún donde me encontraba, mientras el silencio reinaba en ese extraño mundo y, tras pasar algunos minutos mirando el vacío, comencé a escuchar cada latido de mi corazón dentro de mí pecho. Escuchaba los beats en mi cerebro, además de las palpitaciones que impulsaba la sangre por mis venas. El ruido de mi boca, tragando la saliva que se acumulaba, se hizo presente con estruendo. Puse una mano en mi pecho, sintiendo con fuerza los latidos.

"Pero, si he muerto, ¿Por qué mi corazón late?"– Comprendí que las palabras que salían de mi boca no eran escuchadas, por lo que apreté mis labios y hablé conmigo mismo en pensamientos.– "¿Esto es todo lo que hay?"– Los cortes en mis muñecas me tenían confuso, pensando en si había valido la pena realmente.

Por un momento, creí sentir que daba vueltas en el aire, girando lentamente, pero sin detenerme. La percepción de mi entorno y mi posición en él eran inciertas, imposibles de calibrar por mi cuerpo flotando en la oscuridad. Fue entonces que mis oídos, hartos de escuchar sólo el ruido de mi cuerpo mismo, captaron un suave susurro a la lejanía. Desorientado, traté de encontrar la dirección de donde venía, agitando mi cuerpo para "nadar" mientras flotaba.
El susurro se convirtió poco a poco en ruido blanco, a la vez que se alejaba cada vez más de mí, mientras más trataba de acercarme.

¿Hay alguien ahí?– Susurré, rindiendome ante las sombras que me rodeaban.– ¿Hola?

Elevé la voz, escuchando el eco algunos segundos después. Me enderecé en el aire, sin siquiera saber si estaba de cabeza, de lado o realmente con la cabeza hacia arriba. Justo ahí, ¿Realmente existían las direcciones? ¿Acaso importaba mirar hacia algún lugar en específico?

— ¿Qué harás?– Escuché el débil eco de una voz, que no reconocí en absoluto. De nuevo, agité mi cuerpo en el aire, tratando de moverme. Sin embargo, no podía sentir ni el propio batir de mis brazos.– ¿Qué harás?– Repitió, aún más débil. Era como si pudiera ver mi cuerpo, pero hubiera dejado de sentir todo lo que me rodeaba, mis movimientos eran imperceptibles.

— ¿Quién eres?– Pregunté en voz alta, mientras miraba a mí alrededor con desesperación.– ¿Dónde estoy, qué es este lugar?

«Cartas De Amor A Mi Armador» [Haikyuu!!-BokuAka] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora