[XXII] Abriendo El Negro Sobre.

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«Akaashi:

Hoy, con ésta carta quiero despedirme de ti.

Hoy, con ésta carta quiero confesarme a ti, decirte mis sentimientos. Esas sensaciones que tengo cuando te veo, cuando hablo contigo y cuando me hablas tú a mí.

Pero, Akaashi, no tengo el valor de decirte en persona, además, sé que no los vas a corresponder. Tal vez por lástima, tal vez para no dañarme más.

Te escuché por accidente cuando hablabas con el entrenador.

¿Por qué no me habías dicho que te mudas lejos?

Si no me lo dijiste para no herirme entonces no estuvo bien.

Si me lo hubieras dicho a la cara hubiera sufrido menos de lo que hago ahora.

¿Recuerdas?

Tú me ayudaste a salir de esa horrenda depresión que me estaba destrozando. Tú fuiste quién me hizo ver la parte buena de la vida.

Si tan sólo me lo hubieras dicho no me habría enterado tres días antes de que te vayas.

Querido Akaashi:

Quiero que sepas que no hice esto para detener tu partida, porque si en mis manos estuviera que te quedes, no habría desperdiciado la oportunidad.

Cuando todo ésto termine quiero que sigas con tu vida. Quiero que evites que mis acciones afecten tu futuro.

Akaashi, no quiero que te lleves éste enorme peso sobre los hombros. Por medio de ésta carta te digo lo siguiente:

Akaashi Keiji.

Te amo.

Te amo con todo mi corazón, mi cuerpo y mi alma, mi querido armador.

Y es porque te amo y no puedo estar contigo que hago esto.

En el momento de tú te vayas de mi vida todo va a dejar de tener sentido.

Mi madre hace mucho que se cansó de mis intentos de suicidio.
Mi padre hace mucho que dejó de decirme que soy su orgullo.
Y tú te irás.

Perdón por mezclar mi declaración con todo este lío.

Pero, Akaashi, desde el principio esta carta no era de amor.

Eres lo mejor que me ha pasado, y no puedo estar más agradecido con quién sea que me dejó pasar estos años a tu lado, aunque no llegara a nada.

Te amo, y ahora que te vas, yo también quiero irme.

Te amo y jamás voy a dejar de amarte, Akaashi.

Te amo. Te amo. Te amo. Te amo.
Tal vez nos veamos, ojalá no pronto, en el otro mundo».

— Con amor, Bokuto Kōtaro.

Akaashi arrugó la hoja entre sus manos, sollozando.

Había terminado de leer la última de las cartas que su amado había dejado en una caja de su habitación.

Ninguna de las anteriores cartas fue enviada o entregada. Todas estaban escondidas debajo de la cama del ex ace de Fukurodani.

La madre de su compañero, con un gesto de sufrimiento en el rostro, se la había entregado.

- Estaba al lado de mi hijo cuando lo encontré. Tenía escrito "Para mi armador", inmediatamente supe que era para ti.

Leyó de una en una las cartas que el otro le había dejado, todas juntas, una después de la otra.
Siendo la última diferente a las demás.

La última de las cartas, al fondo de la caja, estaba dentro de un sobre negro. Escrita, sobre otra hoja del mismo color, con lápiz blanco.

La carta de suicidio de Kōtaro.

Yacía hecha una bola entre las manos de Akaashi.

Él, Kuroo, Kenma y los padres del búho estaban presentes.

Su madre había encontrado el cuerpo de su hijo en el suelo del baño, rodeado de un inmenso charco de sange y un bote de pastillas vacío en el suelo.

Las pastillas tardaban mucho, él no lo soportó. Tomó una navaja de afeitar nueva de su padre y la pasó sin piedad por sus muñecas.

Los cinco sentados en la sala de espera de la funeraria, dónde arreglaban el cuerpo de Bokuto.

Akaashi leyó las cartas ahí, pues ahí fue dónde la mujer le entregó la caja.

“- Kuroo-San...– Sollozó Akaashi, en los brazos de éste.– Dime que no es cierto. ¡Dime que no es cierto!

Kenma sobaba la espalda del número 5 del Fukurodani.– Akaashi, ya no podemos hacer nada.

Los tres adolescentes, incluso Kuroo, habían llorado hasta que sus ojos se secaron al enterarse de la muerte de Bokuto.

Kuroo y Kenma corrieron de inmediato hacía allá, tomando cualquier transporte.

Akaashi estaba en shock. Tardó en reaccionar, pero fue a la casa del chico lo más rápido que pudo.

El amado de Bokuto llegó justo en el momento en el que estaban subiendo a éste a la ambulancia.
Kuroo, Kenma y sus padres estaban afuera, llorando a mares.

Akaashi cayó de rodillas en medio de la calle.”

Sus padres, con piedad por su hijo que estaba de duelo, retrasaron su partida.

- "Lo lamento tanto, Bokuto-San"
Pensaba el armador, llorando a mares en el entierro de su estrella.

Todo el Fukurodani estaba presente. Lloraban.

El Karasuno había viajado hasta Tokyo.
Hinata lloraba a mares, Kageyama lo consolaba apretando al pequeño contra su pecho.

Nadie pudo contener las lágrimas.

La familia de Bokuto estaba presente.
Ellos también lloraban.

Sus amigos estaban ahí.
Llorando.

Él estaba ahí.
Sufriendo.

Una blanca rosa cayó sobre el féretro del rematador, seguida de otra, y otra, y otras más. La familia tiraba rosas blancas.

Su equipo tiraba petalos rojos.

Sus mejores amigos y enamorado, tomando una única flor con la mano, tiraron una rosa negra.




Días después, en el lugar dónde había sido enterrado, su lápida mostraba una frase.

"En memoria de Bokuto Kōtaro, buen hijo, buen amigo, mejor persona"

Dejó el ramo de rosas rojas. Kuroo había pasado antes a dejar otro, junto con un balón de vóleibol.


- Yo también te amo, Bokuto Kōtaro.

«Cartas De Amor A Mi Armador» [Haikyuu!!-BokuAka] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora