Al anochecer la ciudad cobraba vida, las calles cubiertas por el dulce velo de la noche eran testigos de infinidad de secretos, amantes prohibidos encontrándose bajo su dulce cobijo en busca de alivio; en cuanto el sol se ocultaba el verdadero rostro de los humanos se mostraba, dejaban de lado su faceta honesta y dejaban surgir sus bajas pasiones, buscando diversión en alguno de los tantos bares y burdeles que había en la ciudad; entre todas esas personas en busca de olvidar sus vidas cotidianas y obtener una buena noche se encontraba Magnus Bane.
El Sr. Bane es un hombre rico y atractivo que no necesitaba pagar para tener a mujeres y hombres a sus pies, pero como cualquiera que ha caído en la lujuria dejándose arrastrar por sus deseos más profundos quería saber que se sentía el pagar por sexo, así que con ayuda de su amigo Rafael encontró el lugar perfecto para pasar una buena noche, en ese lugar solo iban personas como él, personas importantes que no querían ser señaladas en la calle por haber ido a un prostíbulo, "Idris" era el lugar perfecto para saciar los bajos instintos sin tener el temor de ser descubierto, puesto que cada empleado estaba advertido, si alguno contaba algo a otra persona fuera del local su cadáver sería encontrado a la mañana siguiente flotando en el mar, y si por milagro lograban salvarse y huían, su familia pagaría el precio de su traición, por lo tanto nadie querría arriesgar su vida o la de sus seres queridos.
El edificio era enorme e imponente, las calles se encontraban vacías a su alrededor, pareciera que nadie habitará allí, si Magnus no supiera lo que era ese lugar juraría que era una iglesia o un museo, con cautela se acercó la puerta y un mayordomo la abrió antes de que pudiera tocar siquiera, lo cual lo sorprendió, pero no esperaba menos de un lugar tan exclusivo; Magnus le entrego una invitación, sin ella nadie podía pasar, solo pocas personas conocían ese lugar y entre ellas la invitación era la llave para conocer "Idris", el mayordomo al comprobar su autenticidad al escanear el código en la tarjeta lo dejo pasar.
A pesar de que el exterior parecía abandonado, el interior era todo lo contrario, el lugar era hermoso, había un largo pasillo decorado por múltiples fotografías de distintas ciudades, bajo cada fotografía se encontraba un florero lleno de rosas rojas sobre un pedestal, el piso era de madera cubierto por una gruesa alfombra roja con detalles dorados, las lámparas que colgaban del techo parecían poseer diamantes e iluminaban el inmenso pasillo -¿Le informaron cómo se realizan las cosas por aquí?- Magnus miro al mayordomo y negó con la cabeza, Rafael solo le había conseguido la invitación y le había suplicado no ser imprudente, pero jamás le había contado que había reglas.
-Este lugar no es como cualquier burdel o prostíbulo, aquí nadie es tomado por la fuerza, nuestras chicas y chicos son los que eligen a sus clientes, si el cliente acepta suben a una habitación durante una hora o lo que ambos acuerden, ambos son libres de elegir el tiempo que deseen pasar juntos, por el contrario, si usted no lo acepta nuestro chico se retira y usted espera a otro, pero si ninguno de nuestros chicos lo elige, usted debe marcharse ¿entendido?- Magnus asintió, le gustaba el sistema del lugar, ahora estaba más confiado, al parecer podría llegar a tener una gran noche.
Al llegar al final del pasillo se abrieron unas grandes puertas de madera, Magnus entro a una gran sala adornada por rosas de distintos colores, en el techo colgaba un hermoso candelabro de cristal y había varios sillones de madera y terciopelo rojo donde varias chicas se encontraban sentadas, cada una usaba ropa diferente, algunas se encontraban en lencería muy provocativa, otras estaban correctamente vestidas sin mostrar nada de piel y había unas que portaban un látigo en la mano o un collar en el cuello, Magnus entendió que incluso para recibir a los clientes ellas podían elegir lo que más quisieran.
De entre todas las chicas presentes, destacaba una hermosa chica de cabello y ojos negros, parecía una diosa, usaba un vestido negro ceñido a su cuerpo que enmarcaba sus curvas con corte en V en el escote resaltando su busto, sus labios se encontraban pintados de un rojo brillante y su forma de caminar demostraba que se sabía dueña de una gran belleza, Magnus estaba petrificado, la chica en cuanto cruzó una mirada con él comenzó a acercarse, los otros hombres que estaban en el salón también la observaban con la lujuria brillando en sus pupilas, todos parecían hechizados por su belleza -Lo lamento, pero no eres mi tipo, aunque debo admitir que eres hermosa- La chica le dedico una hermosa sonrisa a Magnus, tan hermosa que parecía un ángel, pero así como su sonrisa apareció se esfumo convirtiéndose en una bofetada, Magnus la miro anonado y la chica comenzó a hablar.
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IDRIS
Short StoryEn Nueva York habia un lugar exclusivo para hombres ricos donde podían pasar una noche placentera a cambio de dinero, con la ventaja de que todo lo que pasaba en Idris se quedaba en Idris. Magnus quería saber lo que se siente pasar una noche con alg...