La vida pocas veces nos da lo que queremos, otras veces, simplemente nos quita lo que más amamos, dejándonos con un hueco que parece que nunca se llenará… Y aquí estoy yo, en frente de unos escaparates, en medio de un centro comercial, mirando con nostalgia algo en específico, una cosa que, para muchos, no tiene un valor más allá del precio de venta que tiene la tienda para este artículo. “Simplemente son unas gafas oscuras de color magenta”, es lo que diría cualquiera que no la haya conocido en vida, a aquella pony tan especial y virtuosa, a quien fue mi madre, mi hermana y mi mejor amiga al mismo tiempo…
Mi historia no es diferente a la de la gran mayoría de “huérfanos” en “Las Pegasus”, una noche de felicidad en un cuarto caro de algún hotel de casino, que terminó en “desgracia” para alguna yegua “desafortunada”. Simplemente, hijos no deseados, en una ciudad llena de deseos.
Solamente que la suerte golpeó la puerta del orfanato muy pronto a mi favor.
Era muy pequeño para saber que era “raro” tener 2 mamás, en lugar de una y un padre, pero las apreciaba bastante a ambas, y las sigo apreciando, me dieron un hogar en una linda y tranquila ciudad, el cariño y amor que mi verdadera madre nunca me habría dado, además de una educación musical mejor que la que recibían la mayoría potrillos en escuelas de música por esos días.
Fue extraño crecer sabiendo que ninguna de ellas era mi verdadera madre, puesto que me trataban como si fuese su hijo realmente, y no uno adoptado. Me cuidaban, mimaban, consentían y ese tipo de cosas que hacen las madres, bueno, por supuesto, también recibía regaños y castigos de su parte, pero nunca eran sin motivos. De hecho, esos eran minoría, en comparación a los cariños y felicitaciones que recibía.
A los 5 años ya sabía como usar una mezcladora y un sintetizador, no correctamente, pero sabía más o menos qué funciones tenían algunos botones, a los 7, mi mamá Octavia me enseñó solfeo y composición de armonías rítmicas, más tarde, a los 8 años, aprendí que el canto no era completamente lo mío, pero sabía cómo compensarlo con los sintetizadores y algunas notas acústicas cercanas a mi tono de voz, claro, estaba pequeño y mi voz era un desastre por lo aguda que era, pero aún así, eso me ayudó a afinar mi oído. A los 10 años aún era el único potro en el colegio que no conseguía su Cutie Mark, vaya que eso pegó fuerte, ya que era el motivo de burla de la mayoría mi salón de clases en la primaria de Ponyville, según me contaban algunas amigas de mis mamás, en la generación anterior a la mía, habían tres chicas que no consiguieron sus Cutie Marks hasta que estuvieron a punto de salir de la escuela, vaya que no era una gran motivación, ni muy reconfortante, pero me daba un mínimo de esperanzas de encontrar en lo que sería realmente bueno. Intenté probar con todo, era bueno en carpintería, en repostería, en la cocina en general, fuera de los pasteles y tipos de pan, era malo, pero sabía defenderme de cierta forma usando las recetas alternativas de una de mis mamás, ya que, según mamá Octavia, Vinyl era demasiado perezosa para hacer algo complicado, a pesar de ser un unicornio, y que, además, extrañamente le salían bien las “re-recetas” como le gustaba llamarlas. Aún recuerdo una de sus conversaciones en la cocina mientras esperaba el desayuno.
—¡Vinyl! ¡Te saltaste la mitad de los pasos! ¡Eso va a saber horrible! —reclamó Octavia observando el platillo que había hecho su amada.
—Tranquila Tavi, mira, si a “J” le gusta significa que no necesitaré usar más mis “Wubs” que tanto te desagradan para darle ese ritmazo a la casa mientras cocino —contestó la unicornio de crin y cola de diferentes tonos de azul y pelajes blancos como la nieve— Además, lleva los mismos ingredientes, no hace falta hacerle un baile hawaiano para que sepa mejor, amor.
—Te he dicho mil veces que no me llames por ese sobrenombre, y menos con nuestro hijo al lado, es… raro, además, no se llama “J”, su nombre es Dynamic Melody —volvió a reclamar la pony de melena gris para dar una larga pausa antes de volver a hablar— … está bien… si a él le gusta como cocinas, supongo que no estará del todo mal…
—¡Le va a gustar tanto como adora tus canciones en el chelo Tavi!
Y en efecto, la comida que preparaba me encantaba tanto como las pequeñas sinfonías que tocaban para mí, así que decidí aprender todas sus recetas y canciones por igual, y de no ser por esas recetas, habría suspendido el curso de cocina, aunque, igualmente terminándolo no volví a tocar la cocina de una forma “profesional” en mi vida.
Sus discusiones sobre cual sería mi nombre no terminaron hasta que no conseguí mi Cutie Mark, la cual, es una mezcla entre sus Cutie Marks, con la diferencia de en lugar de ser una corchea doble, es una simple, y al lado una clave de Fa. Resultó que la conseguí por un accidente mientras practicaba con una pequeña banda en la escuela, ya que había confundido las partituras de los instrumentos, haciendo que sonara bastante diferente a como debía de sonar, pero sin perder que sonaba bien, de hecho, ese “arreglo” fue utilizado en una presentación importante para la escuela a los pocos meses.
Oh, cierto, no he dicho mi nombre, bueno, creo que viene siendo hora; me llamo Jazzy Draft, y soy uno de los últimos “DJ” que quedan en Equestria, trabajo que tome en honor a DJ-Pon3, como la mayoría llegó a conocer a mamá Vinyl.
Y de hecho aquellas gafas oscuras tan particulares son aquellas que ella utilizaba; afortunadamente terminaron aquí después de su muerte.
Costarán una fortuna… Pero valdrá cada bit volver a tener lo único que me falta de sus “recuerdos”.
<Micro update de la historia de mi OC/"Pony-sona", aún me falta un tanto de lo que en sí es su historia>
ESTÁS LEYENDO
Les Histoires De Vicenza
RandomFinales alternos, historias base que puedo ir modificando, "tarjetas" de personajes, etc. Encontrarás cosas que se me vengan a la mente. ALMOST ALL RIGHTS RESERVED: @zViolettaLM