Capítulo 8. Un Descanso

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Comprendí de quien se trataba por eso tanta tranquilidad, esto me preocupaba mucho más de lo normal. Aun así necesitaba relajarme un momento antes de presentarme ante Daniel y tomar una decisión. No quería equivocarme, debía pensar en todos y las consecuencias que podría traer, las cuales ninguna era buena, necesitaba tener mi mente clara para poder pensar bien en lo que haría.

-Eliana ¿Está bien? ¿Qué sucede? ¿Qué le ha dicho? Eliana- Alan me sacó de mis pensamientos, no sabía cuánto tiempo había estado callada pero por el rostro de Alan había sido bastante

-Sí, solo que deberíamos llegar pronto al campamento. Las cosas se están complicando y justo ahora me encuentro bloqueada, no sé qué podemos hacer- casi me desesperé por lo que me senté a la orilla del riachuelo para jugar un poco con el agua mientras pensaba

-Podríamos comenzar con relajarnos un poco. Si entramos en desespero será imposible pensar con claridad, así que conserva la calma, le ayudaré- me habló suave sentándose a mi lado por lo que sonreí

-Dos cabezas piensan mejor que una ¿no es así?- le comenté agradecida

-No había escuchado eso pero si, tienes razón-

Al cabo de un rato Cleindes nos introdujo un poco más para que observáramos su lugar natal, mientras algunas hadas se encargaban de los caballos. Realmente era algo mágico y encantador, todas las flores, los animales, había árboles de diferentes formas tamaños y colores, setas, piedras, la continuidad del riachuelo.

-Por hoy descansen aquí- nos comentó Cleindes animadamente

Nos dejó en un lugar rodeado de arbustos de rosas de diferentes colores, el césped verde y los arboles alrededor con la luces de las hadas, sonreí ante el acto de Cleindes.

-No se preocupen, es casi imposible que alguien encuentre este lugar, la única manera es que realmente sea necesario y aunque lo vieran pasarían de largo sin percatarse- nos habló y le comenté a Alan lo que había dicho

-Es magia de la Diosa de Blanco ¿verdad?- le pregunté

-Sí, solo tú, Alan, Daniel y Elena pueden encontrarlo- me sonrió

-Gracias Cleindes- le respondí sinceramente

-Hada Cleindes, le estoy completamente agradecido por hospedarnos en su hogar, esperamos no molestar- hizo una reverencia. Su caballerosidad no tenía límites y me gustaba, sonreí con gracia ante su actitud y Cleindes se reía por lo bajo aguantando las carcajadas que quería soltar

-Dice que acepta tu gratitud y que somos bienvenidos siempre- le comenté a pesar de que la maleducada no había dicho nada sino sonar su campanilla por resistir la risa

Una vez que Cleindes se fue Alan se recostó en el césped y me coloqué a su lado mirando al cielo, esa noche era estrellada, la luna se veía un poco más grande pero no lo suficiente, estaba en su etapa creciente, me gustaba estar tranquila y segura después de tanto tiempo, sin tener que preocuparme que si cierro los ojos alguien podría atacarnos

-Es un lugar bastante hermoso ¿no lo crees?- le comenté a Alan buscando conversa

-Sí. No deseo salir de aquí, es la primera vez que respiro tanta paz por una noche entera- él miró las estrellas con tranquilidad

-Si te soy sincera, desde que llegué aquí siento que pertenezco a algún lugar-

-¿No tenías amigos o algún prometido?- me preguntó curioso

-Si- le dije con una sonrisa para que él suspirara pesadamente provocando que yo sonriera con gracia -Tengo dos mejores amigos, vivía con ellos y admito que era genial- lo vi sonreír con alivio

Luna Sangrienta (La Princesa de Blanco 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora