Capítulo 2

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Por un momento me vi en la necesidad de hacerme la loca y fingir que no sabía de qué hablaba, y por supuesto, fingir que ni siquiera tenía mi celular en el salón, sin embargo, David no pudo aguantar la presión y ya está frente al escritorio con su...

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Por un momento me vi en la necesidad de hacerme la loca y fingir que no sabía de qué hablaba, y por supuesto, fingir que ni siquiera tenía mi celular en el salón, sin embargo, David no pudo aguantar la presión y ya está frente al escritorio con su celular en mano.

El profesor Evans levanta tranquilamente su mirada hasta dejarla caer en mí, me mira con advertencia e ¿Intriga?, su mandíbula está dura y alzada de manera leve mostrándose superior, remarcado que él es la autoridad en el salón y que yo tengo que obedecer.

Camino arrastrando los pies, en mi espalda ya puedo sentir la mirada de todos y el maldito silencio que se hizo en el lugar me pone los pelos de punta. ¡Malditos chismosos!

«Venga, invéntate algo» «Sal de estás, él no puede leer la obscenidades que escribiste», me grita la voz chillona en mi cabeza. Me muerdo la lengua porque no sé qué excusa decir para salir de está, mis cincos sentidos saben que si el profesor llegará a mirar esos mensajes aparte de decepcionarse de mí, de nosotros, nos sacará de su clase; y está es mi clases favorita, es como mi básico ahora que vaya a la universidad.

«Estúpida»

Evans no aparta la mirada desafiante y llena de prepotencia, usualmente me mira como mira a todas sus demás alumnas; sin importancia o relevancia, una mirada fugaz. En pocas ocasiones lo había visto con esa mirada fría y de ellas ninguna hacía mi destinos... hasta ahora. ¡Vaya que es intimidante!

Los estudiantes que tuvieron la mala suerte de hacerlo enojar comentaban que era el hijo del diablo al momento de dar su castigo y que jamás dejaba pasar una falta, que era un hombre de mucho orgullo y carácter fuerte, entre otras cosas del mismo estilo. Saberlo hizo que el pánico se hiciera más presente en mi sistema.

No sabría cómo reaccionar si el profesor me diera un castigo aunque sea la mitad de fuerte en comparación a los otros que ha puesto.

No soy una alumna ejemplar en el instituto, ni saco diez en todas las materias, ni todas me gustan o pongo si quiera algo de atención, pero en esta materia siempre ponían mi cien por ciento cada vez que podía y ni siquiera era el hecho de querer quedar bien con el «guapísimo» maestro o "querer llamar su atención" como algunos boca suelta pensaban, lo hacía porque de verdad me apasiona su clase, me gustan las leyes y sí se trata de ello cualquier tema siempre tendrá mi atención.

Por eso mis manos sudan y de pronto siento mi garganta seca; no quiero perder la materia, no quiero que me expulse de su clase. Porque siendo sincera no me importa mucho que lea los mensajes sino la consecuencia que esa tontería traerá.

Mi mano tiembla un poco al sacar el celular de mi bolsillo trasero, lo pongo sobre la mesa sin esperar a que el maestro me lo pida, justo a un lado del mío se encuentra el celular de David. Miro por el rabillo del ojo a mi amigo y parece tener la misma tensión que yo, aunque a diferencia de mí él está así porque, bueno, exactamente no sé la razón pero me imagino que es por el hecho de que el profesor Evans sabrá que está enamorado de él y por esa razón lo sacará de su clase para evitar problemas.

Clases, letras y besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora