Al día siguiente de la peor cita de la historia, recibió un mensaje de texto de Julián.
Perdóname, me comporté como un idiota. ¿Me das otra oportunidad?
—¿Este crío está loco? —dijo Jorge cerrando la aplicación e ignorando el mensaje—. ¿Después de lo de ayer? ¡Jamás!
Estaba concentrado trabajando en una estrategia de mercadeo para su último cliente y era trabajo que requería toda su atención.
Su teléfono volvió a vibrar. Curioso levantó el dispositivo y vio otro mensaje de Julián. Lo ignoró.
El móvil continuó vibrando, indicándole que estaba recibiendo más mensajes.
Hastiado, levantó el teléfono y se puso a leerlos.
Sé que te debes preguntar por qué debes darme otra oportunidad después de mi comportamiento de ayer.
Honestamente, fue porque me aterré.
Me intimidaste cuando fuimos al restaurante, tanto que supe que no estaba a tu nivel.
No supe manejar la situación.
Si me das otra oportunidad no volverá a pasar.
Después de eso, un montón de emoticones de corazones, unas manos juntas y otros íconos aparecieron.
Volvió a dejar el móvil y continuó trabajando en la propuesta. Sin embargo, la siguiente vez que vibró lo tomó de inmediato.
No me dejes en visto.
Vamos, responde que sé que los estás leyendo.
No. Jorge no tenía tiempo para eso ahora. Lo haría esperar hasta que terminara la propuesta.
Sabía que le daría una segunda oportunidad, no porque el joven la mereciera. Si no más bien, porque, aunque no resultara una relación de esas salidas, quería darse la oportunidad de tener un amigo que lo comprendiera. Alguien que supiera las dificultades por las que estaba pasando. Que le ayudara a explorar el "territorio gay" por llamarle de alguna manera.
Al salir del trabajo, decidió llamarlo por teléfono y ver si había algo que podían rescatar.
—¡Gracias a Dios que te comunicaste! Estaba por volverme loco. —Fue lo primero que dijo al responder.
—Hola a ti también.
—Ay. Y ahí voy de torpe de nuevo. Hola. Lo siento, fui un grosero. De verdad, lo lamento. No sabes cuánto. Me di cuenta de que estamos en categorías totalmente diferentes. Tú eres...
—Basta, detente ahí. Ya me lo explicaste en los mensajes y en parte entiendo a lo que te refieres. Al ponerme en tu lugar, pude comprender por qué te sentirías un poco intimidado. No te culpo, ¿sí? No estoy seguro si quiero intentar tener una relación amorosa contigo, pero no me vendría nada mal un amigo. Si quieres, empecemos por eso. Conozcámonos mejor y si en el futuro, decidimos que es algo que queremos explorar, pues démonos la oportunidad. ¿Qué dices?
—Oh Dios. En verdad lo arruiné, ¿no? Perdí toda oportunidad contigo. Oh, mierda —se le quebró la voz.
—Oye, eso no fue lo que dije. Sugerí que si en el futuro decidimos...
—Yo —interrumpió—. Lo lamento. Por favor, te lo suplico, solo dame una cita más. Si no te parece, haremos lo que tú dices, pero te lo suplico, solo una vez más.
Suspiró.
—Mi niño —dijo resignado. No podía escucharlo así de triste. No es que él fuera un gran partido, pero el joven así lo hacía sentir—. De acuerdo.
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Amor en el parque
Short StoryJorge es un hombre solitario cuyo único motivo para vivir es su pequeño hijo de tres años. Como ya es costumbre, el único día de la semana que le es permitido relacionarse con él, lo llevó al parque de siempre. Lo que jamás esperó, fue que el amor l...