The Key to My Heart

Pretty

Bonito.

Esa era la palabra que Minho llevaba buscando en su mente para poder describir el como se veía Kim Kibum ante sus ojos en ese momento.

Siempre creyó que la única persona digna de dicha descripción en su grupo era Taemin, sin embargo el menor tenía rasgos muy finos y delicados, que con una peluca larga fácilmente podía pasar como chica. Claro, eso cambiaria con el tiempo.

Con Kibum era diferente. Si bien en ocasiones Key podía ser un poco "afeminado" por detalles como tomarse el tiempo para arreglarse o por amar las películas románticas o por ser un fan de la moda, él era masculino a su manera, demandante y dominante, competitivo en momentos y alguien muy seguro de sí mismo.

Esas cosas fueron las que Minho odió, envidió y actualmente admiraba del mayor por meses. Kibum era alguien intrigante y divertido pese a ser tan diferente de él, a pesar de ser polos opuestos, le gustaba y de alguna manera sentía que complementaba su vida.

Minho sentía muchas cosas bonitas por Kibum, nada diferente a lo que sentía por sus otros amigos, pero a ninguno de ellos los veía de la manera en que veía a Key, como si fuera la cosa más preciosa del mundo, deseando despertar todas las mañanas con ese bello rostro a su lado.

Kibum se veía especialmente hermoso con el nuevo look que le habían escogido para el comeback que tendrían, el cabello negro alaciado, el fleco recto pero cortado de lado y los mechones en rojo.

Luego estaba él, con su cabello largo, un poco ondulado, amarrado en media cola. Realmente no estaba seguro de si ese estilo le iba bien, no estaba del todo seguro de la reacción del público, por lo que se veía constantemente al espejo, acomodándose sus mechones rebeldes.

—Te ves guapo.

Allí estaba, la persona responsable de sus resientes desvelos. Parado a un par de metros de él, con su ropa roja y negra que usaría en la filmación del MV. Cruzado de brazos, apoyado en el marco de la puerta.

Minho hubiera sonreído si no fuera porque estaba hecho un lio de nervios. Esa mirada filosa e intensa, parecía verle hasta el alma.

—¿No está un poco revuelto? —soltó solo por decir algo y no quedarse callado como un idiota.

—Sep, pero yo te ayudó con eso. —se acercó a él y le tomó de los hombros, haciéndolo retroceder hasta que cayó sentado en el sofá negro que había allí.

Kibum se posicionó detrás del respaldo y empezó a ayudarle con su cabello. Sintió los delgados dedos peinar sus castañas hebras y casi pudo haber "ronroneado" de lo gustoso que se sentía.

Notó como sus mejillas se coloraban por el reflejo del espejo de cuerpo completo que estaba frente a él. Luego se fijó en el concentrado Key, que se mordía el labio como era una mala costumbre suya cuando estaba enfocado en algo.