VI

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Sintió un exquisito olor a rosas. Era leve, pero muy notable. Jimin aspiró todo lo que pudo, y luego soltó el aire.
El desconocido había prometido contarle todo, pero que antes se diera una ducha.

"-Antes de contarte nada, por favor dúchate. Siento tu olor desde aquí."

Jimin no olía nada, más que el perfumado olor a rosas. Deambuló por aquella mansión, siguiendo las instrucciones que le había dado. Seguir por el pasillo, girar a la derecha, bajar las escaleras, y finalmente girar a la izquierda, supuestamente el baño tenía la puerta de un color llamativo.

Bien, Jimin lo tenía. Pasillo, derecha, escaleras, izquierda. Era fácil.

Cuando bajó las escaleras por fin, empezó a observar el lugar. Se veía bastante tétrico, cualquiera pensase que las mansiones estarían llenas de lujos. Tampoco es como si esta no los tuviera, pero se notaba un fuerte descuido en ella. Jimin se acercó a la gran puerta, y tiró de ella. Estaba cerrada, como no. Se giró analizando el ambiente.
Los muebles que adornaban lo que estaba bastante seguro que era la entrada principal, estaban cubiertos por el polvo. Habían más velas que iluminaban algo la habitación, pero no ayudaban mucho.

¿Quién, por Merlín, en su sano juicio sigue usando velas en plena actualidad?

Jimin observó por encima suyo: se encontraba una gran araña de cristales blancos y azules, que reflejaban los pequeños haces de luz de las velas. Eso se veía muy sofisticado.

Contra una pared, escudriñó una estantería, con lo que parecían libros de... aburrida historia. Justo al lado, había un gran jarrón con rosas marchitas. Quizás el olor venía de allí.

Se desplazó por el lugar, entrando a una pequeña salita donde habitaba un piano forte, en perfectas condiciones. Lo único que había allí sin tanto polvo. El suelo parecía no haberse limpiado por años, y las ventanas estaban eclipsadas por grandes cortinas rojas.

Supuso que no había más que ver, así que buscó la puerta del baño.

Cuando la pudo hallar, le dio bastante asco girar el picaporte sucio. Empujó, terminándola de abrir, encontrando una habitación oscura.
En unos segundos, unas velas se habían encendido. El baño también estaba sucio.
Aunque le pareció raro el acto de las velas, lo dejó pasar. Habían ocurrido tantas cosas raras, una más, una menos, no hacían la diferencia.

La bañera, alta y con patas de un dorado brillante, resultó estar limpia. Se quitó cuidadosamente la ropa, dejándola colgada en un perchero. Se bañó con bastante parsimonia. Al salir, le pareció ver un movimiento fuera de la habitación por el rabillo del ojo. Se vistió una vez seco, a toda prisa.

Fuera estaba todo más oscuro aún. A lo mejor se apagaron unas cuantas velas. Deseó en ese momento tener su celular y usar la linterna.

Caminó hasta el pie de la escalera, y al llegar, todas las velas se encendieron para iluminar exquisitamente el lugar. En lo alto, estaba alguien de espaldas con lo que parecía... ¿una capa?

Jimin carraspeó, llamando la atención de esa persona.

Pero en un abrir y cerrar de ojos, ya no estaba ahí.
En ese breve lapso de tiempo, Jimin sintió un dedo golpear su hombro. El corazón le latía alborotado del miedo.
Jimin se giró lentamente, inspeccionando a la persona que tenía delante.

Aquel hombre, tenía una tez increíblemente pálida. El pelo castaño, aparentemente brilloso y suave, le caía sobre los ojos, profundamente negros. Sus labios eran de un fuerte color rojo, casi tan rojo como la sangre. Su piel parecía saludable y joven.

El hombre alargó su mano, indicándole a Park Jimin que se la estrechara.

Éste la notó asombrosamente fría.

-Un placer conocernos al fin. Mi nombre, es Min Yoongi.

***

inmortal ; yoonmin [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora