El tiempo, tan volátil, tan inescrutable. Convirtiéndose en un cometa habitando en sus suaves y delicados brazos; apreciando su perfume, percibiendo su piel, degustando sus labios.
El tiempo, tan tedioso, tan duradero en la habitación de un hotel de mala muerte. Viendo un programa de segunda. Escuchando a los vecinos consumar el acto sexual.
El tiempo. Un arma de doble filo, abundante para amar a alguien, escasa para disfrutar la vida.
La muerte me llama como mi abuela a la hora de cenar.
Carlos J. Hernández G.
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Jaula de letras
PoesiaCada persona posee un insaciable anhelo de destilar el sentir de su corazón. Yo lo hago en la calidez de las letras. Todos los derechos reservados.