Acarigua

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Tierra de embusteros y viles
Furcias y sutiles
Dónde las iglesias son lascivas y verdes por el yerro
Dónde los árboles nunca mueren y las flores no son efímeras
Y los ancianos no viven cien años Dónde los vesánicos son cotidianos, como el céfiro de un dios naciente.
La justicia no existe y la oscuridad es recibida como una vieja amiga.
Y el pan no se encuentra en la mesa, si no allá, en la bolsa negra.

I

El cielo permanece en un duelo constante; el grisáceo y el cerúleo son los combatientes predilectos de este atroz combate.

Las gotas impactan el pavimento, como balas al pecho.

El bien y el mal van de la mano, como dos grandes hermanas
Toda la belleza de esta ciudad se marchó con la llegada del primer dictador.

Quisiera contar algo bello de esta ciudad, pero no hay nada que narrar.

Jaula de letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora