A ellos simplemente no les importaba el acelerado volar del tiempo, mientras estuvieran juntos, vivían al máximo y disfrutaban de la efímera compañía del otro, les encantaba conversar y cuando habían ocasiones para darse, no querían separarse.
— ¡Oh, por Dios! Mira la hora que es, no quiero llegar tarde a casa otra vez, creo que sería conveniente que nos marcháramos ahora.
—Tienes razón, creo que es el momento perfecto para irnos. Además, no queremos que se vuelva a repetir lo de tu incidente.
—Tú no dejas pasar nada, ¿verdad? —interrogó divertida con una cara de complicidad.
—Así es. —Guiñó el ojo izquierdo.
Esta vez para el local todavía no era hora de cerrar las puertas al público, pero el par de amigos había decidido que serían precavidos y se irían a sus respectivas moradas relativamente "temprano". Antes de partir, se despidieron de cada uno de los pocos empleados que aún continuaban trabajando.
Tan pronto como sus pies alcanzaron la calle formada por piedras, una salvaje corriente de aire recorrió sus espinas dorsales y el ambiente afuera se sentía un tanto inusual.
Los dos pares de ojos dirigieron su interés hacia el negruzco firmamento y observaron con curiosidad como las masas de vapor se conglomeraban a lo lejos, de un momento a otro, potentes destellos comenzaron a hacerse notar entre la densidad, otro intenso viento los golpeó y eso fue todo en el espectáculo preambular.
—Es necesario que nos demos prisa —anunció el rubio nervioso por el venidero escenario—; además, está haciendo mucho frío.
Dieron unos pasos hacia adelante pero luego ambos se detuvieron en seco, la chica parecía haber entrado en un trance y el irlandés se dio la vuelta para averiguar que pasaba.
— ¿Qué te sucede? —preguntó preocupado mientras la tomaba por los antebrazos— ¿Estás bien? ¿Te sientes bien? —interrogó aún más cerca de aquellos oscuros ojos, tal vez así ella le permitía un poco de su atención.
—Una gotita de agua acaba de caer en la punta de mi nariz —compartió sumamente conmovida y la genuina alegría se podía percibir en la tonalidad de su voz.
Tan pronto como la declaración fue echada al aire, una aglomeración de lágrimas invadió el paisaje y bañó con su heladez cada objeto que fue alcanzado. Cuando el dúo de amigos se dio cuenta de lo que sucedía, buscaron un lugar seguro para refugiarse del mal clima y allí permanecieron un largo rato.
— ¿Por qué reaccionaste así? —cuestionó finalmente el chico.
— ¿Así cómo? —cuestionó mientras su ceño se fruncía con profundad y su cabeza se inclinaba ligeramente hacia un lado.
— ¿Por qué te pusiste tan feliz al saber que llovería?
— ¡Ahhh! —Por fin comprendía —. Lo que pasa es que me encanta la lluvia. Estoy tan feliz porque desde hace mucho tiempo no tenía una oportunidad como ésta.
— ¿Entonces no te gusta el calor? —cuestionó curioso.
—No es que no me guste, simplemente no es santo de mi devoción.
— ¿Ésa es otra forma de decir que detestas el verano?
—Digamos que sí, pero no me malinterpretes, me agrada el sol porque siempre al final del día mantengo la esperanza de que un arco iris aparezca —concluyó y una abierta sonrisa llenó su rostro.
—Sabes que necesitas lluvia para formar un arco iris, ¿verdad?
—Lo sé, por eso la amo. ¡Vamos! —anunció emocionada la de mediana estatura mientras jaloneaba al rubio hacia el exterior de su momentáneo refugio.
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Hogar, dulce hogar.
أدب الهواةEl año escolar universitario ha terminado, las vacaciones de Otoño han llegado y Niall retorna a su pueblo natal de Mullingar, en Irlanda; para pasar unas relajantes vacaciones con su familia. En el camino conocerá a una persona que le robará el a...