No somos los únicos.

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Cole:

Me estacione en frente de la casa de Phoenix y toque el claxon para que ella se diera cuenta que es hora de irnos.

Di una vista rápida al vecindario mientras ella bajaba. Casas modernas y probablemente muy costosas, calles perfectamente arregladas donde puedes ver personas paseando a sus perros por las aceras o niños jugando en el reluciente y colorido parque que se sitúa a tanto solo unas cuantas casas de la de mi mejor amiga, todo en este lugar tiene la apariencia de ser perfecto y refinado, tan parecido a Phoenix que casi parece que fue hecho para ella.

La rubia sale de su casa corriendo mientras trae su bolso colgando descuidadamente de su hombro, casi al punto de caerse, su cabello suelto y rebelde bastante extraño en ella, unos jeans claros y una blusa blanca acompañada de una chaqueta color beige, completa su atuendo con unos tenis negros que nunca le había visto antes.

Abre la puerta del auto de golpe y se sube apresurada, como si no tuviéramos cuarenta minutos para llegar a la secundaria estando a tan solo veinte, cierra la puerta sin delicadeza y casi temo que vaya a romperla, puede que ella tenga dinero suficiente para romper cuantas puertas de auto quiera pero yo no y el mecánico siempre me cobra cantidades absurdas por simples reparaciones, es obvio que ella aún no domina su nuevo incremento de fuerza y me mira apenada.

-¿Lo siento? -dice con una mueca en su rostro, no hago más que rodar los ojos y dejar escapar una risa.

Enciendo mi auto de nuevo y en cuestión de minutos abandonamos el vecindario costoso de Phoenix para dar paso al asfalto y al bosque, me doy cuenta que ella lleva pegada su vista en los árboles, bastante pensativa, así que me decido a no molestarla.

Nunca me ha gustado interrumpir a la gente cuando esta así, pensando, considero que es vitalmente necesario para todos en general, más aún, en una situación como la que esta atravesando Phoenix. El cambio que dio su vida no debe estar resultandole fácil, pasar de ser una chica normal de 17 años a mujer lobo en segundos solo por un chico, no creo que sea sencillo de procesar para ella. A diferencia de ella, yo nací siendo un hombre lobo, he tenido toda mi vida para aprender y acostumbrarme, ella apenas lleva una semana.

-Estas muy callado. -comenta sacándome de mis pensamientos, la miro unos segundos antes de volver mi vista a la carretera y me percato de que hemos entrado ya en la ciudad, la rubia tiene su vista aún puesta en la ventana solo que esta vez lo que hay a través de ella son tiendas y no árboles.

-Creí que querías silencio para pensar. -me limite a responder, por primera vez en un buen rato ella se volteo a mirarme, su rostro no demostraba ninguna emoción, solo lucía seria hasta que volvió a mirar la ventana y suspiro.

-Recuérdame porque debo volver a la secundaria. -dijo en su tono usual de quejas, se relajo en el asiento y miro hacia el frente, su rostro tomo su forma característica en lugar de la monótona de hace unos segundos y supe que había vuelto a ser la de siempre.

-Porque si quieres graduarte uno de los requisitos es asistir regularmente a la secundaria. -le respondí, ella rodó los ojos, soltó un bufido molesta y puso su bolso sobre la guantera para después estrellar su cabeza repetidas veces contra este mientras se lamentaba consigo misma.

Le había permitido a Phoenix como su mejor amigo y actual "mentor" faltar una semana a la secundaria por todo el asunto de mujer lobo, fue fácil  conseguir que sus padres la creyeran enferma toda una semana, lo dificil fue enseñarle a controlarse y más que todo convencerla de que podía vivir una vida normal así. Toda la semana estuve "entrenandola" y asegurándome que no hiciera estupideces pero ahora esta lista para reintegrarse a sociedad adolescente y para volver a la secundaria.

Sobrenaturales (Zodiaco).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora