CAPITULO 3

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Me gustaría decir que disfrutaba de mis días libres, pero lamentablemente mi reloj natural era puntual sin importarle que fuera fin de semana, es una terrible desgracia tener la oportunidad de fundirse en las cálidas cobijas y ser incapaz de hacerlo. El amanecer del sábado llego en pestañeo y por más horas de sueño que quisiera recuperar, mi mente se negó a perder la conciencia. Que maldita casualidad, de haber sido el salón de clases ya estuviera navegando en el tercer sueño, pero como era mi estúpida cama, Morfeo no tenía ningún interés en mí.

Intente hacerme la dormida y cubrir mi cabeza por completo para engañar a mi subconsciente, escuche en algún video extraño de YouTube que eso funciona, pues para mí, el método fue un fallo total. Después de rodar por la cama quien sabe cuánto, me rendí, me senté de golpe gruñendo, las mañanas del sábado eran las peores. Intente estirarme, pero en el acto un ronroneo me detuvo. A los pies de la cama, acurrucado entre toda la tela, dormía plácidamente el señor bigotes, mi gato.

Verlo tan calmado y acurrucado en el mundo de los sueños me dio tremendo ataque de celos. que envidia ser el señor bigotes, sin responsabilidades ni preocupaciones, comiendo, jugando y cagando como todo un felino, buscando mimos solo cuando los requería, definitivamente quería ser un gato.

—Awww señor bigotes, que gato tan precioso y regordete—

Se removió gustoso en su sitio ante los halagos y sonidos chillantes. Sentí mi sonrisa ensancharse y con un movimiento de piernas callo de la cama

—Ups, a desayunar señor bigotes—

Al felino no le hiso nada de gracia y en cuanto baje de la cama se abalanzo sobre mis piernas para morderlas y arañarlas, era un dramático, lo mío solo fue una pequeña venganza de las veces que me despertó en plena madrugada a gritos sin motivo alguno. Que puedo decir, era el mejor gato del mundo, solo que nuestro amor era un poco extraño.

Milagrosamente puede darme una ducha sin perder alguna extremidad, mi compañero de cuatro patas fue exitosamente persuadido por una lata de comida para gato, por suerte, su favorita, pollo. Estaba corriendo la mañana y antes de bajar por el desayuno Aproveche para terminar algunas tareas de la escuela, Katy podría aparecer en cualquier momento y me arrastraría fuera de la cueva sin importarle nada, pero al pasar las nueve de la mañana sucumbí a mi estomago rugiendo.

Mis compañeros solían platicar de cómo se saltaban comidas por flojera a caminar de sus habitaciones a la cocina, me resultaban graciosas sus quejas, si vivieran en mi casa, con la distancia de los cuartos a ese destino, realmente morirían de hambre. Afortunadamente era temprano, y casi nadie entraba a esa área de la casa por lo cual, como lo esperaba, el lugar estaba completamente solo para mi disposición.

—Oye ¿te pareció divertido?, eres una enferma desgraciada —

O eso creía

—Buenos días, Kenia ¿Qué ocurrió? ¿te caíste de la cama? —

—No intestes hacerte la graciosa, tú sabes muy bien lo que hiciste—

Ella estaba muy molesta, derramando lagrimas del coraje arruinando su maquillaje, en la mano traía lo que parecía ser el cadáver decapitado y hecho pedazos de un conejo de peluche.

—Se que manipulaste a mama para robarme mi dinero y ¡masacrar a mi conejo! —

—No se dé que hablas—

Trate de ignorar su presencia mientras sacaba el jugo de naranja del refrigerador y buscaba los ingredientes para hacer un sándwich de jamos

—¡¿no sabes de que hablo?! Tu maldito chiste arruino mi vida, no compre mi vestido de ensueño y mi maldita cita me dejo plantada, ¡MATASTE A PINK!, eres una imbécil, cruel y asesina—

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⏰ Última actualización: Oct 24, 2023 ⏰

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