Al bajarme del avión supe que ya no había vuelta atrás, esto es exactamente lo que yo quería, un cambio, y si para eso debía alejarme de lo que ahora queda de mi familia, lo haría. No podía seguir fingiendo que no era doloroso estar en Santa Bárbara, hay cosas que simplemente, te van destruyendo poco a poco, pero eso me había consumido en los dos últimos años y medio, ahora que me sentía lista, debía alejarme para rehacer mi vida. Y Bournemouth, parecía ser la mejor opción, aún lo creo.
—Aquí vamos—murmuré mientras pasaba a buscar mis maletas.
(…)
Después de un mes y medio viviendo en Bournemouth puedo decir que realmente amo este lugar. Jamás me había sentido tan cómoda como lo hago aquí, y créanme cuando digo que amo la vida universitaria, aunque alguno que otro profesor se empeñe en ser un auténtico hijo de puta. Cuando llegué al campus por mi habitación, resultó vacía, por lo cual, mi desorden puede celebrar el no compartir habitación aún, mi única queja es que a pesar de tener sus buenos días, aquí hace un frío de infierno.
—¿Pensando en mí, dulzura?— Pregunto Christian a mi lado, sobresaltándome
— Eso quisieras, ¿no es así?—le sonreí a mi muy perfecto amigo —pero no, estaba pensando en este lugar y su maldito clima
—Dios, no es tan malo —largó una carcajada— Y aunque este tema me parezca el más interesante, vamos por el almuerzo porque muero de hambre
Entré en la cafetería encantada de tener un amigo como él, además de ser tan jodidamente guapo, él simplemente es perfecto, y muy, muy gay. Yo no suelo ser muy buena haciendo amigos, no tengo el temperamento para aguantar falsedades por lo cual, me reservo el derecho de admisión y ellos prefieren evitarse una madreada y dejarme en paz.
El almuerzo transcurrió bastante tranquilo, contando con los comentarios de Christian sobre el gran trasero que tienen los del equipo de Fútbol Americano, y aunque cueste reconocerlo, tiene toda la razón
Entré en mi cuarto a eso de las 6:30, mi hora tortuosa de hacer ejercicio, así que rápidamente me cambie por una licra negra, un top de hacer ejercicio del mismo color, mi chaqueta gris y unos tenis, bajé las escaleras mientras hacia una coleta en mi cabello y de ahí, salí directamente hacia las canchas del campus.
Comencé a correr con mis audífonos puestos, realmente hacer ejercicio no era lo mío, pero según dicen es bueno para la salud así que correr una hora no era mucho después de todo. Iba divagando entre mis pensamientos, lo suficiente para no darme cuenta que venía otra persona hasta encontrarme en el piso con un fuerte dolor en mi trasero
— ¿¡Que demonios sucede contigo¡? –grité lo bastante cabreada— ¿Acaso no ves por donde vas?
—¿disculpa? Fuiste tú quien choco conmigo—replicó un chico a la vez que estiraba su mano para que me levantara — ¿estas bien?
—Como si eso te importara—murmuré a la vez que me ponía de pie, sola, lo que provocó una sonrisa en él.
—Esa es tu manera de espantar a las demás personas? —dijo en tono burlón, ¿quién se creía?
—Simplemente no se me antoja hablar con extraños—contesté fría —Menos si son como tú
—James Donovan —dijo mientras me extendía de nuevo su mano, la cual examiné de mala gana y aún así, no la tomé, ni contesté — ¿no me dirás tu nombre?
—No me interesa que conozcas mi nombre, James. —murmuré duramente, lo que lo hizo reír levemente. ¿Qué rayos era lo que le hacía gracia? —Si me disculpas, me voy.
Volví a ponerme mis audífonos y retomé el ejercicio. No había corrido ni un minuto cuando sentí una presencia correr conmigo, no hacía falta mirar para saber que se trataba del molesto de James, traté de hacer caso omiso y corrí ligeramente más rápido, provocando que él acelerara también su paso y volviera a colocarse a mi lado, este tipo era exasperante. Duró así al menos unas dos vueltas por el campus, hasta que simplemente sus risitas y su mera presencia me sofocaron.
—¿¡Que es lo que quieres!? ¡Déjame en paz! —Refunfuñé al parar y mirar detenidamente sus estúpidos ojos verdes.
—Quiero saber tu nombre—Contestó tratando de sonar inocente, idiota.
—Alison, me llamo Alison—dije lo suficientemente exasperada, rogando que ya se alejara. Comencé a caminar para luego correr hasta que noté su presencia de nuevo a mi lado ¿Qué diablos era lo que quería? —¿¡Ahora qué!? Ya en serio ¡lárgate!
—Nada, sólo que ahora quiero conocerte—murmuró sonriendo abiertamente, sabía que me estaba volviendo loca.
—Yo no quiero, lárgate y déjame sola—dije apunto de explotar, él realmente estaba sacando lo peor de mí
—Tu amabilidad es encantadora—habló con un perfecto sarcasmo
—Lo sé—sonreí para darme la vuelta y dirigirme a los dormitorios antes que dijera una palabra más, ya mis pocas ganas de correr se habían esfumado.
Ya en mi habitación, después de una ducha fría, me permití pensar un poco en lo que pasó en el transcurso de mi día, había estado casi dos meses en una tranquilidad inigualable, hasta que tenía que aparecer James y arruinarlo, él era todo un don juan, sólo había que verlo para saber eso, musculoso, buenas piernas, unos ojos verdes totalmente hermosos y cautivadores, labios perfectos y un cabello castaño que hacía juego con todo lo demás, James era atractivo, bastante para mi desgracia, lástima que con sólo abrir la boca demostraba que era un completo capullo y dañaba todo lo demás.
Después de eso me permití caer en los brazos de mi amado Morfeo.
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Nota; he hecho algunos cambios, pero creo que es todo<3. Espero que disfruten la historia. Un abrazo inmenso.
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Destiny
Teen FictionDicen que cada persona labra su propio destino, pero conocerlo él, con su exuberante personalidad nunca estuvo en los planes de Alison. Él llegó a poner todo de cabeza y tal vez, darle la oportunidad de conocerse a sí misma y crear un mejor futuro...