▒▒▒ Despedida ▒▒▒

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     “Solo es trascender y seguír”

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La historia se repetía nuevamente, era como una de esas cintas viejas que ya no sirven, mostrando una y otra vez lo mismo, sin un cambio, en blanco y negro, carente de brillo...

Algunos inviernos atrás sonreía y sus mejillas se habían teñido de suave rosa, todo mientras sostenía la mano de ese chico, el que tanto amaba. No importaba el frío azotador, ellos no tenían razón para correr a casa, no sentían el aire gélido, sonaba estúpido, pero el calor del amor los resguardaba en su manto aterciopelado, no necesitaban más, se tenían el uno al otro... ¿Necesitaban algo en realidad?

Habían sido felices por tanto tiempo, se acostumbraron el uno al otro de una forma inimaginable, se tenían un cariño magistral y la llegada de los hijos los había unido tanto, que no notaron esos cambios, las nuevas acciones, como las cosas de pronto se nublaban y mucho menos las pequeñas punzadas. La batería que tanto necesitaban para estar juntos moría, ellos no lo sabían en ese entonces, pero se estaba apagando cada día.

Esa excelsa y alegre sonrisa poco a poco disminuyó su brillo. El cansancio se veía en su piel y las marquillas negras bajo sus ojos lo avalaban. Se sentía agotada mental y emocionalmente. La neblina se presentaba en su vida, cubriendo por completo el arcoíris que tanto le había costado construir.
Dolía su corazón, como si una pequeña daga en el se guardara.
Pequeñas lluvias registraban rodadadas en sus mejillas.
Se escondía en los tibios brazos de un buen día.
Pero no lo podía ignorar, todo a su alrededor se destruía, poco a poco moría.

Esa ocasión no tenía una mano a la cual acudir, Trunks no estaba a su lado, y el frío parecía reír, se lo repetía haciéndola sentir como un pequeño niño desamparado, sin la mano de un padre, sin el calor de un amigo...
Miraba con ilusión las calles blanquecinas y las miradas cómplices de aquéllas parejas que entre la nieve repartían risillas.
Se sentía un poco más viva o tal vez sólo menos muerta. La curva en sus labios regresó como las flores lo hacen en primavera. Renacida se sentía, tan feliz, tan llena de vida. A paso suave y lento, pero lo que importaba era que disfrutaba el momento... pero llegó, nuevamente ahí se encontró.

Las puertas automáticamente se abrieron a su paso, se sintió nuevamente como una reina, ese sería su día de suerte, eso quería creer.

—Buenas tardes, señorita Son —le saludó la chica de la recepción con una sonrisa.

Ella la miró y le dedicó una bella sonrisa que no le había mostrado núnca antes. —Brief. Pan Brief, estoy casada aún —la chica sólo asintió.

—Puede pasar, su abogado la está esperando dentro se la sala número seis —le mostró su camino y la vio alejarse.

La nieve había cubierto esa bella casa. Bastaba con mirar las ventanas o sentir el frío que la chimenea luchaba por descubrir.
Él se sentía cansado, todo el día trabajando lo dejó agotado.
Salió del estudio y se encontró con sus hijos en la sala mirando la televisión. Reían con las caricaturas y bebían la leche tibia que seguramente su madre les había entregado.

—¿Dónde está mamá? —inquirió un poco preocupado.

La pequeña niña de cabello lila le miró. —Ya sabes papá, mamá se fue a dormir, ella está cansada.

El asintió convencido de que eso debía pasar. Sin embargo la risa de su hijo mayor lo desconcertó.
—Mi hermana es muy tonta, papá. —ante el reproche de su hermana dejó de reír— Mamá salió por la ventana hace mucho, otra vez se fue.

Trunks sintió un dolor de cabeza. Pan, esa Pan se ponía nuevamente en problemas. Él la quería proteger al menos durante el tiempo que les quedaba. —¿Por qué no me fuiste a avisar? —vociferó un poco exaltado.

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