7. Oscuras Intenciones

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Éramos como mariposas, revoloteando por todos lados, perdidas. Un día te aventuraste a cortar mis alas. Y te sentí por primera vez, pero tus palabras y toques ya no me consolaban. Me codiciaste como una persona lo hace con una mariposa.

 Me codiciaste como una persona lo hace con una mariposa

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Marcó una vez más, pero no hubo respuesta. Bajó la mirada mientras sus pensamientos se dirigían hacia un lugar en particular, más bien hacia una persona. Una sonrisa torcida apareció en su rostro y levantó la cabeza intentando disipar los pensamientos que jugaban en su contra.

Algo tendrá que romperse.

Se sentía doloroso. El rompimiento de algo que nunca había empezado, el golpe seco de la traición. Camila escondió su rostro entre sus entrecruzados brazos, soltando así una lágrima caliente que fluía con total libertad por su mejilla para luego ser consumida por su uniforme escolar.

Camila se sentía superflua, sobrante, vacía. En sus peores días, en aquellos que recordaba a su padre y sabia que cada vez que volvía del instituto él no estaba ahí esperándola, con una sonrisa radiante y unos brazos fuertes para abrazar.

El pasto en la mañana se sentía muy frío, aun se podía divisar las pequeñas escarchas de la noche helada. La castaña levantó su cara para mirar las letras en la lápida de mármol.

Alejandro Cabello.

— Lo siento papá, no lo hice bien, otra vez dejé que me rompieran el corazón — soltó un profundo suspiro y volvió a mirar la lápida de su padre, incluso con el frío de las noches seguía intacta.

Extrañaba tanto a su padre, extraña la perseverancia que emanaba de él como si fuera una segunda piel. Extrañaba sus palabras, su rostro cuando le susurraba al oído que no debía rendirse, que no debía huir de sus problemas, que debía enfrentarlos para dejarlos ir.

Pero Camila no quería dejar ir.

No quería solucionar lo que sea que tuviera con Lauren Jauregui.

— Supongo que tenías razón, no puedo soltar lo que me hace daño. Recuerdas cuando te dije que quería ser cantante e insistí hasta que me metiste a la academia, seguí yendo incluso cuando me dijeron que no tenía talento, y así hasta que me echaron — Camila soltó una risa desesperada — Creo que me perdí a mi misma.

Derrochó las últimas lágrimas que le quedaban, las cuales se acumularían de nuevo al año siguiente.

Desde el fallecimiento de su padre, sus palabras, sus lecciones de vida cambiaron para Camila. Ella siempre huyó. La pérdida de su padre la derrumbó, encerrándose en si misma y creando un caparazón que la protegía de los demás.

Cerró los ojos con fuerza, escuchando el sonido de las burlas de sus compañeros de primer año de secundaria, eran crueles, sus palabras eran como balas que atravesaban su cuerpo y que siempre llevaba consigo.

𝑴𝒚 𝑺𝒘𝒆𝒆𝒕 𝑶𝒃𝒔𝒆𝒔𝒔𝒊𝒐𝒏 © (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora