•Con resaca•

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Siento que estoy sudando como si fuera agua la que cae por mi frente  y por todo mi cuerpo haciéndome empapar la piel  bajo mi vestido azul que tenía anoche.
Levanto la cabeza un poco y logro ver a mi prima recostada en el piso con solo una manta tapándole la mitad del cuerpo.

—¡Ouch!, me duele mucho la cabeza—me lamento—Ay demonios, esta perra ha muerto.— vuelvo a enterrar mi cabeza en la almohada tapando mi cara por el hecho de estar bocabajo.

—Te oí maldita idiota— dice abalanzándose en mi cama haciéndome revotar un poco por su peso.

—Perdón por pensar que habías muerto...— me disculpo y doy una vuelta y ella vuelve a caer en la colchoneta donde estaba antes.

—No se escuchan tus hermanos.—se pone de pie balanceándose un poco y temblando por la pequeña resaca que habíamos adquirido por ingerir bebidas alcohólicas. 

—¡Da gracias!—grito alzando los brazos al cielo.

—Son las...—alcanza su teléfono para poder ver la hora—12:45—damos un brinco en nuestro lugar.

—¡Ah mierda! —me levanto rápidamente y salgo con mis pies descalzos tocando el frio piso color gris de mi casa la cual era cada vez más fresca. Efectivamente mi hogar está realmente vacío.

Caminamos una tras la otra y entro a la habitación de mamá. La cama está tendida perfectamente y huele al  vainilla de su perfume mezclado con el de su marido, Iván. Uno olor característico de cuando deciden salir y se rocían esas fragancias tan deliciosas.

—¿Crees que aun no hayan llegado?—pregunta Gaby.

—Mis hermanos tuvieran la TV prendida o estuvieran haciendo ruido.—toco mi cabeza por el terrible dolor incontrolable que se posa en esta.

Caminamos a la habitación frente a la mía, ya que es la de mis hermanos.

Mi casa es muy larga, al entrar está la cocina, la sala y el pequeño pasillo de las habitaciones. Al lado izquierdo está la habitación de mamá, el baño y después mi habitación.
Al lado derecho solo una habitación y la más grande que es de mis tres hermanos.
Asomo mi cabeza por la puerta y las camas están vacías.
No está mal, estamos solas en casa.

—¿Por qué me dejaste tomar? —hablo con tono imponente.

—¡Oh no! No no no no no... ¡Tú sola Dannia, TÚ! Yo creo que estás lo suficientemente grande como para saber lo que está bien y lo que no.

—¡Puede que sí, pero podías haber dicho que no!.—-caminamos hacia la cocina—Pero como tú ya estas grande y eres mayor de edad no piensas las cosas Gabriela, no piensas en mí... Tú solo piensas en ti.

—Pues creo que tú ya sabes de eso.—abre la puerta de la nevera y saca dos jugos de tomate y almeja, me da un vaso con el líquido rojo espeso.

—¡Mira, yo creo que con quien deberías estar enojada es con tu amiga la que es rica!—habla mientras camina hacía el baño —Que ella te ofreció tomar...—cierra la puerta de un portazo fuerte.

—¿Cuantas amigas ricas tengo? ¡eh!—golpeo la puerta—¡Contesta!.

abre la puerta y saca un poco su cabeza

—Tu amiga Isabel.—dice y cierra de nuevo la puerta.

La dejo en paz y me alejo de la puerta del baño. Voy y me recuesto en la cama y ahí es donde recuerdo todo.
Todo lo de anoche.

También recuerdo que me puse a bailar con un muchacho y luego Isabel me llevó a recostarme a la cama de la habitación de ella.

Flash-back

Señorita Narco© [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora