Estaba cerrando la tienda de mi padre cuando noté el auto negro estacionado en la esquina sur. Hace dos días que lo veía estacionar en el mismo lugar y observé que recién se iba cuando cerraba la tienda. No volví a cruzármelo pero eso me mantuvo inquieto todo el camino hasta casa.
- Mamá, ¡ya llegué! Espero que hayas preparado esa pizza tal como me dijiste por telé…fono – dije cruzando la sala a toda velocidad y frené de golpe al ver a mi madre charlando con unos desconocidos.
- Ah Matt, ven que quiero presentarte a los nuevos vecinos, el Sr. y Sra. Greylord. Compraron la casa de aquí al lado y tienen un hijo que debe de tener tu edad. Quiero que le lleves a recorrer la ciudad. – e hizo señas con la cabeza hacia uno de los sofás donde habia a un muchacho flaco, de cabello negro y ojos azules que parecía absorto en la nada.
- Buenos días Matt, soy el Sr. Greylord y sería un honor que aceptaras llevar a nuestro hijo James a recorrer el vecindario. No es de hacer amigos con tanta facilidad.
- Buenos días Sr. y no hay problema, por la tarde pasaré por vuestra casa e iremos a la nueva sala de videojuegos 4D que abrió la semana pasada. – y acercándome a James le estiré la mano diciendo – Un placer amigo, soy Matt y parece que seremos colegas.
James me extendió su mano sin decir una palabra y pude notar que ver sus ojos realmente era terrorífico, como si un espectro sacado de GoT te estuviese mirando. Luego de nuestra breve presentación me despedí y subí a mi habitación no sin antes percatar que mi madre les servía a los invitados unas galletas que bajaría corriendo a buscar apenas la visita se retirara. Puse un tema de rock a todo volumen en mi móvil y con los auriculares en la cama caí en el sueño.
Para cuando desperté vi que eran alrededor de las 17:00 hs y no me habían llamado para almorzar. Bajé hasta la cocina pero no encontré a nadie mas que una nota de mi madre diciendo que estaría en el trabajo hasta tarde y que me dejaba pizza en el refrigerador. Saqué un par de porciones y me dirigí hacia la casa de mi vecino.
Era una casa inmensa, de esas con dos pisos y muchas habitaciones. Su antiguo dueño, el Sr. Brown era un anciano veterano de la guerra y se la pasaba leyendo en la gran biblioteca que tenía en su casa. Solía quedarme con él cuando mis padres no estaban en casa y me encantaba oir sus historias de guerra, pero las que más me gustaban eran las que contaba sobre los Ases. Decía que estuvo haciendo guardia cuando años atrás se produjo el ataque al Centro de Investigación S.T.A.R. y que si no fuera por AsKory, seguramente hubiera perdido la vida en aquella oportunidad. Ese era el nombre que usaba uno de los Ases mas conocidos por aquel entonces, una muchacha rubia, de complexión atlética, cabello hasta la cintura y ojos con un tono dorado que podía volar y manipular el aire.
Fueron muchos los Ases que aparecieron públicamente cuando se dio a conocer el proyecto de manipulación genética con el fin de fortalecer al país ante fuerzas extranjeras. Para ese entonces Russia era pionera en nano-robótica y se decía que tenía cientos de nanites orbitando alrededor del planeta listos para usarse como arma de destrucción masiva si las cosas seguían tensas con nuestro país. El Sr. Brown falleció hace un mes, no tenía familiares cercanos asi que todas sus cosas se donaron a la caridad a excepción de una caja metálica del tamaño de una caja de zapatos con cerradura biométrica que tenía las iniciales S.S. y había dejado a mi poder; no entendí por qué dejarme algo que ni siquiera podía abrir pero pensé que los años tal vez le habían afectado un poco y no pude rechazarme a cumplir su última voluntad, asi como tampoco nadie se esperaba que apareciera un comprador para la casa tan rápido.
Llegué al pórtico y toqué timbre. Me atendió la madre de James y me hizo esperar en la sala mientras lo iba a buscar en el piso de arriba. Por la cantidad de cuadros con diplomas que se veían y los premios en bioingeniería que observé en la vitrina supuse que sus padres debían ser unos putos genios. Tal vez James era un poco como ellos y por eso hablaba poco. Dicen que la gente inteligente suele ser un poco introvertida y excéntrica.
- ¿Te llamabas Matt verdad? – dijo James del otro lado de la sala. No lo oí bajar las escaleras.
- Emm si, que poca memoria tienes para ser un cientifico.
- ¿Perdón? – preguntó arqueando una ceja y cara de pocos amigos.
- Lo siento, lo pensé en voz alta. Es que vi todos estos diplomas y pensé que alguno debía de ser tuyo también. Supuse que eras una especie de superdotado.
- Supongo que gracias y modestia aparte, pues si, lo soy. Mi especialidad es la ingeniería inversa y me apasiona todo lo relacionado a la tecnología.
- Perfecto, porque tengo pensado llevarte a conocer la ciudad y hay una sala de videojuegos 4D que te fascinaría.
- De hecho, quisiera que me llevaras a conocer las ruinas del Centro S.T.A.R. se que queda a pocos kilómetros de aquí y podemos ir en mi coche.
- No lo se. Hay que cruzar todo un bosque y hay perímetros de seguridad que no se si podremos pasar… aunque… siempre quise echarle un vistazo a ese lugar y nunca mis padres quisieron que me acercara. Si estas dispuesto a poner el coche y la gasolina yo digo que vayamos pero antes tenemos que pasar a recoger a unos amigos que seguro dirán que si en acompañarnos.
- Si son gente de confiar no tengo problema alguno. – dijo mientras preparaba una mochila y metia cantidad de artefactos electrónicos que para mi resultaban desconocidos.
- ¿Para que son esos aparatos? – Inquirí mientras examinaba algunos.
- No toques eso. Podrias activarlo por error. Es por si tenemos problemas, ve poniendo en marcha el vehículo y esperame afuera.
Asi es como un viaje improvisado termina por convertirse en una aventura, una en la cual el peligro y el misterio serán constantes compañeros y se descubrirá un secreto, el cual mejor es que permaneciera oculto como una tumba olvidada en un cementerio fantasma.
Continuará en el Capítulo II.
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La Compañía Fantasma
Science FictionLos Ases, como se los conoció mundialmente, son personas con material genético propenso a la aceptación de una proteína que permite desarrollar diferentes tipos de habilidades. Solo 1 de cada 10500 individuos se consideraba apto para el tratamiento...