No hacía un mes que había obtenido el trabajo y aún no había conseguido llegar temprano ni un solo día. Esa mañana cambié el recorrido y decidí cruzar el puente que comunicaba a la isla, donde a pesar del frío comenzaba a ver a los primeros ciclistas y deportistas dirigirse hacia el parque. Afuera, el mercurio caía rápido. La sensación me alcanzó como un disparo a quemarropa directamente en la cara, algo en aquel día no iba bien respecto a todo aquello. No creí en esta época sentir una temperatura asi, maldito cambio climático, el ser humano es egoísta por naturaleza y cuando entendamos como sociedad el daño que le estamos haciendo al planeta ya será demasiado tarde.
Markos fue muy amable en conseguirme el trabajo, creo que es el único amigo que me queda. No debería fallarle asi pero no puedo evitarlo, la vida nunca fue sencilla conmigo. A pesar de todas las propagandas de mierda que el Gobierno lanza y de cualquier programa de inclusión que hayan creado la realidad es otra. No es fácil ser un As, sobre todo cuando no te toman como persona; la suerte siempre viene acompañada con una etiqueta con el precio. Para el Gobierno solo eres un instrumento, un arma, solo te ven como una ventaja y harán todo lo posible por tenerte de su lado; para el resto de las personas eres un fenómeno.
Llegué a la base militar justo cuando un cargamento de municiones estaba entrando en uno de los galpones blindados. Un guardia de seguridad apenas me vio cruzar el portal se me acercó con dos vasos de café en sus manos:
—Miguel, otra vez estas llegando tarde hombre. No puedo cubrirte el culo todos los días, sabes que es el único momento en que puedo dedicarme a ver a las chicas de contabilidad en la cafetería. Hoy he visto a una pelirroja que está de infarto.
—Perdoname Ryko, el despertador me ha fallado. Podrás ver a tu pelirroja de nuevo en el horario del almuerzo, tienes que quejarte menos.
—Siempre tienes una excusa Miguel, pero como me caes bien podrás acompañarme a comer hoy, si tenemos suerte quizás consigamos que algunas de ellas nos den sus números. Por cierto, antes que lo olvide, uno de los agentes preguntó por ti. Queria que lo vieras en el subsuelo apenas pudiera entregarte el mensaje, un tal Markos Spinner.
—Vale, dame ese café y sigue cubriéndome otro rato mas Ryko. Iré a ver que quiere.
Todas las bases militares del Estado eran iguales, dos niveles superiores y tres niveles en el subsuelo. Este era un bunker de investigación armamentística, se suponía que solo era de investigación teórica pero yo sabía que las pruebas se realizaban bajo tierra. Luego de prestar servicio en el ejército creí que me alejaría de esta vida para siempre; que equivocado estaba. Pero había que sobrevivir y cualquier dinero extra me servía para poder pagar el alquiler y las expensas. Pregunté por el agente Spinner y un tipo del servicio de inteligencia me acompañó hasta un ascensor biométrico. Descendimos hasta el último nivel. Allí un enorme salón con oficinas, salas para práctica de tiro y maquinaria de todo tipo se abría ante mis ojos. Un grupo de personas con traje y corbata negra estaban reunidos en una sala donde se podía ver que discutían acaloradamente y de reojo pude observar un mapa del Estado. Una de las personas que estaba allí era Markos. Era un muchacho delgado y alto, complexión atlética, cabello corto, con una cicatriz en el cuello y ojos marrones oscuros. En cuanto me vio salió de la sala y me estrechó con un fuerte abrazo.
—Markos, lamento mis llegadas tardes. El despertador se me ha jodido, trataré de solucionarlo cuanto antes.
—Miguel, amigo ¿de que cojones hablas?. Yo se como eres, no te conseguí trabajo ni te contratamos para que seas siempre puntual.
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La Compañía Fantasma
Science FictionLos Ases, como se los conoció mundialmente, son personas con material genético propenso a la aceptación de una proteína que permite desarrollar diferentes tipos de habilidades. Solo 1 de cada 10500 individuos se consideraba apto para el tratamiento...