Quinto mes

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En este mes las nauseas de Sarada acabaron, pero fueron remplazados por algo peor...

Los antojos.

Ahí estaba yo a las tres de la madrugada buscando una tienda en donde vendieran dangos.

Esta mujer... me tenía a su merced.

La fria noche movia mis cabellos, no encontraba ninguna tienda de dangos abierta, estaba pensando seriamente en prepararlos.

Al final de unos callejones me topé con una tienda, vendían cualquier tipo de cosas, fue ahí cuando la recordé.

Era la tienda donde compre los dulces de Himawari cuando olvide traerle un recuerdo...ya no se ubicaba en el mismo lugar, después de la devastación de la aldea me sentía algo perdido con su reconstrucción.

Me asomé más al ver que había  una luz encendida. Decidí adentrarme y aun así no los encontraba.

-maldición...

-¡Tú! Ladrón - sentí un fuerte golpe enla cabeza

-¿Qué te pasa dattebasa? - voltee y miré a una niña.

-Eres un ladrón

-Si lo fuera ya hubiese robado - la miré con ironía y al fondo escuche una voz gruesa.

-¿Qué ocurre? Me despiertas con tanto escandalo.

Era ella, la misma que me atendió ese día, se veía más vieja y le costaba trabajo andar.

-¿no me recuerda abuela? - le pregunté sonriendo

-Tu...eres el mocoso de esa vez

Que amable

-supongo

-¿Buscas los mismos dulces? - preguntó y rió

-No. Busco dangos - reí nervioso

-¿Quién busca dangos a esta hora?

-Lo sé - suspire rendido - mi esposa esta embarazada y...

-ah es para la hokage - me dio la espalda en busca de algo - si es para la hokage esta bien - me extendió una cajilla en donde acomodo tres banderillas de dangos con el caramelo.

-¡Gracias abuela! - me había salvado la vida.

-Solo porque es para Sarada-sama - sonrió y miro el lugar - gracias a ella tengo hogar de nuevo - se dio la vuelta con la ayuda de la niña - ¿Cuánto lleva? - preguntó

-Cinco meses - estaba asustado.

-Todo saldrá bien - sonrió - serás un buen padre.

No dije nada, porque aunque me lo dijeran no sabía si sería cierto.

-¡Espere! - se detuvo -¿Cuánto le debo?

-¡Bah! Ya vete y dele los dangos a la hokage

-Pero...

-Dejame pagarle una pequeña parte de la ayuda que me dio - sonrió y entró a su hogar.

Sarada era una estupenda Hokage, tal y como lo eras tu viejo.

-Sarada...- dije entrando a nuestra habitación, había transcurrido una hora, quizá estaba enojada - Sarada repetí y no estaba en la habitación.

¿salio?

Baje de inmediato las escaleras y ahí estaba.

-¿Boruto?

-¿Qué haces?... - la observé. Había terminado de comer algo, miré en la barra de la cocina y esa envoltura... -¿Te comiste mi hamburguesa?

Se encogió de hombros - se me antojo.

-¿para qué me pediste dangos entonces?

-¿los conseguiste? - se viró de inmediato y alce la caja - Gracias- sonrió, estaba por tomarlos y alce la caja.

- Te comiste mi desayuno.

-Siempre comes Hamburguesas, son malas para tu salud

-¡Lo dice la que se acaba de comer una!

-Dame los malditos Dangos

-No te daré nada - los alce y no los alcanzó ya que era más alto, vi su mirada chocaf con la mía, ambos podemos jugar este juego cariño...

Bueno, eso pensé.

-¡Shanaroo!

Querido hijo, si llegas a ser varón y te casa, jamás le quites comida a una embarazada.

Con amor tu padre...

➳Ser Padre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora