Epilogo

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Aun no me creía que eran dos...eran idénticos.
Ambos dormían en su cuna, la estrenaban después de un mes en el hospital, pensamos en comprar otra, pero ambos la compartían.

Miré que frunciste el ceño Itachi, te molestaba estar envuelto en la manta, te movias intentando liberarte. He hiciste esa mueca que hacías cuando estabas por llorar y por arte de mágia Minato la hizo igual.

Minato e Itachi. Al principio pensamos usar el nombre de nuestros padres, pero decidimos no hacerlo. Eran hombre únicos que les pertenecía a ellos y serían recordados como los heroes porque fue gracias a ellos que Sarada y yo pudimos hacerlo, fue gracias a ellos que había paz.

Ambos abrieron los ojos y me observaron, eran grandes y azules...recuerdo que su madre casi lloraba cuando los vio, ella dice que tengo bellos ojos y por ustedes que lo creo, ya que en verdad es como mirar un mar azul sin fin. 

-Ya despertaron - dijo Sarada apoyandose en mi hombro, en cuanto vieron a su madre ambos empezaron a sollozar para que los cargue.

Era hermoso verlos y pensar que antes no quería esto.

Aprendí a cargarlos obviamente, era una sensación única tenerlos en mis brazos, se aferraban a mi camisa y su calidez me invadia. Cuando lloraban era un infierno, no me gustaba verlos sufrir.

Después pasaron meses y empezaron a balbucear, para mi mala suerte o tal vez fue el karma.

Tuve dos hijos y su primera palabra de ambos fue mamá.

Jamás creí sentirme tan traicionado dattebasa.

Sus primeros pasos incluso los recuerdo...se cayeron varias veces, incluso lloraron, pero se levantaron como grandes ninjas.

Pasaron de gatear a correr, la casa ya no lucia tan apagada, era grande para dos personas así que con el espacio no tuvimos problemas.

Recuerdo que Sarada se llevaba a uno a la oficina y yo al otro al departamente de policia militar.
Era bastante gracioso turnarnos en cuidarlos.

-Papá - me llamó Minato

-¿Mamá esta por venir? - preguntó Itachi. Siempre solian hablar así: terminaba lo que empezó el otro.

-Sí, fue con la abuela a recoger a su hermana.

Sin decir nada más fueron a la sala a esperar, tenían la catitud de Sarada, de ves en cuando se comportaban como yo.  Y sí, tuvimos otro hijo, cuando nacieron los gemelos dijimos que no tendriamos otro ya que fueron dos bebés, sería trabajoso cuidar a otro.

Pero nuevamente fui yo.

Dejaré de beber.

-Tadaima - escuche desde la entrada, los niños desaparecieron de la sala y fueron con su madre.

Cuando se acercó a mi la salude con un beso de costumbre y los niños fruncieron el ceño. Era gracioso, era su madre, pero seguía siendo mi esposa.

La vi algo cansada por lo que tome a la niña de sus brazos y la cargue.

-Puedes bañarte de una vez - le sonreí y asintió.

Acomodé a mi hija en la cuna, aquí si triunfaron mis genes.

Tenia dos años. Sus cabellos dorados estaban atados en dos pequeñas coletas, las cuales decise para que pudiese dormir más cómoda.
Heredó los rasgos de la cara de su madre y sus ojos, eran negros, pero tenían un brillo especial. Acaricié su suave mejilla.

Era perfecta.

Quizá nuevamente fue el karma, porque heredó mi carácter, esta pequeña era un diablillo a penas despertaba.

Pero aún así la amo.

-Al fin - dijo Sarada sobre el colchón - hoy fue un día agotador.

-¿No te queda nada de fuerzas? - le pregunté mientras sacaba mi camiseta de un cajón.

-¿Por qué preguntas? - me miró

-Solo quería saber - me encojí de hombros y me coloque la camisa - ¿por qué? ¿quieres hacer otra cosa Sarada? - solte una carcajada al ver su sonrojo, llevabamos ocho años de matrimonio y aun parecía recién casada.

-¡Baka! - se volteo y la abrace.

-Gracias - acaricié su mejilla.

-¿por qué? - preguntó mirándome a los ojos.

-por darme una familia - ella sonrió.

Ahora entendía el verdadero significado de ser padre... ahora entendía el porque no llegabas a casa viejo, podía entenderte. Siempre fuiste un buen padre.

Quizá no sea el mejor, pero intentaré dar lo mejor de mi para proteger a mi familia tal y como lo hicite tú ¡dattebasa!







-¿Qué haces?

-No creo que estes tan cansada - reí y me puse sobre ella con mis antebrazos a sus costados para no aplastarla.

-Bakaruto - se sonrojo.

-¿Quiere que me detenga Hokage-sama? - le pregunté y la besé, jamás me hartaría de besar esos labios, eran perfectos.

-No...- susurro y reí a lo bajo

-Como usted ordene Hokage-sama - comencé a desabrochar los botones de su vestido, mientras la besaba.

-Te amo - le susurré al oido.

-Y yo a ti.

Solo contigo me sentía amado, me hiciste feliz con esta familia.

Y pensar que antes tenía miedo a ser padre... ahora me llena de orgullo escuchar que me llamen así.

Papá.

➳Ser Padre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora