— ¿Como que no hay vuelos de Japón a Corea mañana? —El Pelirrojo espetó con su entrecejo levemente fruncido.
—¡Me importa una miérda una tormenta!. Si no hay vuelos me voy en mi Jet privado y si es necesario yo mísmo lo vuelo —— Co–Como usted diga señor Akasuna —Su secretaría respondió pegandose los papeles que tenía contra su pecho mientras levemente agachaba la cabeza.
Sasori suspiro calmandose, y dandose cuenta del modo en que le hablo la castaña.— Ten–Ten, lamento haberte hablado así. No fue mi intención —Ella levantó la mirada mientras se relagaba.
— ¿Te envito un café como disculpá? —Sasori dijo a lo que la Ama asintió en forma de respuesta. Ya que enojarse con el Akasuna era un caso perdido. Todos lo que conocían a Sasori sabían de sobra que él tenía esos ataques de irá y enojo pero a pesar de eso el era un buen hombre.— Esta bien. Pero antes de eso tienes que revisar estos documentos —Ella se acercó a el escritorio de el y le empezó a explicar de que iba cada documento.
El pelirrojo trataba de prestar atención atención a lo que la castaña decía pero no podía, estaba muy ansioso de poder ver a su hermana otra vez.
Habían pasado tres días desde que ellos volvieron a hablar y fue tan larga la charla que el no se presentó en la empresa hasta las tres de la tarde. Sakura le había contado que ella tenía planeado regresar a Tokio y eso le lleno de alegría el cuerpo, eso era una gran oportunidad para los dos para recuperar su relación. El quería darle la sorpresa de ir a verla antes de que ella llegara.
Ya que después de esos seis años Sakura Haruno era la mujer que más quería, su hermana era todo para el, pese a todo lo que ellos pasaron.
Sasori y Sakura eran hermanos de madre. Mebuki Okina tubo una relación con un hombre que los trataba mal a los dos, cuando Sasori tenía un año el hombre que lo engendro desapareció un día sin decir nada. Durante un año su madre estubo trabajando en una casa de una familia de buena posición social. Allí ella y el hijo de sus jefes se enamoraron.
Hizashi Haruno se enamoro de Mebuki Okina y al año siguiente se casaron y Hizashi acogió a Sasori como hijo propio, al poco tiempo el matrimonio Haruno tuvieron una hija, la cual llamaron Sakura.
Desde que la vio por primera vez Sasori tubo el sentimiento de querer protegerla de todo y de todos. A medida que pasaba el tiempo ellos carecieron siendo muy unidos, hasta que su hermana se enamoro de Gaara y su relación de hermanos fue decayendo poco a poco.
Pero eso no era importante ahora, lo que era ahora su prioridad era reestablecer esa relación que tanto añoraba.* * *
— ¡Taxi! —Una pelirosa dijo alzando la mano. Un taxi color amarillo se aparco frente a ella y ella se montó con una sonrisa en su rostro.
— Adonde la llevó señorita —Un hombre de mayor edad pregunto amable.
— Me deja en las Empresas Haruno por favor —Dijo con notable emoción y no era para menos, ella ya se imaginaba la cara que pondría su hermano al verla frente a el.
* * *
— Espero que nuestra relación laboral sea de mero éxito Señor Akasuna —Un pelinegro de coleta baja expresó despidiéndose del pelirrojo después de salir de su junta sobre hacer negocios juntos.
— Lo mismo digo, Señores Uchiha —El respondió cortésmente. Para que después la puerta de la sala de juntas se abriera mostrando a la secretaría del Akasuna.
— ¿Ocurre algo Ten–Ten? —Pregunto.
— Bu–Bueno es que..... —La Ama ya no pudo terminar de hablar por que una rosada entro irradiando felicidad.
— ¡Sasori! —Tanto como el Akasuna y el Uchiha abrieron desmesuradamente al ver a una mujer de cabello rosa y ojos color verde jade, entrar a la sala con una sonrisa que se fue al ver que su hermano no estaba solo como Ten–Ten le había dicho.
— Hay disculpen por interrumpir —Dijo viendo a los dos pelinegros y a un hombre de cabello azul y otro de cabello castaño largo. Y fue mucha su sorpresa al verlo a el en la oficina de su hermano.
—Estaré en tú oficina. Ten–Ten vamos —Dijo viendo a el de cabello rojo, para luego tomar de la mano a la castaña y salir de ahí dejando a todos los de la sala en un silencio algo raro.—Sara —Dijo para si mismo el Akasuna, mientras unas lágrimas amenazaban por salir pero tosio un poco para volver a su postura normal.
— Señores si me disculpan me tengo que ir, si tienen alguna duda mi abogado Deidara se las aclarara —Sin esperar que apuesta salió de ahí como alma que lleva el diablo.— “Así que te llamas Sara”—Fue el pensamiento de un pelinegro.
* * *