Acerco mi rostro al espejo y sonrío de manera exagerada, buscando alguna imperfección en mis dientes recién blanqueados. Paso mi lengua por ellos y vuelvo a mi posición original. Repaso mi vestuario, chequeando que no haya ninguna arruga de más en él, y sonrío demostrando pura satisfacción.
Nada mejor que un primer día de escuela exitoso. Y estoy dispuesta a lograrlo.
El último año se abalanza hacia mí, trayendo con él miles de exámenes y días de detención; aun así, no estoy preocupada; tengo resuelto uno de ellos. El seducir se me da bastante bien, y las experiencias del año anterior fueron mi pie para ser buena en ese tema.
¿Steve? ¿Ese era su nombre?
Lo que sea, luego averiguaré. El punto en sí, es que tendré que insinuármele de manera discreta para poder obtener así alguna ayuda: su tutoría, algunas tareas, y ¿por qué no? Quizá pueda conseguir las respuestas del examen.
«Miss Popular, conseguirás todo en secundaria».
Recuerdo aquella frase. Tan fresca en mi mente como si me la hubieran dicho ayer. Aquel día habíamos ido de compas mi mejor amiga, su madre, y yo. Al pasar por una tienda en particular, quedamos embobadas. Desde ese entonces, soñamos con el día en el cual nuestro pecho pudiera llenar aquel tipo de ropa.
Rachel y yo solíamos idealizar nuestras vidas de adolescentes al ser unas ingenuas crías. No prestamos atención a los defectos de los distintos estilos de vida, y eso nos ha traído alguna que otra consecuencia.
—¡Listo! ¡he terminado! —Dice mi amiga, saliendo de uno de los cubículos. Sus ojos comienzan a tomar una tonalidad roja y enfermiza. No puedo ignorar la decepción que siento al darme cuenta de que hasta hace no menos de diez segundos, estaba acordándome de nuestra infancia, donde las drogas, el alcohol y el sexo eran puras fantasías y leyendas de primaria.
Niego, sacando esas ideas de mi cabeza. Veo como Rae extiende una pequeña bolsilla transparente hacia mi estómago. La tomo, e inmediatamente, cualquier pensamiento penoso sale de mi mente.
—¡Apurate! ¿Acaso quieres que nos pillen, idiota? —susurra, empujándome al mismo cubículo del cual ella salió.
Ahora me encuentro sola, entre una pequeñísima habitación de uno por uno. Mi única compañía es aquel polvo blanco que hará que mi mente vuele y mis actitudes sean aún más exageradas, sarcásticas, histéricas y tontas de lo normal.
La abro, y la ansiedad comienza a crecer al posar mi dedo índice en la sustancia. Hacía meses no lo hacía.
—Mhm… ¿Syd? —escucho la voz de Rae. Suena lejana, y no sólo por los efectos de la droga, luce shockeada.
Guardo la bolsa transparente entre mi chaqueta de cuero negro y mi vestido rosa, para salir taconeando directamente hacia la puerta, donde mi amiga espía por un ínfimo espacio entre esta y la pared.
—No lo puedo creer… —susurra. Me acerco y la empujo, ansiosa por descubrir el motivo de su asombro.
Mi boca forma una “o” al enfocar mi vista en cierto punto. Lo que veo me deja pasmada, ¿cómo…? ¡¿qué?!
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A decir verdad, no espero muchos votos por eso, pero si consigo alguno, ¡mejor!
Gracias por leer♥