Mirarlo de reojo con una sonrisa desafiante era lo único que había hecho desde que el profesor volvió al frente de clase. Han pasado no más de quince minutos, y Michael sigue removiéndose en su silla, devolviéndome la mirada cada tanto, pero con un aire de temor e incomodidad que no había visto en todo el día. Pienso que quizá no me haría mal sentir un poco de culpa, ¿no? Después de todo, hace unos pocos años habíamos jurado seguir siendo amigos por el resto de nuestras vidas.
Bueno, quizá no seremos amigos, pero estaremos cerca el uno del otro.
Arranco una hoja de mi cuaderno y me inclino sobre la mesa para conseguir escribir unas simples palabras: “Prepárate para el juego, Mikey”. Doblo este varias veces y sin molestarme en que Dawson me vea, lo arrojo sobre su mesa mientras siento que la adrenalina comienza a aparecer en mi sistema, y en un intento de tranquilizar mis ansias, entrelazo mis dedos y los muevo. Miro a Michael, quien ya está contestando la nota, con sus dientes mordiendo su labio inferior. No logro descifrar si lo hace de manera desasosegada o pícara, lo que aumenta mis ansias.
Luego de lo que parece una eternidad, recibo un pequeño golpe en mi hombro derecho.
Me ha contestado.
Miro hacia el suelo en busca de la pequeña bola de papel que tanto anhelo leer. No pasan más de dos segundos, y ya la tengo entre mis manos, abriéndola frenéticamente, para encontrarme con una respuesta bastante sorprendente —pero, bueno, no es que me pueda confiar de él, a decir verdad—.
“Mira, no sé lo que quieres, pero sí de lo que eres capaz para conseguirlo. Haré lo que sea, sólo cállate.”
Una sonrisa triunfal se plasma en mi rostro, pues lo he conseguido. No hay sentimiento más placentero que el saber que Michael podrá estar a mi disposición por quien sabe cuánto tiempo más. Tomo mi lapicera y pienso unos cuantos segundos qué contestarle.
“Espérame detrás del mural en el receso. No irás a tu próxima clase.”
Me quedan treinta minutos para pensar de qué manera le sacaré provecho a la decisión de Michael. Estoy segura de que tendrá que ver con él haciendo el ridículo y comprando unas cuantas cosas, pero necesito hacer algo más. Necesito que él entienda que no juego, y que su pasado podría ser revelado ante sus nuevos amigos, quienes no lucen de esos que aceptarían al Michael del pasado como líder de su “pandilla”... o como sea que se llamen esos grupos.
Me recuesto en mi asiento y me obligo a mí misma a dejar el tema de lado, estoy segura de que la ayuda de Rae podrá sacarme de este apuro. Aunque… no, Rae nunca podría estar de acuerdo con mi idea. Ingenua y drogada no son una combinación muy leal en este tipo de situaciones.
