Capitulo |3|

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De acuerdo con la meteoróloga del noticiero de la mañana el clima sería cálido, perfecto para una caminata en el parque de la ciudad si estabas pensando en tratar de conquistar a tu futura esposa.

Puse mis sueños y esperanzas en esa meteoróloga que, sin decoro, me engañó directamente a la cara y la caminata que había planeado con Emma se fue al caño por la intensa lluvia que azoto en Portland.

No obstante no puedo culpar a la chica del clima por un error. Me culpo a mi también por creer en ella. Esto es Maine, si no está lloviendo nos estamos congelando por el frío o el aire nos lleva volando.

En fin, cuando me dirigía al parque las pequeñas gotas comenzaban a caer pero tenía algo que muy pocas personas poseen, esperanza.

Al llegar me cubrí a las afueras de una tienda, el diluvio ya había caído. Ahora se porque muy pocas personas poseen la esperanza.

Tome un teléfono público y llame a la casa de Emma para cambiar la cita a otro día. Ella me agradeció infinitas veces visto que si salía terminaría con una gripa insoportable.

El regreso a mi casa fue deprimente. Estaba empapado, solo y sin ilusiones. El agua ya había traspasado mi sudadera y camisa. Estaba listo para enfermarme por unos cuantos días.

Había esperado este día desde hace una semana

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Había esperado este día desde hace una semana. Incluso ensayé algunos temas de interés para que no quedara como un imbecil frente a ella.

Sin embargo, la suerte no estuvo de mi lado.

Llegue a casa. Me sacudí tal perro antes de entrar y me percaté que la lluvia había cesado.

<<¡¿En serio?!>> pensé, mirando al cielo.

Encendí el interruptor de abajo hacia arriba una y otra vez sin recibir luz a cambio. Buscaría alguna lámpara para no tropezarme con los muebles o de perdida algunas velas.

-Te divertiste allá afuera-

Ahí entre la oscuridad, con su bebida favorita en mano, un whisky en las rocas, se encontraba Morgan sentado en el sillón.

No comprendí su tono irónico y solo me quede callado.

-Mis trabajadores pasaron a dejar un paquete- dejó el vaso en la mesita junto a el-. Un paquete valioso. Tenía papeles del taller dentro de él. Se suponía que estuvieras aquí para recibirlo pero ya que no estabas los chicos lo dejaron en la puerta - se levanto y camino hacia la ventana moviendo la cortina a un lado y mirando hacia afuera-. Comenzó a llover... y los archivos ya solo son hojas de papel húmedas.-

-Si me hubieras dicho que me quedara yo....

-Tranquilo hijo. No te culpo por completo. Los chicos también tienen la culpa.-cerro la cortina-. Así  que los despedí. Tu sabes que yo no trabajo con gente estupida ¿verdad?.

Puso sus manos detrás de él y caminó con lentitud dando pasos largos.

-Puedo recuperar los archivos no te preocupes- soltó una risa-. Pero tú me conoces ¿Verdad muchacho?. Sabes que yo no pido las cosas dos veces y menos por la ineptitud de ustedes-

Me tomo del cuello, empujándome hacia la pared. Sentí sus dedos adentrándose a mi piel. Apretaba con fuerza más aún podía respirar. Tome con mi mano izquierda su muñeca y con la derecha traté de empujarlo poniéndola en su pecho sin éxito alguno.

-Padre, lo siento, solo suéltame

¿Por qué me estaba disculpando? Ni idea, esto no era mi culpa pero ya era algo que hacía por inercia.

-Y-yo recuperaré los archivos. T-tu no necesitas hacer n-nada.-hable con dificultad.

Apretó con más fuerza.

-¡Cuantas veces te he dicho que no tartamudez!-

Caí al suelo por el puñetazo que me dio en la cara. Me toque el rostro y vi sangre entre mis yemas.

Arreglo su anillo con el cual me había hecho una herida. Fue un regalo de uno de sus amigos muy cercanos. Hecho de diamante rojo y oro blanco. Solía usarlo todos los días a toda hora. Era lo más preciado que tenía en su vida además de que era excelente para dejarte marcas.

-Mírate. No puedes ni aguantar un solo golpe- baje la mirada sintiendo impotencia.

<<Pon tus pies alrededor de los de el y tira. Se caerá y tendrás tiempo de escapar. A la mierda la universidad>> pensé por un momento.

Pero no fui rápido y por desgracia nunca fui violento.

Expulse todo el aire de mis pulmones al sentir como Morgan me daba un puntapié en las costillas. Aun no me quejaba cuando otra patada cayó en el mismo lugar. No estaba enojado, sabía cuando estaba enojado y esta vez no lo estaba. Podía ver que disfrutaba esto.

-Eres una vergüenza-negó-Eres igual de débil que tu madre-

Aún con el dolor, lo mire con rabia. Debió ver mis intenciones de querer matarlo en ese momento ya que se arrodilló para quedar más cerca de mi.

-Tu y yo sabemos que no harás nada. Eres un cobarde-sonrío- Tu me necesitas más que yo Christopher. Lo único que yo necesito de ti es esto- golpeó mi sien con su dedo índice- y si te quiero usar lo haré. Estás atrapado conmigo muchacho. No lo olvides- se levanto y fue hacia el segundo piso.

Me recosté en el piso, viendo hacia el techo.

Lo único que el quería de mi era mi inteligencia. Las matemáticas y yo nos llevamos excelente. El día en que Morgan se enteró decidió explotarme en su trabajo.

Administró su taller a excepción de la contabilidad y algunas otras cosas. Si cometo un solo error ahí su empresa se viene abajo y ese mismo día sería mi funeral.

Dado que, el pecho me seguía doliendo, revisé mi costilla esperando a que no la hubiera fracturado. Al final todo estaba en orden. Me levante del piso y fui directo al refrigerador sacando una bolsa congelada de verduras que situé debajo de mi camisa directo en mi pecho.

Caí en el sillón cerrando mis ojos y pensando "Vaya día".

———
Espero la estén disfrutando tanto como yo lo estoy haciendo mientras escribo. 💕.

Este no era el plan...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora