Dos encuentros curiosos

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Una vez fuera me dirigí a una estación de tren a unas 5 cuadras de la casa, por el camino y usualmente llevaba una cara de "pocos amigos", serio, molesto y sin ninguna expresión que pueda denotar alguna existencia de sentimientos.

Llegué y por casualidad un grupo de personas entraron a una tienda de enfrente a robar, me concentre e invoque la espada que tanta sangre había derramado sin apenas empuñarla y que además es mi favorito, la de la empuñadura de naipes. Con pasos lentos me iba acercando al lugar hasta que una brisa fuerte me distrajo.

Un joven era la causa, de piel blanca, cabello rubio y ojos negros, músculos envidiables y una velocidad que recordaba a Flash, apareció y golpeo a 2 de los 3 que iban a hacer su acto vandálico, el 3ro de ellos estaba escondido y armado con una varilla de plomo o al menos eso parecía porque era de un gris brillante, salió de su escondrijo para atacar al muchacho de forma cobarde y darle tiempo a huir. No podía quedarme viendo tal acto sobretodo si tengo un entre manos.

Lancé el filoso dispositivo hacia arriba para luego sostenerlo cual lanza, apunte usando la otra mano como si se tratara de una mira de algún arma de fuego que suelen ser nombrados en alguna canción. Me dispuse a lanzarla a el objetivo nombrado anteriormente pero para mi mala suerte el joven ya había recibido un golpe de tal instrumento.

Atravesé al criminal por el cráneo, y quedó clavado en la pared, dejó caer un dispositivo con un botón rojo, me acerque lo más rápido que podía para verificar el estado del transeúnte.

-Es-estoy bien-  Dijo a la par que apretaba el botón del aparato que sostenía el ya difunto criminal por error.

Unas alarmas fuertes sonaban acompañadas de pequeños temblores dado que personas con super fuerza o algo raro estaban cayendo del cielo o algún edificio alto.

-Bueno pues esto no va a salir nada bien- dije mientras me percataba de que los individuos poderosos estaban rodeando el local.

-Pues tendrás que encargarte hasta que pueda moverme por mi cuenta-

Una notificación sonaba en el teléfono que había olvidado que llevaba y, para mi sorpresa no había sido desintegrado por el rayo que me atacó.

-Vale pero dejame ver algo-

-Que cosa?-

Saqué el teléfono y lo levanté hasta la altura de mi cabeza para luego agitar un poco y dar respuesta a la pregunta de ese joven.

PELIGRO, PRESENTATE AHORA EN LA ESTACIÓN, TU ANTERIOR MISIÓN HA SIDO ADELANTADA.

Era la app de la página web que encontré y que, de alguna u otra forma estaba instalada en la memoria del dispositivo electrónico.

A la par que leía una y otra vez dicha notificación otro muchacho se acercaba al lugar, de piel morena, lentes, ojos negros y que iba pegado al reloj viendo la hora, chocó contra uno que se molestó al instante, este otro joven dio dos pasos atrás, revisó su reloj una vez más e hizo algo esperando ver el efecto que me sorprendió bastante. Había congelado al enemigo y luego desaparecido casi al instante.

-Que fue eso?- dijo el primer chico que a duras penas podía observar por un hueco

-Pues el de lentes desapareció a un enemigo-

-Bien, ve y defiendelo mientras recupera su habilidad-

-Y quien crees que eres para decirme?-

-Me dicen Death Punch-

-Death Punch? Bien pues haré caso-

Di un salto para sostenerme del arma encajada a la pared de concreto, me acomode de tal forma que parecía que caminaba por las paredes, tiré y tiré hasta que la espada logrará salir solo que yo la iba acompañando por el aire hasta que sentí como quedaba inmóvil de un momento a otro, la espada volvió a enterrarse pero esta vez al suelo, por suerte quede al lado del chico de lentes que Death punch quiso que protegiera. Intenté sacar el arma haciendo una escena parecida la del mago merlín y la excalibur atorada en la piedra.

El chico me miró, levanto el arma con tal facilidad que me ponía en ridículo, de hecho, yo iba incluido lo que hacía que mi vergüenza aumentara a niveles inimaginables.

Cuando me tenía a la altura de su cara, me miró a los ojos, hizo una mueca de burla y me regresó al piso.

Apoyé el arma sobre mi hombro y me alejé de ese bicho raro. Todos los tipos que nos rodeaban clavaron su mirada en mi y se abalanzaron todos al mismo tiempo.

Continuará...

El inicio de un guerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora