Voy en bus a la uni y, como todas las mañanas, me recreo pensando mientras escucho a mis pensamientos bailando al son de mi música. ¿Por qué habré sido tan imbécil? ¿Por qué sigo queriendo a una persona que me hizo tanto daño? Ojalá pudiera borrar fragmentos de mi vida o volver atrás y evitar que ocurran.
Alguien me toca el hombro y me sobresalto.
- Buenos días llorona.
+ ¡Qué susto me has dado, Kate!
- ¿Tan fea soy? - se ríe, pero al ver mi cara de desánimo dice - Vamos, Megan, ¿cuánto más vas a esperar para echar una pequeña sonrisa? No puedes estar toda la vida pensando en ese gilipollas, olvídate ya de él.
+ ¿Qué crees, que si pudiera olvidarme de él no lo habría hecho ya? Pero no puedo Kate, no puedo quitármelo de la cabeza.
- No, Megan, el problema es que no quieres hacerlo - dice- ¿por qué no te vienes un día de fiesta conmigo y te evades a mi manera?
La verdad es que Kate me ha dicho muchas veces que vaya con ella, pero nunca he querido, no me llama la atención estar rodeada de gente y personas que no conozco; pero a lo mejor tiene razón y me vendría bien.
+ Bueno, está bien.
- Genial, el viernes a las 20.00 voy a recogerte.
Salimos del bus y me tropiezo con alguien mucho más alto que yo, y que, antes de caer me sujeta por la cintura.
- Lo siento, ¿estás bien? La próxima vez debería mirar por dónde camino -dice una voz que acaricia todos mis sentidos.
+ Sï, tranquilo, no es nada -levanto la mirada y veo sus ojos brillantes mirándome mientras sus manos siguen sujetando mi cintura- yo soy la persona más torpe que jamás conocerás, así que no pasa nada.
- Entonces eres de las mías -sonríe- por cierto, me llamo Zack.
+ Yo soy Megan.
- Un placer, Megan -quita sus manos de mi cintura y me dedica su última sonrisa.
- ¿Ese es el nuevo? -exclama Kate- Megan, tía, ¿qué hacías tú hablando con ese bombón? -me da un codazo y, sin mirarla, me marcho.
¿Un bombón? La verdad es que no me he detenido a pensar en ello, pero tampoco tiene importancia.
Entro a clase y veo mi sitio ocupado. Hoy no estoy para bromas, bueno, ni hoy ni nunca, pero no puedo evitarlo y exclamo:
- ¡Fuera de mi sitio!
Y antes de que pueda mirar al individuo que hay sentado en mi incómoda silla, me dice:
+Ey, Megan, lo siento no sabía que era tu sitio -no puede ser, es Zack- he llegado nuevo y no conozco nada de esto, pero lo siento de verdad.
Se levanta y me vuelve a coger por la cintura cuando lo hace, me sonríe y se va a otro lado.
Llego a casa, extasiada y veo mi móvil. Doce llamadas perdidas de Brandon, mi pesadilla. Le llamo.
- ¡Señorita! Estaba muy preocupado por usted, no me cogía el teléfono, dígame que no le ha pasado nada.
+ No me ha pasado nada, Brandon, estoy bien.
- ¡Oh! Genial, me preguntaba si quería cenar conmigo esta noche.
Será pesado, ¿no se da cuenta de que no quiero nada con él?
+ No, no quiero, adiós.
Cuelgo y me olvido de él y de todo; bueno; de todo no. No hay segundo que no piense en lo que pasó, no, no puedo, o quizá Kate tenga razón y no quiera olvidarlo.