Capítulo 15.

127 21 0
                                    

    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

    

     La gente lo exclamaba, gritaba, pronunciaban su nombre con un fulgor abrazador, creía que toda ésa gente delante de un escenario casi interminable se quedarían sin cuerdas vocales por el tanto gritar. Era la escena más abrumadora que sus ojos podían haber impregnado en su memoria. ¿Había hecho esto antes? Ni su alma podría cantar en un mundo fantástico donde nadie perjudicara cada acción inesperada que hiciera. El pobre Yuuri, carente de valor empezó a tartamudear, quería disculparse con toda la gente que llegó para verlo cantar en vano. Mas su propia cobardía lo amarraba hacia atrás, con pasos titubeantes para quedarse en un lugar seguro.

Las facciones de confusión del público golpearon e intimidaron su osadía. Una escena aterradora, sus manos temblaron sin cesar, deseaba un descanso que no se le era permitido. Las luces exigían presencia, pero, Yuuri ya no se encontraba frente a nadie. Estaba detrás del escenario con las manos en su cabeza, intentando no caer de pavor, de la incertidumbre y de la insensatez. Seguramente su mánager estaría preguntándose qué estaba haciendo.

Quería vomitar, su garganta le causaba un fastidio, deseando así arrancársela de su anatomía torpe. Pensaba —e imaginaba— tomar su cuello con sus largos dedos, e incrustarlos rápidamente en su interior hasta dejarlo sin aliento, dejando en este fatídico y desgraciado mundo un simple cuerpo sin vida. Si lo pensaba con delicadeza, aquella sería una escena escalofriante, similar con el haber sido sacada de una película de terror. Era tanto su shock, que su mismo cerebro buscó una forma de distraerse de la realidad.

¡Ay Dios! Mientras su cuerpo aún continuaba estancado en el mundo real, que sin embargo, no emitía o realizaba acción, Katsuki intentaba encontrar a Eroise dentro de él, no quería decepcionar a nadie. Su error era que ya lo había hecho. Poniéndose en los zapatos de toda la gente; pensó en lo molesto que estaría si su cantante favorito lo dejara plantado con una emoción famélica que no podría ser expulsada. Y en el desperdicio, todo su dinero botado a la basura.

Ése pensar lo mortificaba aún más, tan desdichado se siente, por mucho que gritara el nombre de Eroise, él no respondía sus suplicas. Y es que toda la situación ameritaba un terror ahogante. Era un perrito quien apenas salía al mundo exterior, cual temía a un par de rayos matutinos del sol. Un polluelo salido del cascarón. Para cuando cerró sus ojos, todo se difuminó negro.

***

El paisaje del cielo desde la ventana de su departamento era de un color naranja, que empezaba a nacer en un rojo vivo. La realidad se veía bellísima desde su sillón, pero entonces miraba por debajo del bello atardecer y una mortificación lo dominaba. La gente, ¡la gente y su voz! Aquella con la cual con el salir de una palabra puede golpear tu orgullo. Entendía que no toda las personas eran de ese modo, Yuuri no podía convencerse al cien por ciento que está bien.

Su mánager tocó la puerta del costoso lugar, no obtuvo una respuesta. El señor de cabellos noche y semblante intranquilo entró, se dirigió con inquietud hacia Yuuri y lo miró cansado, desanimado.

—¿Qué ocurrió ahí afuera, Eroise? —preguntó a voz menguante, no quería demostrar su enfado, lo último que deseaba era hacer sentir más culpable al pobre muchacho —Eroise, por favor, respóndeme. Últimamente no has estado en tus cabales. ¿Ha ocurrido algo? Si continuas así deberé localizar un médico —silencio —. Eroise, ¡respóndeme por favor!

—Yo...

—¿Yo qué, Eroise?

—Yo soy Yuuri —susurró ensimismado —. Soy Yuuri...

El mánager sin entender por completo lo que ocurre en la cabeza de su cliente contestó:

—Lo sé, sé que te llamas Yuuri Katsuki. ¿No recuerdas que tú mismo me pediste que te llamara por tu nombre de estrella? Nunca en mis años te había visto sufrir de pánico escénico.

Yuuri se dignó a mirarlo, el desconcierto se gesticula en cada facción. No podía recordar nada de lo dicho, claro está, que Eroise se encargó de hacer su vida extravagante, haciendo distinguir con notoriedad ambas partes.

—Creo que, no soy la persona que buscas —contestó.

El señor aspiró fuerte. Intenta entenderlo, después de todo, su cliente es humano.

—Katsuki, está bien estar cansado. De hecho —el señor con gafas espesas se sentó justo enfrente de él, le regaló una sonrisa sincera y relajó sus músculos observando un punto fijo; recordando—, es extraño que en todos estos años no me hayas pedido un descanso de tu triunfante mundo. Lo que menos ansío es que caigas enfermo. Y si necesitas un tiempo para recobrar tus energías, estaré encantado de encontrar la manera de acomodar tu itinerario. ¡Vamos!

El mánager sufrió la misma aflicción de Yuuri al notar que sus palabras no surtía efecto en él. Que seguía en un universo que él no es capaz de tocar.

—Yuuri... —le dijo —¿qué debo hacer? Esto es nuevo para mí.

—Déjeme solo, por favor —pidió a un hilo de voz.

Al momento de escuchar el cruel eco de la puerta cerrándose, observó el techo en busca de alivio. ¿Qué debía hacer? Tanta agonía lo marea, al grado de que su propio pecho se estruje y quiera quebrarse. Necesita ayuda, tomó su celular. Ansiaba alivio, un abrazo, algo cálido. «Lo sentimos, el número que usted marcó está ocupado» fue lo que escuchó al llamar el número de Pichit. Maldijo su suerte y si es que existía algún dios.

Pensó que debía dejar de maldecir todo lo que lo rodeaba a culpa de su eterna cobardía. De poner un basta en a culpar a Eroise por no estar aquí y haberlo ayudarlo en el escenario. Pensó así, como si una oleada de racionalismo le llegara de golpe, que era necesario expulsar toda la verdad cual retenía en cadenas realmente espesas y gruesas en su verdad.

Quizá se arrepentiría después, pero ahora necesitaba alguien que lo que escuchara. Pichit al estar indispuesto lo tuvo que descartar. Con toda la pena del mundo, tomó sus llaves, acomodó sus gafas azules; se colocó un saco y se encaminó a la casa de Viktor Nikiforov.

Fin del capítulo 15.

Créditos a ArcangelBaroque. 

I'M Missing You [Viktuuri] (AU) Yuri!! On Ice #YuriOnAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora