Capítulo 2

14 0 0
                                    

Una vez adentro del supermercado, cojo una canasta y me dirijo a la sección de verdulería. Tenía ganas de comer chapsuí de pollo. Comencé a poner los ingredientes que necesitaba cuando alguien sentí que alguien me tiraba el pantalón.

― Señorita, me perdí.. no.. en...-Y se puso a llorar.

Era un niño de no más de 5 años, quien empezó a sollozar silenciosamente. Que molesto, pero inmediatamente me agaché hasta estar a su altura.

― Tranquilo mocoso, yo te ayudaré a encontrar a tu mamá o papá, con quien andes. – dije, pero el niño empezó a llorar más, quizás mi tono de voz no fue el adecuado. - Oye, cálmate.

Coloque mis manos en sus pequeños hombros y poco a poco comenzó a dejar de llorar.

― Te calmas y a cambio de comprare lo que tú quieras.

Este asintió fuertemente con la cabeza, casi emocionado diría yo. Simplemente atiné a pararme y coger el canasto. El niño tomo mi mano desocupada, este gesto me sorprendió, pero no lo alejé, simplemente también cogí su mano, era solo un niño.

― ¿Qué quieres? -Caminamos hasta donde estaban los dulces y demás chucherías.

― Mmmmm... Eso, dijo apuntando a la última parte de la estantería de dulces.

Era una caja en donde había unos chocolates, cosas saladas, ácidas, era como una caja que contenía de todo. El problema era que no lo alcanzaba, mi estatura era el promedio, solo un poco más alta, pero para esta situación no alcanzaba, maldije para mis adentros.

De pronto escuche a tres hombres riendo, quienes pararon a una góndola, en donde cogieron papas fritas, se reían a los chistes que decía un chico moreno, sinceramente eran malísimos. Pensé en pedirles ayuda, pero no, yo sé que puedo. Me concentré de nuevo en mi objetivo, ideando un plan, que era subirse al primer peldaño de la góndola, luego al segundo, con el riesgo de que este se me viniera encima. Solo quería la maldita caja para el niño.

Estaba tan concentrada agarrada en los soportes de la estantería, pero se vio interrumpido por una gran mano que me agarraba con fuerza la cintura y una cortina de cabello negro se coló sobre mí. El hombre emitió un pequeño gemido y me pasó la caja que quería el mocoso. Me alejé inmediatamente de él, nos miramos fijamente a los ojos, sentí mi cara arder y poner mi mano en el área en donde sentí que me quemaba. No estoy acostumbrada a que violen mi metro cuadrado. Despegué la mirada y le pasé la caja al niño. Tomé su pequeña mano y cogí mi canasto. Me volteé y aún seguía mirándome, aproveché de ponerle una mala cara, iba a dar la media vuelta cuando el hombre de cabellera negra emitió.

― ¿No sabes decir gracias? – Preguntó en un tono burlón.

― No te pedí que lo hicieras. - Dije mientras le miré directamente a sus ojos azules metálicos.

Detrás del chico, sus amigos emitieron sonidos de uuhhh, y comentarios de "esa mujer sí que te dejo callado". Puse mis ojos en blanco y con el niño caminamos hasta la sección de carne, en donde pedí pechuga de pollo. Tenía todos los ingredientes, la verdura, la soja, fideos y por último la caja del mocoso. 

Nuestro secreto (It is love, Colin)Where stories live. Discover now