Capítulo #2

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KENDALL POV:

Camila parecía bastante sorprendida, su cara lo decía todo. Y yo pues, sentía que en cualquier momento iba a caer al suelo.

Nos quedamos en silencio un buen rato, haciendo el momento bastante incómodo.

–Uhm... ¿debería de preguntar qué haces aquí? –dijo ella, con su voz temblorosa.

–Vivo aquí –asentí– Bueno, no aquí, sería loco vivir en una cafetería, vivo aquí en la ciudad, en un departamento, sí.

Negué con la cabeza y cerré mis ojos un momento, parecía una niña tratando de explicar cosas.

¿Por qué rayos me estaba muriendo de nervios?

–¿Tú qué haces aquí? –pregunté.

–Yo... –iba a decir algo más pero un chico la interrumpió.

–Amor ¿todo bien?

¿Amor? ¿Cómo que "amor"? No, eso era imposible. Camila se consideraba lesbiana cuando la conocí ¿qué mierdas pasó?

–Sí uhm... –ella me miraba nerviosa como tratando de leer mis facciones, después volvió su mirada al chico –Me encontré con una vieja amiga de la preparatoria.

Vieja amiga, claro.

–Oh, mucho gusto. Soy John –admito que el chico fue bastante amable, me estrechó su mano como saludo.

–Kendall –la recibí sin problema.

De nuevo se hizo un silencio entre nosotros y fue más que incómodo.

–Cariño ¿ya pediste nuestras cosas? –Camila le preguntó.

El chico negó.

–En un momento vuelvo ¿de acuerdo?

El chico se retiró y de nuevo, quedamos sólo ella y yo.

–Interesante –dije, haciendo referencia al chico.

–Puedo explicarlo... –se acercó un poco más a mí, no más de lo normal.

–¿Explicarme? No tienes que explicarme nada –entrecerré mis ojos, un poco confundida.

–No, en verdad quiero hacerlo ¿crees que podamos salir algún día? Ya sabes, para ponernos al día...

Camila me estaba invitando a salir. Después de años de no verla, después de haberme dejado, después de haber terminado conmigo aún sabiendo que la amaba como a nadie. Después de haberme hecho demasiado daño.

–Sí uhm... creo que no hay problema –asentí nerviosa.

–Está bien –sacó de su bolso una tarjeta en donde venía su número y me la entregó –Puedes llamarme cuando quieras.

¿Llamarla? Imposible, no tendría el valor suficiente para hacerlo.

–Uhm... toma –busqué una de mis tarjetas de trabajo y se la entregué –Tú llámame cuando gustes.

Camila tomó mi tarjeta y la miró unos segundos.

–Wow ¿tatúas? –preguntó curiosa.

Sólo tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora