Jack acababa de meter los palos de golf en el maletero cuando sonó su teléfono móvil. Sonrió.
Trish ya lo había llamado dos veces y todavía no eran las nueve de la mañana. Aunque aún disponía de cinco minutos antes de salir para la casa de ella, seguro que lo llamaba para cerciorarse de si ya estaba en camino.
—Ya voy —dijo al atender la llamada.
—Jack, soy yo —dijo Missy atropelladamente—. Derek acaba de llamarme. Está en el pueblo y dice que viene hacia aquí.
—¿Has llamado al sheriff? —preguntó Jack, alarmado al percibir el miedo en la voz femenina.
—De poco me ha servido —el disgusto no lograba tapar el miedo—. Se ha ido con Howie a un accidente que ha habido en la carretera. Me preguntó si Derek me había amenazado y le dije que no, al menos esta vez no. Me dijo que vendría en cuanto pudiese, pero...
—¿«Pero...»? —dijo Jack cuando ella se interrumpió.
—No comprende que la otra vez Derek tampoco me amenazó y recuerda lo que sucedió —dijo Missy con voz temblorosa—. Tengo miedo, Jack. Estoy sola con Kaela.
—Voy para allá —dijo Jack, sentándose en el todoterreno y poniéndolo en marcha.
—¿Estás seguro?
El alivio de su voz era evidente. Jack pensó en el golf. Sabía que Trish quería que fuese con ella, pero ya habría otras reuniones de empresa. Aquello era una emergencia. Seguro que ella comprendería que no podía dejar a una amiga en la estacada.
—Algunos de nosotros nos preguntamos si este novio tuyo no será imaginario
—dijo el pesado de Joe, el de Contabilidad, en la fila para servirse la comida después de pasarse la mañana jugando al golf.
Su tono era de broma y Trish se forzó a sonreír, aunque no le hiciese ni pizca de gracia.
—Pues es muy real —dijo con voz fría y calmada, como si el hecho de que Jack no apareciese hubiese sido una mera anécdota. Cuando la llamó por la mañana con la estúpida excusa de una emergencia, se sintió desilusionada, aunque en realidad no le causó ninguna sorpresa.
—Trish, aquí.
Trish recorrió el fresco comedor del club repleto de gente con la mirada. Ron Royer la llamaba desde a una mesa. Sonreía señalándole un sitio vacío.
Aunque a Trish no le apetecía en absoluto sentarse con el amigo de Jack, la única otra alternativa era junto a Joe, así que le dijo a esta adiós y se dirigió a través de la gente a la mesa de Ron.
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SIN SECRETOS- CYNTHIA RYTLEDGE
RomanceAquella chica gordita y tímida del instituto de Lynwood se había marchado a la gran ciudad después de la graduación... y volvió diez años más tarde convertida en una estilizada y elegante madre soltera. Todo el pueblo se había quedado boquiabierto c...