—Qué bien está jugando Tommy —dijo Jack.
Trish levantó la vista, sorprendida. Hacía dos semanas que venía a los partidos de Tommy y era la primera vez que se encontraba con Jack. Era la primera vez que lo veía desde que él le había preguntado si Tommy era su hijo.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó.
—He venido a ver el partido —le dijo él—. Toma, sujeta esto.
Jack le pasó un vaso grande de gaseosa y puso su tumbona junto a la de ella al borde de la cancha.
—No, en serio —le dijo Trish—. ¿Por qué estás aquí?
—Porque —dijo él con una sonrisa cautivadora—. Hay alguien a quien quería
ver.
Durante un brevísimo instante, Trish imaginó que iba a verla a ella, hasta que
su mirada tropezó con Matt, calentándose para entrar en el campo. Por supuesto. Había ido a ver jugar a su sobrino.
—Toma —dijo, devolviéndole el vaso de gaseosa
—¿Quieres un trago? —le ofreció Jack.
—No gracias. No bebo gaseosa.
Jack se encogió de hombros y tomó un trago del vaso de plástico.
—A mi hermana tampoco le gusta el sabor.
—No es el sabor lo que no me gasta —dijo Trish, echándose hacia atrás y estirando las largas piernas—, sino las calorías.
—No parece que tengas que preocuparte demasiado por ellas—dijo él.
—Sí, claro —se mofó ella—. Como si fuese una reina de la belleza.
Se había vestido con prisa y llevaba el cabello recogido dentro de una gorra de béisbol, un top que te dejaba el vientre al aire y unos pantalones cortos color caqui.
La mirada masculina recorrió lentamente su cuerpo escasamente vestido, haciendo que la piel te ardiera.
—Pues a mí me parece que estás preciosa.
Trish hizo un esfuerzo para no cruzar los brazos sobré sus pechos.
—Te he echado de menos —dijo él suavemente—. Te hubiese llamado, pero...
—No tienes por qué darme explicaciones —dijo Trish, moviéndose en la silla y lanzando una risilla.
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SIN SECRETOS- CYNTHIA RYTLEDGE
RomantizmAquella chica gordita y tímida del instituto de Lynwood se había marchado a la gran ciudad después de la graduación... y volvió diez años más tarde convertida en una estilizada y elegante madre soltera. Todo el pueblo se había quedado boquiabierto c...